SIN MEDIAS TINTAS
Jorge VALDEZ REYCEN
- Una crónica del corazón avejentado
- Jesús ha salvado a 14… faltan 100 más
- Mirar mi corazón, vaya emoción inédita
–¡Mi médico! –le dije, efusivamente, a manera de saludo.
Una sonrisa respondió a mi expresión.
–Hoy tuve la “corazonada” de venir a verte.
El cardiólogo Jesús Hernández Muñúzuri me dio un cálido abrazo que correspondí con una frase que mucho tiempo atrás lo definió: “eres un médico de cuerpo, corazón y alma”.
–Voy a Colombia, a un curso. Tengo algo qué comentar contigo, pero antes vamos a ver cómo andas. Miró los análisis de glucosa, colesterol y triglicéridos. En medio minuto, o menos, me sorprendió:
–¡Estás bien! Ahora quítate la camisa y acuéstate—me invitó. “Oye, ni un café, siquiera…? –bromee.
Un alivio, a medias sentí. “Vamos a ver tu corazón”, me adelantó.
En cuestión de dos minutos inició un estudio que hace 60 años era un sueño para los estudiosos de Cardiología. Un ecocardiograma: midió el grosor de la artería Aorta. Midió el ventrílocuo izquierdo –el más sensible—y encontró un “soplo”, que es una especie de chisguetito de sangre.
–No es riesgoso, ni representa un problema cardíaco grave –me tranquilizó.
Las arterias coronarias limpias, un corazón ligeramente crecido, dentro del rango, pero en términos generales bien. Y mencionó dopplers y términos diastólicos. En la pantalla miré mi corazón latir con fuerza, la arteria aorta irrigando el torrente sanguíneo hacia el cuerpo y nuevamente me sorprendí. Pude grabar con mi celular esa parte vital de mi cuerpo, como nunca antes experimenté en mi vida de reportero. La capacidad de asombro estaba al máximo.
Jesús Hernández Muñúzuri ha salvo en estos primeros seis meses del 2025 a 14 personas de infartos inminentes, “cantados”. Su meta es “llegar a los 100 pacientes” que se salven de un infarto.
–¿Cómo? ¿Será una hazaña?
–El compromiso de todo médico es salvar la vida del paciente –atajó de inmediato. La mía es alcanzar a salvar a 100 pacientes de un infarto al corazón. ¡Y de eso he querido hablar contigo!
Expuso que el Sistema Nacional de Salud debe enfocar su política en la prevención de enfermedades y no reaccionar ante un cuadro que se agudizó por falta de prevenir lo que ya representa un riesgo de vida. Sensibilizar primero y actuar, en consecuencia. “Ya salvé a 14 personas de infarto, y en este año quiero llegar a 100 pacientes. Es mi meta”.
No hace mucho, Jesús saludó a la muerte cara a cara. Se salvó de un infarto. Y la sonrisa lo dice todo.
Quizá yo esté dentro de esas 100 personas que pueden salvar la vida de ese enemigo silencioso que es la hipertensión arterial. O cualquier otra enfermedad asociada a la diabetes, coronarias o padecimientos crónico-degenerativos.
Aparte de cardiólogo, Jesús es Geriatra. Y su doble misión consiste en salvar vida.
Mi asombro seguía creciendo, a la par de mi admiración y aprecio.
Al salir de su consultorio, le desee un buen viaje a la tierra del gran Gabo (Gabriel García Márquez). Nos volveremos a ver a su regreso para seguir esa charla, ahora con una tasa de café colombiano.
Mi “corazonada” de ver a Jesús no me traicionó. Si alguien conoce mejor mi corazón –literal– es él… ni siquiera por quién se entregó ese músculo a veces galopante, otras tierno, que guarda sentimientos y amor.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS cardíacas.