MARTÍN MARTÍNEZ OLVERA – Armando Chavarría, el olvido – SURREALISMO POLÍTICO

Solo han pasado 16 años en el que Armando Chavarría Barrera fuera privado de la vida, 16 años de aquella mañana de jueves 20 de agosto del año 2009 en el que se encontró dentro su auto, en el asiento del piloto, el cuerpo sin vida del académico y político guerrerense.

Pero ahora, parece que sí, efectivamente, Armando Chavarría, está muerto. Porque el olvido lo ha alcanzado con un surrealismo impresionante que figuras como el académico, ex Gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez, procuró rememorar con un discurso en este aniversario, en el que resalta la aportación del también universitario, Chavarría, y su pasó por la administración y la política.

El olvido que está cubriendo la historia de quien estaba a punto de dar a conocer, en el marco de su cumpleaños el 27 de agosto (1957), que pretendía gobernar Guerrero tanto que no logró que el Rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán, suscribiera unas líneas para recordar ese hecho recordando que Armando tenía al interior de la máxima casa de estudios del Estado, un liderazgo que el tiempo nos dice, no estaba consolidado.

Como tampoco estaba consolidado en el grupo político que, en vida, cercano a él, recibió beneficios y ahora, están ausentes de su aniversario luctuoso.

El surrealismo que rodea este caso no ha conducido ni al esclarecimiento del hecho ni porque se trataba de quien fuera en el momento de su asesinato, el Presidente de la JUCOPO, Junta de Coordinación Política, y hasta retirar el busto que se colocó en el jardín del recinto legislativo bajo el argumento de que “una niña tiró la base de cemento y concreto”, explicación que debe conducir a buscar, encontrar y estudiar la fuerza que tiene esa pequeña, que debe tener ascendencia de supermán y super niña para estar dotada de tal poder y vuelto a colocar por presión de su viuda Martha Obeso.

Pero ni ahí llegó quien busca gobernar el municipio de Chilpancingo bajo la protección familiar del Senador Félix Salgado Macedonio, el homólogo de

Chavarría, Jesús Urióstegui, porque parece que la historia de este legislador asesinado no les cobija.

Para la historia de Guerrero el asesinato es político, porque Armando era político, aunque también era Universitario…

La ausencia de la exigencia de justicia y falta de esclarecimiento de ese hecho sucedido en el gobierno de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo dejó una denuncia de daño moral del ex Gobernador contra David Jiménez Rumbo, que tuvo que pagarle monetariamente.

Pero se fue y con el fin de su sexenio también empezó a apagarse la idea de que se hiciera justicia y el nombre de Chavarría quedó bajo una loza de mármol que nadie quiere cargar simbólicamente, a pesar de que en ese momento su partido, el PRD hizo venir a su velorio a personajes de peso en ese instituto político como Marcelo Ebrard y Alejandro Encinas, pero ellos, como el PRD son otra historia, como otros que quedaron sepultados en el proyecto con Armando.

Esa es una gran lección para la clase política de hoy. Cuando mueren, también el cobijo desaparece, lo que significa que las relaciones se construyeron en base a intereses y no en base a lealtades que terminan con la muerte o con la caída política. Surrealismo?