La élite Nepalí pasó de la muestra ostentosa de su vida, a quedar destituidos y privados de la vida, cuando una juventud determinó que se podía unir para derrocar un gobierno que no satisfacía las necesidades sociales a las que estaba obligado en su función como administrador de los bienes públicos y antes bien, la corrupción se derramaba ante sus ojos que han acumulado imágenes familiares de precariedad.
Sentados en el poder, las autoridades de Nepal consideraron, además, que era fácil tomar la determinación de cerrar a la población de 35 millones de personas, las redes sociales, a fin de que al no obtener acceso a ellas no conocieran la vida de riqueza de los familiares del gobierno Nepalí, y al mismo tiempo, según su percepción “restablecer la armonía social” si no tenían redes sociales en lugar de atender una economía formal.
Las redes sociales no solo constituían para esa juventud una relación social, sino un vínculo con sus familiares que han migrado para que el envío de sus remesas les permita sobrevivir en una nación que no les ha dado empleo. Solo el año anterior abandonaron 741 mil nepalíes su país en busca de empleo.
Y se encendió el discurso llamando a destituir a sus autoridades que pasó al incendio del parlamento, el ataque a las residencias de los funcionarios y a que estos fueran sacados en canastilla por el Ejército luego de que otros fueran obligados a caminar en el rio, imágenes verdaderamente surrealistas.
La reacción de las fuerzas de seguridad fueron encontradas, mientras los elementos de la policía reprimían la manifestación de jóvenes, los del Ejército se colocó de su lado y los protegió.
Con el llamado a restablecer el orden constitucional con autoridades que respondan a las necesidades de la población, alejados de la corrupción inició también un ciclo en el que, a través de las redes sociales se inició un proceso de elección de las nuevas autoridades en las que
participaban escuchando respetuosamente las voces jóvenes, altos mandos del ejército.
El ciclo no se cerró ahí, los jóvenes volvieron a salir ahora para limpiar la capital de Nepal, Katmadú. Las brigadas juveniles barrían, pintaban, quitaban la basura, restablecían su compromiso con su lugar de vivienda.
Pero estos ejemplos de organización, en nuestro país no son analizados. Un joven que en uso de la palabra en evento al interior del Congreso de la Unión dijo a las y los representantes populares que escuchen, que resuelvan y que no se cierre la 4T a las voces que demandan atención, fue reprimido con la prohibición de no volver a entrar al recinto ni a las instalaciones de ese recinto parlamentario que representa al pueblo.
Una joven que se atrevió a criticar al Senador Noroña, sin la violencia con qué este personaje solía hacerlo a las autoridades, ahora es amenazada a través de redes sociales.
En Nepal, la ahora llamada Generación Z elevó su voz para ser escuchados y derrocaron un gobierno.
En México, parece que no escuchan esos mensajes ni les dan lectura, quizá pensando que Nepal está lejos y que en nuestro país la juventud está subordinada a su pensión. Surrealismo?
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