Tercera Vía – El futuro de Héctor Astudillo pasa por el tamiz del presente – Ernesto Rivera Rodríguez

“Señor si no funciono dígame” con firmeza y determinación expresó el gobernador Héctor Astudillo Flores, al presidente Andrés Manuel López Obrador, junto a la portezuela de su camioneta, quien con el brazo derecho en el hombro del guerrerense, le contestó: “No se preocupe, son muchachos”. Palabras más palabras menos al final de aquel bochornoso incidente provocado por el entonces super delegado federal Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, en Tlapa de Comonfort, en la primera visita oficial del presidente a Guerrero.

La figura de Astudillo tomó otras dimensiones ante sus propios gobernados, ante AMLO y a nivel nacional…Amilcar como niño regañado se fue a esconder a su oficina durante semanas cuál perro con la cola entre las patas.

Con esa muestra de entereza y liderazgo Héctor Astudillo, regreso a Chilpancingo más seguro que nunca, había dado no sólo un paso había dado una enorme dimensión a su responsabilidad y acrecentando su liderazgo entre los guerrerenses y sus adversarios políticos que guardaron silencio “long time”. La autoridad era suya, pero el horizonte le aguardaba serías y funestas sorpresas.

La letra de la canción “El último tren a Londres”, en el andén solitario, caminó para abordar, ya no volteó hacia atrás, cuando lo importante dejo de serlo, para atacar como Dios le diera a entender a una pandemia que nadie entendía y las explicaciones eran cuando menos inexplicables, y terminaron por no explicar nada ante la andanada del Covid-19, con la política cargada de un fatuo aliento kafkiano o de la magia del realismo fantástico rulfiano para darnos a entender, lo frágil que somos y lo grande que podemos ser y en los últimos 18 meses de un gobierno que busco contener la furia de la naturaleza para lo que nadie estaba preparado para ello.

Aún así, el sentido común indicaba que las fórmulas más simples son las más eficaces, y Héctor Astudillo tomó el camino que el oficio político le marcaba, y con ello se jugaba todo, cerrar el paso, acotar las posibles vías de contagio; la cuarentena, quedarse en casa y la sana distancia, en tanto la polarización de las estrategias y protocolos a tomar para su contención, a nivel internacional por la búsqueda de una vacuna, daban paso desde los sótanos de la política a la medusa de las traiciones, las añejas ambiciones y las perversiones por el poder.

Cómo se llegaría a los tiempos electorales en tiempos de la pandemia, actuando como Cruzados modernos contra un enemigo microoscopico y mortal, y la lucha desenfrenada de la política por el poder en un tablero de múltiples variantes. Y se la jugo a diario, desde las primeras horas del día desde el Consejo para la Construcción de la Paz y la Salud, se diseño como trabajar desde un inicio la compleja y difícil realidad en que recibió el estado y el cómo afrontar en “tamden” con el Covid-19, atajar la violencia y no colapsar la economía al grado de impedir su hundimiento total.

Los logros son superiores a los planteados, pese a multitud de resistencias de grupos que trabajaron tras bambalinas por verlo caer, ante un proceso electoral viciado por ambiciones perversas sin medir a quien atropellaban llevándose de encuentro a la propia política, al propio quehacer político y que institucionalmente salió adelante.

El Golpe final lo ha dado la naturaleza para lo cual, nadie, nadie está preparando, y en un envión más Héctor Astudillo, se ha aplicado para apoyar en lo urgente y necesario a los miles de damnificados así como rehabilitar y poner en funcionamiento la infraestructura pública dañada. No hubo estupor ni parálisis en su gobierno, al contrario, la maquinaría emergente se ha puesto a apoyar, a mitigar el dolor de los guerrerenses y que afortunadamente las pérdidas humanas han sido mínimas. “El futuro nadie lo conoce, y solo podemos aplicar la frase: “el hoy es el mañana, el ayer nunca pasará. Cosa de locura”. Héctor Astudillo sembró y cosechará.