Septiembre tiene abierta una gran herida en corazones guerrerenses con la desaparición de los 43 Normalistas de Ayotzinapa, un hecho que también marcó la historia política de muchos la noche del 26 y la madrugada del 27 del 2014.
La licencia a la gubernatura de Ángel Aguirre Rivero, el arribo de Rogelio Ortega Martínez para igualar a su antecesor en el número de veces en ocupar esa posición, 2, los señalamientos al entonces Presidente Enrique Peña Nieto, la muerte de 6 personas más, al menos 40 personas lesionadas, la violencia frenética contra edificios públicos en Chilpancingo, bajo la premisa de que “si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”.
Por esta circunstancia, el reclamo social se constituyó en antimonumento cuando se colocó el primero en Paseo de la Reforma en el año 2015; después el de Iguala y Chilpancingo en el 2016 y en el 2018 en Acapulco, para recordar que el Estado tiene en la tragedia de los desaparecidos, un pendiente no solo con su familia, sino con la sociedad.
Hace unos días inició la movilidad de los estudiantes de Ayotzinapa con la toma de las casetas de Peaje de Paso Morelos y Palo Blanco para realizar colectas que sufraguen los gastos de las movilizaciones previstas para los días 26 y 27 tanto en el estado como en la Ciudad de México.
Lamentablemente parece que este año pueda la conmemoración tener algún cambio en la solidaridad.
El viernes 17 cuando regresaban de realizar una marcha y protesta en Acapulco y de las colectas en las casetas de Peaje, uno de los autobuses chocó en el Libramiento Chilpancingo-Iguala contra un auto particular.
Tras el choque ambas unidades se incendiaron. En el auto particular quedarían prensadas dos personas, los alumnos lograron salir del autobús.
Este domingo 29 el antimonumento, que mantiene la memoria colectiva del hecho presente, ubicado en el Monumento a las Banderas fue rociado con chapopote y aserrín.
Hasta esta acción y salvo que en una ocasión para un evento cívico lo retiraron las autoridades y tras una intensa protesta, hasta ciudadana, se volvió a colocar, nadie había atentado contra él porque el sentimiento de lo que representa es un reclamo permanente.
¿Qué sucedió? ¿Porqué se fueron los alumnos del lugar en lugar de hacer frente y hasta intentar auxiliar a los afectados? Lo ignoramos, lo cierto es que es también un gran infortunio.
Hasta el momento la falta de una disculpa pública está generando molestia en la sociedad de Chilpancingo y del estado por el fallecimiento del Profesor de Artes Marciales, Jacinto y su esposa, Raquel. A tal grado que hay comentarios que buscan realizar una convocatoria que harían coincidir con la celebración del 26 y 27, una antimarcha en la que dicen “nos faltan 43 y 2 más”. Ojalá no pase a mayores.
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