Ante la muda presencia de “Don Quijote de la Mancha”, plasmado en un gigantesco cuadro multicolor pintado al óleo, colgado en la pared lateral de una amplia y moderna biblioteca/despacho, da la impresión de custodiar la espalda de mi entrevistado, Germán Martínez Cázares, actual senador de la República por Michoacán. Sentado en un sillón giratorio frente a su escritorio, celosamente vigilado por una docena de figuras de El Coyote y Correcaminos, de diferentes tamaños, colores y materiales: cristal cortado, metal, plástico y madera, colocados estratégicamente a lo largo y ancho del centro de trabajo del exdirector general del IMSS, al inicio del gobierno de la 4T, (1/12/18- 21/05/21), simulan defender a capa y espada la seguridad de su dueño ante la inesperada llegada de un reportero que se atrevió invadir su refugio intelectual.
La cita acordada para la realización de la entrevista exclusiva para ÍNDICE POLÍTICO, fue fijada en punto de las 13:00 horas, en la calle Londres, en pleno corazón del legendario e histórico Coyoacán de la Ciudad de México, la cual, aún conserva un poco de aquella majestuosa tranquilidad. Al llegar hasta el portón de hierro color negro que permite el acceso al inmueble, me atiende el encargado de seguridad, quien me sorprende al interrogarme: ¿Usté es el periodista que viene entrevistar al siiiñor? Al recibir un “sí” cuando me observa mover la cabeza de arriba hacia abajo, sin dudarlo, levanta el auricular del teléfono y exclama: “Seño Alicia, ya llegó la persona que estaba esperando que viene entrevistar al –siiiñor-”. A escasos un par de minutos, sale presurosa la también periodista Alicia Cárdenas, quien le maneja a Germán Martínez, todo lo concerniente con medios de comunicación, así como su agenda. Alicia Cárdenas es una muy eficiente, amable e inteligente periodista quien ha trabajado con mi entrevistado desde que fue diputado federal y luego Secretario de la Función Pública, durante la administración del presidente Felipe Calderón.
En esta primera parte de la entrevista, el también ex presidente del CEN del PAN, relata que de niño soñaba con llegar a ser gerente de un banco porque observaba que era la única persona de su pueblo natal –Quiroga, Michoacán- que usaba corbatas. Pero que ahora, él, en la actualidad ya no las soporta, sin embargo, las tiene que usar sólo cuando asiste a las sesiones en el Senado de la República. Durante el transcurso de la charla por espacio de dos horas, al tocar fibras sensibles de una infancia desarrollada en tierras purépechas, sostiene ser “Toto”, personaje principal de la exitosa película “Cinema Paradise”, reiterando una y otra vez, que es un relato fiel de lo que le tocó vivir en Villa Jiménez, Michoacán, al lado de su tío paterno Matías, dueño de un pequeño cine. Recuerda que con la ayuda de un burro, acudían a la terminal del tren para recoger las enormes latas de las películas, y luego, todo el proceso de montaje de las cintas hasta su proyección, relato que inevitablemente le provocó lágrimas en los ojos.
Al percatarse de mi presencia en el interior de su despacho, Germán Martínez prácticamente salta de su sillón para recibirme. Con un fuerte apretón de manos me dice: “Bienvenido a esta tu casa, estimado paisano. En lo que llegabas, me puse a leer la interesante, memorable y última entrevista que concediera en vida la inolvidable y polémica María Félix “La Doña”, Me tiene súper atrapado lo que tuviste que hacer para lograr la entrevista. -Como una muestra de caballerosidad, separa uno de los sillones ubicados frente a su enorme escritorio de cristal y me invita tomar asiento. “Antes de que empecemos con la entrevista, -me dice- cuéntame más de lo que viviste en la casa de “La Doña”, será una delicia escucharlo de tu propia voz. ¿Deseas tomar algo? –me consulta y le agradezco la atención, aceptando un poco de agua-
El lugar, es un templo dedicado totalmente a la cultura, en donde reposan escrupulosamente ordenados más de 15 mil libros sobre Derecho, Historia, Filosofía y en donde también, el nombre de Michoacán es lo que más resalta. Una preciosa mesa de centro de cristal, en su cubierta, alberga poco más de 20 libros sobre la historia del estado/cuna del Siervo de la Nación José María Morelos y Pavón. En el lado izquierda de la pared, un hueco finamente iluminado con luz tenue, da cabida a un pequeño altar montado a la memoria de su señor padre don Sergio Martínez Cendejas, recién fallecido, en donde no pueden faltar las películas que le gustaba ver, así como su música preferida, lo que habla de un noble tributo, el gran respeto y la admiración de un hijo agradecido con su progenitor.
La investidura de un senador de la República aquí no existe, mucho menos los protocolos o “aires de grandeza”. Resulta por demás grato platicar con un hombre que da muestras de humildad, sencillez y honestidad. A sus 54 años de edad, el licenciado en Derecho por la Universidad Anáhuac, es un hombre preparado, orgulloso de sus orígenes y con una extensa trayectoria dentro del servicio público. Afirma que “La política es la tarea que evita el dolor que un ser humano le produce a otro y que para ser completamente libre, hay que estar totalmente dispuesto para despedirse siempre”.
-Para que no se duerma con mi relato del cómo entreviste a María Félix, mi primera pregunta es ¿Cómo le va en la vida?
-Una sonora carcajada rompe el silencio que reina en su amplia y ordenada biblioteca/despacho. Detrás de los cristales de sus grandes anteojos que resguardan celosamente su vista, denoto que sus ojos brillan intensamente. Me observa retadoramente en espera de la pregunta con la que debo iniciar la charla. Se frota las manos y al momento de responder, entrelaza sus dedos como queriendo compactar la energía: “No, no me aburre, al contrario. Que historia tan extraordinaria su encuentro con “La Doña” y créame, merece mi admiración y respeto. ¿Cómo me va en la vida?… A un michoacano que ama su tierra, por supuesto que siempre le va ir bien. Y a mí, me va súper bien porque soy parte de mi tierra”.
-¿Un purépecha totalmente arraigado a sus raíces?
-Ni más ni menos. Como a la mitad de michoacanos que están en los Estados Unidos. Así como a la otra mitad de michoacanos que han cumplido su cita con la historia. Mi querido paisano, porque, tú, naciste en Pátzcuaro y yo en Quiroga. –acota- Me va bien en la vida porque soy una persona decente. Porque no soy cobarde y esas características son propias de la tierra michoacana.
-¿A qué jugaba de niño Germán Martínez Cázares, que con el paso del tiempo escaló posiciones de primerísimo nivel en la vida política de este gran país?
-Tuve una infancia inmensamente feliz porque en Quiroga, mi pueblo, podía caminarlo todo y hasta sus calles eran mías. ¡Vaya que pregunta tan interesante pero complicada me haces!! Germán Martínez, el niño, jamás se imaginó nada. Simplemente estudió en un kínder público. La escuela primaria en un plantel privado y la secundaria la cursé en Guadalajara, para luego hacer la preparatoria en una escuela pública en Villa Jiménez, Michoacán.
-¿A tan temprana edad ya recibía una combinación de educación pública y privada?
-Sé perfectamente lo que es la educación pública y la privada.
-¿A qué jugaba?
-A las canicas…
-¿Era bueno para las canicas?
-No era bueno para las canicas… ¡Era malo para todos los deportes y para todos los juegos!!
-¿De a tiro, era un niño un tanto aburrido?
-Bueno, jugaba al balero, al trompo. Tú debes saber que en Quiroga se fabrican unos extraordinarios baleros y trompos de madera. Pero más que nada, era sumamente feliz en la calle jugando a lo que fuera. Repito, fue una infancia plenamente feliz y sin ningún miedo. Sin traumas y sin sentir que me hiciera falta absolutamente nada.
-¿Cómo era su entorno familiar?
-En el interior de una granja, conviviendo con animales. Hijo de un papá dueño de una tienda de abarrotes.
-¿Esos fantásticos olores muy propios de nuestra tierra?
-Ese olor tan peculiar de las granjas, los establos de las vacas, de los puercos y hasta de los pollos. Edmundo, querido paisano, me haces recordar cosas tan preciadas que viví durante mi infancia y lo agradezco enormemente. También ayudaba a las labores de matar pollos y guajolotes para comer. Tampoco me daba miedo ver cómo mataban a los puercos o a las vacas. Por cierto, con mis amigos nos poníamos apedrear a las ratas de cuatro patas. También me enseñaron a sacarle garrapatas de las orejas a las vacas. Materialmente, era un niño de campo…
-¿Y en la escuela, era del montón, de los más aplicados o medio burrito?
-Déjame contarte que concursé para venir a la Ciudad de México y poder visitar al entonces presidente Luis Echeverría en Los Pinos, como uno de los niños más aplicados del Estado de Michoacán, pero quedé en segundo lugar.
-¿Era “matadito” para el estudio?
-Sí, pero también, muy distraído…
-¿Un niño “nerd” de los años 70´s?
-Me gustaba mucho leer y también ir a la escuela. Me siento muy agradecido con cada uno de mis profesores a quienes recuerdo perfectamente. Por cierto, el COVID acaba de matar a mi querido maestro de primaria Crescenciano Rendón “Chano”, quien me enseñó a leer y escribir. Me encantaba hacer la tarea los viernes por la tarde para poder disfrutar el fin de semana sin tener preocupación alguna.
-¿Quién les hacía las tareas?
-Nadie, solamente mi mamá nos vigilaba
-¿Qué programas de televisión eran lo que más le gustaban?
-En un principio, iba a la casa de un amigo a ver las caricaturas en una enorme televisión en blanco y negro. “Simbad el marino”, era una de mis favoritas.
-¿Y el “Tío Gamboín”?
-Claro que me acuerdo de él tiempo después. Era muy poca la oportunidad que tenía para ver televisión. Luego ya tuvimos una televisión en casa que era en blanco y negro, en donde nada más se podían ver uno o dos canales. También en ese tiempo, mi papá llevó una casetera y luego ya una tele a color. Quiero decirte que recuerdo cuando fueron todos los niños de la primaria a mi casa para que conocieran un teléfono de color negro y que se le daba cuerda para pedir una conferencia a una central telefónica…
-¿Su casa era considerada como de “los riquillos”?
-No precisamente, sino que mi papá lo utilizaba muchísimo para hacer sus pedidos y vender animales, pero estaba estrictamente prohibido hacer o recibir llamadas a la hora de comer porque los alimentos eran sagrados.
-¿Qué número le tocó ocupar en el seno familiar?
-El mayor de cinco hijos (tres hermanas y un hermano) …
-¿Una enorme responsabilidad ser el primogénito?
-Uff, vaya que sí lo era.
-¿Le tocó apechugar eso de que la letra con la sangre entra?
-No, mi papá no fue así. Quien era muy insistente y hasta estricta, era mi mamá. Mi papá se dedicó a trabajar toda la vida.
-¿Un niño colmado de “mimos”?
-No precisamente. Lo que sí recuerdo, es haber recibido dos que tres “chanclazos”, coscorrones y hasta con la enorme cuchara de palo que utilizaban para guisar el delicioso pozole michoacano.
-¿Era muy travieso?
-Más que nada, eran pleitos entre los hermanos y los primos. Jugando tirábamos el maíz y los costales de harina.
-¿Un niño hiperactivo?
-Definitivamente sí, pero sabíamos obedecer más y hasta teníamos un poco más de límites y no como sucede ahora con mis hijos que tienen absoluta libertad.
-Ante la proximidad de la época navideña ¿Cómo era una navidad en el hogar de los Martínez Cázares?
-La navidad la pasábamos en casa de la abuela paterna en Villa Jiménez, Michoacán, junto con los primos. Aunque no conocí a mis abuelos varones, pude convivir con mis abuelas. Junto a un enorme árbol natural y bellamente decorado, había regalos para todos. Una patineta y juguetes sencillos. -Estirando los brazos, justo al momento en que se endereza del sillón en el que está sentado, toma aire, con un tono de voz lleno de alegría me dice: “Pero cuando era la llegada de los Santos Reyes, ahí sí que eran abundantemente generosos en todo lo que les pedíamos.
-¿Cuál era su juguete favorito?
-Sin temor a equivocarme, creo que era un patín del diablo color rojo con manubrios de madera, con el que me daba vuelo jugando en la plaza principal a toda velocidad. Luego fue una bicicleta.
-¿Por su mente pasaba la idea de llegar a ser bombero, astronauta, policía, ingeniero, doctor o arquitecto?
-Caray… ¿Es una entrevista o un detallado análisis sicológico? Ja,ja,ja. En ese tiempo, en Quiroga, solamente existía un banco, el Banco de Comercio, que luego se convirtió en Bancomer, que estaba ubicado en la calle principal. Dentro del banco, el primer escritorio pertenecía al gerente, la única persona en todo Quiroga que traía una corbata, es por eso soñaba en llegar a ser gerente del banco…
-¿La corbata era un llamativo “toque de distinción”?
-Vaya, lo que son las cosas, hoy, no soporto usar las corbatas.
-¿El hábito no hace al monje, sólo lo distingue?
-Exacto, pero era algo que me llamaba mucho la atención.
-¿Era asiduo al cine?
-Pocas veces he visto sonreír al senador de la República por Michoacán, al abordar el tema de su afición por el cine, creo haber tocado uno de sus temas favoritos. Con una amplia sonrisa me cuenta: “Me encantaba ir al cine de mi tío Matías y me capturó sobremanera…”
-¿…Por qué?
-En primer lugar, porque nos metíamos a escondidas para ver películas que nos permitían ver debido a una muy severa censura por parte del Cura del pueblo. Era formidable acompañar a mi tipo a la estación del tren para recoger las enormes latas que contenían las películas que exhibiría en su cine. Nos íbamos en burro porque no había transporte, luego, era acomodar las latas en el lomo del burro y llevarlas hasta el cine, para luego regresarlas hasta al tren.
-¿Le divertía, presenciar el proceso de montar las películas y luego su exhibición?
-¡Era fantástico!! Para mí, el cine representa una cosa mágica. –Intempestivamente, sus ojos se llenan de lágrimas, levanta discretamente la armazón de sus lentes, y con sus dedos, limpia las lágrimas que están a punto de rodar por sus mejillas-
-¿Algo así como lo sucedido en la película “Cinema Paradiso”?
-Es que es exactamente lo que viví. Nunca he visto una película dos o tres veces. “Cinema Paradise”, es parte de mi infancia. Edmundo, me tiene muy emocionado al permitirme recordar una etapa tan bella de mi vida, de verdad, te lo agradezco mucho.
-¿”Toto”, el personaje principal de “Cinema Paradise”, brincó de la pantalla gigante para convertirse en un político mexicano?
-Woooow, que hermosa manera tienes para conducir una entrevista y tocar fibras tan sensibles. Sí, sí soy “Toto” de “Cinema Paradise”, y el “cácaro” de la película era mi tío Matías. Sin la menor duda, puedo decir que esa película fue hecha sobre parte de mi vida y le guardo tanto agradecimiento que es por eso que mi hijo se llama Matías. Jamás podré olvidar que me regresaba de Villa Jiménez a Quiroga, llorando de emoción.
-¿Qué otras películas le gustaban?
-Me acuerdo de Kalimán y Chanoc, que al final del día, eran películas “churrito”, y sin embargo, le pegaron al cine mexicano. Pero también veía muchas de Pedro Infante.
-¿Qué música escuchaban en casa?
-Agustín Lara, que era la misma música que mi papá ponía en el coche durante los viajes, y que no es como hoy, los papás escuchamos la música que ponen los hijos. Ni como olvidar a Emilio Tuero, Fernando Fernández y Hugo Avendaño…
-¿La música del recuerdo…?
-Pues era la música que me tocó escuchar.
-¿A dónde se iban de viaje con su papá?
-Nos llevaba a la playa y a la Ciudad de México, por cierto, en el Teatro Blanquita conocí a uno de los ídolos de mi papá: Dámaso Pérez Prado, quien se encargaba de cerrar el espectáculo, después de Paco Stanley, Carmen Salinas. A Pérez Prado lo había escuchado solamente en casete, sobre todo, me sabia cada una de las melodías que tocaba.
-¿Cómo hermano mayor ayudaba a los hermanos pequeños?
-Ni papá ni mamá terminaron la primaria, así es que salíamos nosotros adelante o no había de otra. Mi mamá siempre estaba dedicada a la cocina, la limpieza de casa y la ropa. Una magnífica ama de casa en toda la extensión de la palabra. Mientras que mi papá era ya un destacado comerciante.
-¿El cambio de primaria a secundaria fue un golpe duro?
-Muy duro porque me fui a estudiar a La Salle en Guadalajara, un colegio de Jesuitas. Pero me fui porque no había una secundaria ni colegio de bachilleres en mi pueblo, solamente en Pátzcuaro y Morelia.
-¿Por qué Guadalajara?
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