Rito pagano transformado en tradición cristiana, la costumbre en la cultura occidental de celebrar la Navidad con árboles decorados llegaría desde su lugar de origen, Alemania, con los primeros emigrantes de ese país que arribaron a México.
Sus primeras referencias quedarían registradas en nuestra historia gracias a las cartas de un soldado austriaco durante la Segunda Intervención francesa.
Se ha sugerido que el emperador Maximiliano de Habsburgo trajo la usanza de poner árboles en Navidad, pero hay referencias de que la práctica ya la realizaban cerca desde diez años antes algunas familias europeas, principalmente alemanas, establecidas en México, desde principios del siglo XIX.
Antes de que el cristianismo se extendiera por el mundo occidental, el árbol era un importante símbolo dentro de las culturas paganas. Muchos pueblos de Europa se adhirieron a la creencia de que los árboles volverían a florecer en la primavera solo si se les pagaba tributo en el invierno.
El roble era particularmente venerado por los celtas, así como por los sacerdotes druidas entre los galos y britanos. Los romanos veían en los árboles frutales poderes especiales que simbolizaban el retorno de la vida; incluso, los belicosos vikingos decoraban abetos y fresnos con trofeos de guerra para la buena suerte.
Con el surgimiento del cristianismo y la celebración del nacimiento de Cristo, no es de extrañar que aquel tradicional y popular rito pagano de venerar a los árboles fuera adoptado y transformado en una nueva costumbre cristiana. Relatos de Historias de México.
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