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GUILLERMO ORTEGA, UN REPORTERO A FUEGO LENTO – Edmundo Cázarez C

Por Edmundo Cázarez C
-Segunda de tres partes-

No obstante ser heredero de una tradición de destacados periodistas, a quienes se les consideraba como integrantes de la vieja guardia, Guillermo Ortega Ruiz, en ese entonces, con aires de novillero y siendo un inquieto estudiante en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, anhelaba fervientemente, ser uno de los reporteros del principal noticiero de la televisión mexicana durante los años setentas, sin imaginar que no le quedaba otra, que fraguarse a fuego lento, es decir, aprender, nada más ni nada menos, que al lado del maestro Jacobo Zabludovsky, justo en el momento que el noticiero 24 HORAS, era la fuente principal de información que había en México y que tuvo una trascendencia por tres décadas.

Acostumbrado a escribir cuartillas y cuartillas para la revista América, en donde aprendió el bendito oficio del periodismo. Estando ya dentro de la televisión, tuvo que adoptar a su quehacer periodístico y lenguaje, una manera de redacción que le facilitara expresarse con pocas palabras, es decir, conciso y preciso e informar con exactitud las tareas periodísticas que le eran encomendadas.

En esta segunda parte de la entrevista que concedió a ÍNDICE POLÍTICO, nos comparte las peripecias que tuvo que sortear para poder cumplir con la orden de trabajo que le asignaron, la que se convirtió en una auténtica prueba de fuego, era su primera nota para Noticieros Televisa, tenía que investigar el estado de salud del entonces embajador de Estados Unidos en México y sin contar con la mínima información al respecto, pero que, con astucia y sagacidad, pudo salir avante.

Asimismo, acepta que un reportero se hace a fuego lento, tal y como le sucedió al tener que cubrir, por accidente, un incendio que se registró dentro de los Estudios Churubusco, en donde, por cierto, se estaba filmando la película “A fuego Lento”

Guillermo Ortega reitera su agradecimiento, al haber tenido la oportunidad de llegar hasta Jacobo Zabludovsky, demostrando un enorme esfuerzo y dedicación, para lograr convertirse en el equipo de reporteros del famoso noticiero “24 HORAS”, mismo que fue para él, una verdadera escuela y con un gran Maestro.
-¿Cómo fue el trato que te dio Jacobo al recibirte?
-Llegué a su vieja oficina que estaba ubicada en Niños Héroes número 27, primer piso, la cual, se derrumbó durante el terremoto de 1985. Mi primer contacto fue con Lupita Garnica y su hermana Dolores, que era su eterna secretaria.
-¿Pero qué te dijo?
-Jacobo siempre fue muy educado y pulcro en el vestir, con su inconfundible corbata negra, como eterno homenaje a la memoria de su papá, al estar frente a él, me dijo: “Con que eres sobrino del maestro Gregorio Ortega”. Sí licenciado, soy Guillermo Ortega. “Con que quieres ser periodista”, me dijo nuevamente. Sí licenciado, le respondo. Con voz fuerte me recalca: ¡A ver muchachito, sígueme!! Acto seguido, sale de su reducida oficina y ahí voy detrás de él…
-¿Como el flautista de Hamelin?
-Ja, ja, ja. No precisamente. Caminamos como cinco o seis metros hasta la escalera que daba a una segunda planta del primer piso, en donde estaba la oficina de Raúl Hernández, quien durante mucho tiempo, fue el jefe de Información de Noticieros Televisa. Me presenta con él y le dice a Raúl: “Aquí te traigo a este joven, viene de muy buen árbol, pero veremos cómo resulta la rama” Antes de retirarse del lugar, Jacobo, me observa fijamente y me dice con voz tajante: “Mira, ahora depende de ti” ¡Ponte a trabajar niño!!”
-¿Y qué sucedió?
-Ahí me quedé. Raúl Hernández, me da una orden de trabajo. “A ver, cheque el estado de salud del embajador de Estados Unidos en México”
-¿Qué sentiste?
-¡Uta madre!!, me dio escalofrío, pero me puse en chinga a buscar el nombre de quién era el Embajador de los Estados Unidos en México Joseph John Jova ¡Nunca se me va a olvidar!!, y que estaba internado en el Hospital Inglés.
-¿Quién te ayudó?
-Nadie me dijo nada. Me fui en chinga al Hospital ABC, tuve que inventar un cuento chino, de esos que nos aventamos los reporteros para sacar información y me dieran acceso hasta en donde se encontraba internado el Embajador.
-¿Qué diablos les dijiste?
-Fui con una señorita que estaba en el área de informes del nosocomio y le digo: “Disculpe mi insistencia, un amigo mío, que es americano, me ha estado hablando y no logra comunicarse para saber el estado de salud de su tío, que es el embajador de los Estados Unidos y está aquí. Sólo quiere saber que está bien de salud. No tiene con quien hablar porque no habla español. Me llama y me llama preguntándome y no sé qué decirle ¿Me puede decir algo para informarle?…
-¿Y qué te informó la persona del hospital?
-Me dijo: “Mire joven, lo único que le puedo informar, es que el señor embajador está estable y tiene una muy buena recuperación”. Señorita, le agradezco mucho a nombre de mi amigo. Sin pensarlo más, me fui hecho la mocha a Televisa para poder escribir mi nota.
-¿Ya tenías un lugar asignado?
-¡No hombre!, estaba como pollo en gallinero ajeno. Estaba todo desconcertado. No sabía ni donde sentarme a escribir. Como arte de magia, en eso, me ve Agustín Granados (QEPD), quien conocía a mi tío, con esa voz ronca que le caracterizaba, me dice: ”Así que eres sobrino del Maestro Ortega, verdad” Soy Agustín Granados por si no me conoces ¿Qué estás haciendo? Todo temeroso, le digo que Raúl Hernández me había ordenado investigar esto, y que ya tenía todos los datos. Mira amigo, escribe aquí una nota, en eso, me proporciona un “dito” -que era con lo que se hacían las notas para el noticiero de Jacobo-, así es que escribí mi nota. Todavía me dice Agustín Granados, “Cuando la termines, me la muestras”
-¿Te puso como campeón?
-Me había aventado como 15 párrafos. Un tanto serio, Agustín Granados me dice: ¡No, hombre, así no se escribe para televisión!! Imagínate, leer todo ese rollo en televisión, no te alcanza todo el noticiero del licenciado. Todo tiene que ser en frases muy breves. Marcar con tres puntitos, una línea y otra porque así, se te facilita la lectura. Así son los guiones y textos para grabar como reportero de televisión. Vente para mi lugar, te voy a echar la mano, pero nada más no le digas nada al jefe Hernández que te ayudé.
-¿Granados te hizo la nota?
-No, él, no escribía a máquina. Me fue dictando algunas líneas. Era lo mismo que yo había escrito pero resumido en tan sólo cuatro líneas. Total, se la llevo a Raúl Hernández. Era una nota de diez líneas con toda la descripción que había investigado. Raúl, la toma en su mano, la leyó de volada y me dice: ¡Tírela!! Me quedé con la cara de ¡What!!
-¿Y qué hiciste?
-Todo triste, fui y la tiré al cesto de la basura. ¡Me sentí cucaracha!! No sabía escribir para televisión. Creo que me alcanzó a ver lo que había hecho haciendo, sale de volada de su oficina y le dice a Luz María, que era su secretaria, “Luz María, explíquele al señor, lo que es tirar una nota” Se acerca su secretaria y todavía Raúl grita: ¡Sáquela de la basura!! Voy y saco de la basura mi nota. Raúl me dice, Señor Ortega venga por favor, Tirar una nota es imprimirla o sacarle copias en el esténcil, es por eso tiene papel carbón para hacer copias. Vaya sáquele copias y vuelva a venir conmigo. También me enseñaron a depositar cada una de las copias en diferentes canastillas, que tenían los nombres de cada uno de los noticieros de Televisa.
-¿Pensaste tirar la toalla?
-Para que te digo que no, sí lo que pensé. Primero, me dio mucha pena. Imagínate la vergüenza que en tu primer día de trabajo, te regañen. Creo que hasta rojo me puse de vergüenza. Un poco más tranquilo, Raúl Hernández me da una palmada en mi hombro y como amigos, me dice: “No sea tonto, si no sabe, es mejor que pregunte. No haga cosas precipitadas”. Al escuchar todavía eso, me sentí un verdadero estúpido.
-Nadie es perfecto…
-En efecto, había sido mi primera nota en Noticieros Televisa. Pasado el susto, Agustín Granados me brinda un abrazo y me dice: “Cualquier cosa que necesites, aquí estoy a tus órdenes, soy como tu tío” Un hombre muy cariñoso.
-Bueno, ya estabas dentro de la estructura como reportero del noticiero más importante de la televisión mexicana, en ese entonces…
-Raúl Hernández me vuelve a llamar a su oficina, me pide que me siente frente a su escritorio. “A ver, dígame, cómo son sus horarios… ¿Va estar usted a prueba? Le comenté que estudiaba por las mañanas, pero que estaba totalmente abierto a lo que me indicaran y que podía acomodar mis horarios. Si me necesitan más en la mañana, puedo cambiar al horario vespertino en mi escuela.
-¿Se te complicaban las cosas?
-No, fíjate que no. Raúl me dice, necesito que venga por las mañanas, si necesita algo, le doy permiso para ir a la escuela. El turno vespertino en la Carlos Septién, empezaba a las seis de la tarde. Ahora que me acuerdo, tú también estuviste en el turno vespertino junto con nuestro querido amigo el gran caricaturista Pedro Sol. Lo bueno de todo, es que la Carlos Septién estaba en su nueva dirección, en Basilio Badillo y me quedaba muy cerca de Televisa. Sin pensarlo más, hice el cambié de turno.
-Recuerdo aquel documental que hiciste sobre la escuela…

  • Si caray, el maestro Fernando Uribe, de la clase de cine, me puso que hiciera un documental acerca de la escuela, mismo que se difundía constantemente en todos los actos de la Carlos Septién. En mi salón, era mi compañero el padre Adán Montiel, junto con Andrea Flores, Angélica Graham, Jorge Lloret, Jorge Vladislavosky. Bueno, hicimos un gran equipo. En Semana Santa, fuimos a Cuajimalpa y rodamos un documental “Semana Santa en Cuajimalpa”
    -¿Por qué dejaste la escuela?
    -La verdad, es que ya no podía asistir con la misma constancia, cuando ya estás trabajando como reportero, te absorbe totalmente.
    -Se puede decir que entraste a noticieros Televisa con el pie derecho…
    -Se puede decir que Gregorio Meráz y tu servidor, ingresamos al mismo tiempo. Gregorio, a la postre, se convirtió en corresponsal en Washington, es más, entró una semana antes que yo. Mi ingreso a Televisa fue el 16 de junio de 1976.
    -Lo que no me has dicho, cuál fue la respuesta de Jacobo cuando vio tu primera nota…
    -La nota se fue a breves y así quedó. Como Gregorio y yo éramos los “novatos”, en noticieros Televisa nos ponían que hiciéramos todas las notas sin importancia.
    -¿Pero que sentiste ver tu nota “al aíre”?
    -Simplemente, me dio mucho gusto ver en televisión un trabajo que había realizado inesperadamente, el primer día en que ni sabía que me iba a quedar ahí. Mi nota la estaban leyendo todos los conductores de los noticieros, por supuesto, cada uno le imprimía el enfoque y duración que quería… ¡Pero era mi nota!!
    -¿Cómo cambió tu vida a partir de ese momento?
    -Uff, tenía que levantarme a las 4 de la mañana porque tenía que llevar a mis hermanos a sus escuelas. A Televisa, llegaba antes de las siete de la mañana. Pero déjame decirte que cuando llegaba antes de las siete, Raúl Hernández ya estaba ahí… ¡Uff!! Me ponía a revisar los periódicos y cualquier nota importante que veía, tenía que informarle. ¡Hágame una lista de los asuntos más relevantes que publican todos los diarios!!, me decía a cada momento.
    -¿Eras algo así como el “chícharo” de la jefatura de Información de Televisa?
    -Pues ahí me tenían como de guardia para cubrir lo que fuera saliendo. Me tocaba cubrir notas a las que no iban los “reporteros estrellas” de aquel tiempo. A Gregorio y a mí, nos encargaban cubrir seis o siete notas diariamente, algunas, no pasaban en ningún noticiero y las otras, se iban a breves.
    -¿Tenías un camarógrafo asignado permanentemente?
    -Qué bueno que me preguntas eso. En ese entonces, las notas se cubrían con una camarita de cine “Bolex”, sin sonido ni micrófonos. Te ibas con el camarógrafo a filmar solamente imágenes de la nota y la llevabas a revelar, te ponías a escribir el texto, pero todas, sin excepción, se iban a breves.
    -¿Cuánto te pagaban?
    -Creo que dos mil quinientos al mes, pero eran de aquellos pesos. Al mes de estar ahí, me mandan al área de personal para darme de alta. De esta manera, creo que solamente estuve trabajando dos semanas completamente gratis. Creo que Jacobo le consultó a Raúl acerca de mi desempeño, fue así como dieron el visto bueno para que me quedara contratado y con el salario mínimo que le pagaban a un reportero incipiente.
    -No te podías quejar, ya pertenecías a la empresa televisiva más importante de habla hispana de esos tiempos…
    -Cuando me entregaron mi gafete decía: “Analista de Información B”, que después supe que era de los gafetes que les daban a los “Free lance” y con un sello del departamento de personal para darle autenticidad, vamos, un cartoncito enmicado.
    -No puedes negar que estabas totalmente orgulloso de trabajar en Televisa…
    -Para que te digo que no. Luego, me aumentaron un poquito el sueldo, mismo que le entregaba íntegro a mi mamá, solamente me daba para la gasolina.
    -¿Cuánto tiempo pasaste “en el limbo” televisivo?
    -No recuerdo exactamente, pero creo que fueron varios meses porque no podías grabar absolutamente nada para el noticiero estrella “24 HORAS”, hasta que Jacobo Zabludovsky diera la indicación.
    -¿Noticieros Televisa estaba convertido en una hoguera de las vanidades?
    -Vaya, mira mi querido Edmundo, si grababas para otro noticiero, Jacobo te descalificaba, de esta manera, no grabábamos nada para Hoy Mismo de Guillermo Ochoa, ni para ningún otro noticiero, así es que, solamente dejábamos la nota sin decir para tal o cual espacio informativo.
    -¿Neta?
    -¡Neta!!, los demás noticieros ocupaban la nota pero no te daban el crédito.
    -¿Hasta cuándo empezaste hacer notas que valieran la pena?
    -Seguía haciendo mis notas, pero no eran de las estelares. Poco a poco, Jacobo las fue revisando y me fue dando un minuto en su noticiero…
    -Pero ya te daba tu crédito en su noticiero… Vamos, ¡No podías patear el pesebre!!
    -Ahí aprendí a ser disciplinado. Luego, empecé hacer notas que ya valían la pena, pero insisto, no eran notas de las llamadas “estelares”. Cuando ingresé, eran los últimos meses de Luis Echeverría. Todavía me tocó ir a cubrir, en algún momento, alguna actividad del entonces presidente de México porque la titular de la fuente era Graciela Leal y me empezaron asignar coberturas.
    -¿Y qué sucedió durante el sexenio de La Solución Somos Todos?
    -Empezando el sexenio de José López Portillo, como tú sabes, cuando empieza un sexenio, buscan a quién descabezar del sexenio anterior como para hacerle entender a la gente que todo será diferente…
    -¿Cómo era tu trato con López Dóriga, que era uno de los reporteros “estrella” de Jacobo?
    -Bien, siempre me saludaba muy cordial. Yo estaba muy chavito. De hecho, cuando él se fue a Canal 13, que después se convirtió en Imevisión y luego en TVAzteca, me ofreció que me fuera a trabajar con él.
    -¿Y por qué no aceptaste?
    -Porque estaba muy empeñado en no defraudar la confianza y oportunidad que me había brindado Jacobo Zabludovsky. Además, creo que siempre me he esforzado en redactar bien, y me “echaron” el ojo, ya como reportero…
    …¿ Y…?
    -Pero fíjate cómo son las cosas. Una de esas tardes, se da a conocer que se había producido un enorme fraude con unos barcos camaroneros en la compañía estatal Productos Pesqueros Mexicanos, y se supo que un señor de apellido Fletcher, dueño de la empresa gringa que había vendido los barcos, venía a México para entrevistarse con autoridades mexicanas que habían denunciado este fraude y con esos barcos camaroneros.
    -¿A cada capillita, le llega su fiestecita?
    -Ja, ja, ja,. Entonces, mandan a Rita Ganem, para que hiciera una “guardia de reportero”, en el hotel Camino Real, en donde estaría hospedado este señor. Pero resulta que esa misma tarde, Rita Ganem, tenía un conflicto familiar que le imposibilitaba hacer esa “guardia”, en la que además, era muy probable que no se lograra nada.
    -¿Una oportunidad para tí, como caída del cielo?
    -¡Exacto!!, entonces, me ofrezco hacer la “guardia” por ella. Total, me voy al Camino Real con la inquietud de un reportero joven de 22 años de edad.
    -Si con el embajador de Estados Unidos en el hospital te las ingeniaste ¿Qué se te ocurrió hacer?
    -Consigo un paquete, voy y les digo que tenía que entregarle un paquete, de manera urgente, al señor Fletcher, que debería ser en su propia mano, porque contenía documentación confidencial del gobierno mexicano y de vital importancia para él. Pido que me permitan ir hasta su habitación.
    -¿Los elementos de seguridad no te obstaculizaron?
    -Fíjate que antes no había tanto rigor en ese aspecto. Total, me dijeron el número de habitación que tenía. Ahora, mi problema era ingeniármelas cómo meterme a la habitación con todo y cámara. Iba ser muy complicado porque la entrada a las habitaciones estaban muy vigiladas.
    -¿Te sentiste James Bond en el Agente 007 o Tom Cruise en Misión Imposible?
    -Estaba muy a las vivas, viendo en qué momento se descuidaba el vigilante, bueno, total que me subo al elevador y salí corriendo hasta su habitación, pero detrás de mí, venía el guardia. Toco en la habitación, justo en ese momento, el guardia venía dando la vuelta en la esquina del pasillo en donde estaba la habitación…
    -¿Te pescaron?
    -Uff, en ese instante que toqué, el señor Fletcher abre la puerta, voltea y ve al guardia y me mete a su habitación con un ligero empujón y me dice… ¡Pásele!! ¿Quién es usted? -me pregunta con una cara de asustado- Soy Guillermo Ortega, reportero de Televisa, Solo vengo a platicar con usted y tengo mi cámara abajo. “No, con cámara no hablo con usted -me dice- ¿Y ese guardia que venía detrás de usted? No pues es un guardia del hotel -le respondo-. El señor estaba totalmente asustado y me dice: ¿No tiene que ver con nadie más? No, ya le dije que es un guardia del hotel y me venía siguiendo a dónde me dirigía, pero es un guardia del hotel.
    -¿Estaba solamente él en su habitación?
    -Sí, además me percaté que tenía una botella de whisky en su mesa, se apreciaba que estaba tomando.
    -¿Te dio la entrevista o no?
    -Me dijo: “A ver, ¿Qué demonios quieres saber?” le expliqué que se hablaba de un fraude con unos barcos camaroneros, con la compañía estatal Productos Pesqueros Mexicanos y que estábamos enterados que venía a dar explicaciones al gobierno mexicano. Me dijo que era un tema que iba abordar con las autoridades mexicanas, porque la información que se había publicado no era exacta ni correspondía a la verdad, con irregularidades en el proceso por parte de las propias autoridades mexicanas y que derivó en que los barcos no se entregaran en tiempo y que fueran abandonados. Es un tema que no rehuimos y es por eso que estoy aquí en México. -me argumentó-
    -Ya tenías la nota….
  • Todavía le dije que me diera chance de grabarlo en cámara, pero me dijo terminantemente que no iba aparecer en cámara, porque era ponerse la soga en el cuello con el gobierno mexicano. “Eso es todo lo que le tengo que decir, que la empresa cumplió en sus términos del contrato y que las autoridades tienen que asumir su responsabilidad”.
    -¿Y qué hiciste?
    -Me salí de su habitación y me fui en chinga a Televisa con mi camarógrafo. Ya en la redacción, me puse a escribir como si fuera una novela, narrando paso a paso lo que me había sucedido y la firmé como Rita Gánem y Guillermo Ortega. Me dio mucha pena llamarle a Rita esa hora, eran más de las doce de la noche, le explique todo lo que había sucedido y que estaba firmando la nota a nombre de los dos.
    -¿Qué dijeron tus jefes?
    -Estaba en esas, cuando veo a Ernesto Villanueva, jefe de Información del noticiero Hoy Mismo de Guillermo Ochoa, se acerca hasta donde yo estaba, quien por cierto, falleció en el terremoto de 1985…
    -¿Pero qué te dijo Ernesto Villanueva?
    -Que se estaban incendiando unos sets cinematográficos en Tlalpan, los Estudios Churubusco y que como no tenía un reportero disponible, que le echara la mano… “Memo, por favor, lánzate”, me dijo con una cara de angustia y me fui a cubrir la nota, por cierto, se estaba rodando la película “A fuego lento”. El incendio se produjo, precisamente, en el set en donde se rodaba la película.
    -Un reportero de película ¿no?
    -De regreso a Televisa, le entrego la nota a Neto Villanueva y le digo. “Dile al señor Ochoa, que ahí le dejo esta nota curiosa, porque se incendió el set en donde se rodaba la película “A Fuego Lento”
    -¿Y tu nota sobre el fraude a los barcos?
    -Escribí un “dito y medio”, se la dejé en el escritorio de Raúl Hernández, pero también, le dejé una copia para Jacobo Zabludovsky, recuerdo que se la eché por debajo de su oficina y me voy un poco más tranquilo a mi casa.
    -¿Y luego?
    -Cuando Jacobo ve eso, al día siguiente, le llama la atención. Inmediatamente buscan a Rita Gánem y le dice a Jacobo: “Mira Jacobo, voy a ser muy honesta, Guillermo Ortega, me hizo el favor de cubrir la guardia y escribió el texto. En eso, me llama Jacobo que fuera de inmediato a su oficina
    -¿Uff, se te armó la de Dios Padre con Jacobo?
    -Cuando estoy frente a él, me pregunta ¿Tú escribiste esto? Y le digo: ¡Sí señor!!, pero todavía con voz fuerte me vuelve a preguntar ¿Seguro que tú escribiste esto? Le vuelvo a decir que sí ¿Y todo lo que relatas ahí, fue lo que paso? ¡Sí señor!! Todo apenado, le ofrezco disculpas por no haber logrado la entrevista con cámara. Le dije que le había insistido que me diera la entrevista en cámara, pero no quiso. Estaba muy asustado por lo del guardia del hotel que me había seguido hasta su habitación.
    -¿No te creía Jacobo?
    -No es que dudara de mí, sino quería comprobar que no le estaba mintiendo y que no había hecho una “nota volada”. Me ordena que fuera nuevamente a buscar a ese cabrón, así me lo dijo- “Ortega, ve a buscarlo otra vez y síguele. También busca al de Productos Pesqueros Mexicanos. Métete en la nota”
    -Uff, vaya presión…
    -Con esas indicaciones del Maestro Jacobo, fui a buscar a Rafful que era el Director General de Productos Pesqueros Mexicanos, empresa paraestatal en el sexenio de López Portillo. Igualmente, no conseguí nada con cámara, la poca información que había logrado, di cuenta de ella en un texto y se la llevé a Jacobo
    -Te volvió a reprender?
    -No, solamente al verme parado en la entrada de su oficina me dijo ¿A poco ya te diste por vencido? ¡No señor!! Y me vuelve a decir… “¿Entonces qué haces aquí?, vete de nuevo y no estés perdiendo el tiempo aquí. Un reportero no tiene que estar metido en una oficina” Ni modo, me tuve que ir de nueva cuenta a cazarlo. Ese, fue mi primer día estelar en Televisa.
    -¿Por qué?
    -Esa noche, apareció Jacobo al inicio de “24 HORAS” y dijo: “Anoche, le pedí a los reporteros Rita Gánem y Guillermo Ortega que hicieran guardia en el hotel en donde se encontraba hospedado el empresario estadounidense de apellido Fletcher, involucrado con el fraude con barcos camaroneros, perjudicando a Productos Pesqueros Mexicanos, y este, es el texto que me entregaron” Leyó, tal cual, la nota que había escrito
    -El que persevera alcanza ¿No crees…?
    -No había grabado mi nota, pero mira, Jacobo Zabludovsky la leyó “al aire”, tal cual la había escrito.
    -¿Qué sentiste? ¿Te hiciste “pipi”?
    -A lo mero macho, lloré de emoción. Pero agregó algo más: “Hoy en la mañana, comisioné nuevamente a Rita Gánem y Guillermo Ortega, para que fueran nuevamente a buscar más información, y este, es el texto que me entregaron. Leyó el segundo texto que había escrito, que era mucho más breve y menos espectacular ¿Qué está pasando en Productos Pesqueros Mexicanos? -remató mi nota-. Y para terminar, dice al aíre antes de ir a un corte: “¿Habrá alguna autoridad mexicana que responda ante esta situación? El señor Fletcher le dijo a Guillermo Ortega que la empresa que representa, no había incumplido con ningún contrato. ¿De quién es la culpa y quién es el responsable?”
    -¿Suerte de novillero?
    -Estaba en mi casa viendo “24 HORAS” totalmente impactado, con todo el cuerpo chinito y llorando de emoción. Jacobo dijo mi nombre varias veces como su reportero.
    -¿Un debut inesperado en “24 HORAS”?
    -¡Exacto!!, literalmente era mi debut en “24 HORAS”.
    -Uff, tenías que redoblar tus esfuerzos, ya te había abierto la puerta…
    -Fíjate que poco después, sale a la luz pública un escándalo al que llamaron como “El Fraude la Chatarra”, por cien millones de pesos. Jacobo tenía toda la información, pero no la había querido soltar, porque le habían pedido que la aguantara… ¡Y nos las ganó Excélsior!!
    -¡Sopas!! ¿Pero qué pasó?
    -Jacobo llegó esa mañana a su oficina muy enojado, repetía una y otra vez, que había honrado su palabra de no hacerla público hasta el momento pactado, y que Excélsior, había roto el pacto y la había publicado en su primera plana. Entonces, le dice a Raúl Hernández “Raúl, quiero a los mejores reporteros metidos en cuestiones de fraudes”. Que Guillermo Herrera se vaya a la PGR, que Juan Manuel Rentería se vaya a Patrimonio Nacional, porque ese fraude se había cometido en la dirección de Bienes Muebles. Ah, manda a Ortega a ver si puede entrevistar al entonces director y que era de origen judío.
    -¿Estabas seguro de que ibas a poder con esa nueva misión?
    -Me fui hasta las instalaciones de DINA, con todo y cámara. Llego hasta la oficina de este señor, su secretaria me informa que no se encontraba ahí, y que, además, no me podía recibir sin previa cita. Le pedí que le informara que iba del noticiero “24 HORAS”, en relación al “Fraude Chatarra” La secretaria casi me corrió, diciéndome que no me iba a recibir y que me fuera del lugar.
    -¿Te diste por vencido?
    -¡No!!, le dije al camarógrafo que prendiera la cámara y me siguiera. Me valió madres y me metí a su oficina a la brava, el tal Félix, era el nombre del director, se espantó cuando me vio con el micrófono en la mano y la cámara frente a él y le digo: Señor Félix ¿Qué responde usted de la acusación que hay sobre este fraude en la dependencia en la que usted es director? Me contestó que no tenía nada que decir, que se ponía a las órdenes de las autoridades, cooperando con la PGR. No voy a decir nada y la investigación está en curso.
    -¿No te sacaron sus guaruras?
    -¡No!! Sabían perfectamente que estábamos grabando para el noticiero, pero todavía le hago otra pregunta: ¿Es verdad que usted se vendía asimismo los bienes muebles que desechaba la dirección?¡No voy a decir nada!!, repetía una y otra vez. Total, apagamos la cámara y nos retiramos. Por supuesto, que su secretaría me odió con odio jarocho. Le ofrecí disculpas y le hice ver que estaba cumpliendo con mi tarea de reportero.
    -¿Y qué sucedió al regresar a Televisa?
    -Entregué el material para que fuera revelado, tenía que esperar cerca de siete horas. Los compañeros de laboratorio, creo que me vomitaban, no obstante, les hacia ver que era una nota que había encargado personalmente el licenciado Zabludovsky. Voy a la oficina del licenciado y me dice: “¿Qué pasó niño? Cuando empiezo a narrarle que había logrado entrevistar al director involucrado en el Fraude Chatarra, se incorporó de su asiento como si hubiera sido proyectado por un resorte. ¿Y qué te dijo? No, no me dijo nada licenciado, pero tengo grabado en donde sostiene que no va hablar. Le platiqué que me había metido a la fuerza a su oficina con cámara y todo lo sucedido. Se me queda viendo muy serio y exclama: “Ortega, ¿Qué diablos haces aquí? Regrésate y vuélvelo a entrevistar”
    -Ni modo, no te quedaba de otra…
    -Pues ahí voy de nuevo a la oficina de este señor, allá por el rumbo de Coyoacán. Cuando me ve de nuevo su secretaría, con una cara como si hubiera visto al diablo grita: ¡Otra vez usted aquí. El señor ya no está aquí por favor sálgase. No me quedó otra que poner cara de pordiosero, le digo que no había servido lo que habíamos grabado antes. Su secretaria, reiteradamente, me decía que su jefe ya no estaba ahí. De pronto, casi al oído me dice: “Yo no le dije nada, pero cuando regrese, mi jefe, va entrar por ahí” Vaya a la calle y ahí espérelo.
    -¿Le creíste?
    -No me quedaba de otra, ahí voy con todo y camarógrafo. En cosa de diez minutos, llega el señor, en cuanto me vio, casi se echa a correr, pero mi cámara ya estaba grabando todo. Cuando me acerco a él, me dice: “Ya le contesté hace rato”. Le dije lo mismo que a su secretaria, que el material no había servido y que me volviera a decir lo mismo. Total, me dijo casi lo mismo, pero en una de las respuestas, deslizó algo que era diferente a lo que ya me había respondido y que infería que, él, estaba muy al tanto de todo lo que estaba pasando.
    -¿Quedó satisfecho Jacobo con tu esfuerzo?
    -Creo que ya me estaba esperando, estaba de pie en la redacción, al verme, de inmediato me dice: Ortega, ¿No me digas que no pudiste? Claro que lo pude entrevistar licenciado, le hice ver que lo había estado esperando en la calle hasta que regresara a su oficina… ¡Ortega, eres un cabrón!! Le señalé, que en una de sus respuestas que me había dado, había un elemento que denotaba que sabía perfectamente todo lo que estaba ocurriendo. Esa noche, mi material fue la principal nota en 24 HORAS. Días después, originó que este señor fuera a la cárcel, claro está, conjuntando todos los reportajes hechos por mis compañeros en diversas dependencias, sobre el tema.
    -Te habías ganado un lugar dentro de su equipo…
    -Ja, ja, ja. Me acuerdo que Raúl Hernández nos decía ¿A qué hora van a pasar por su fusil?
    -¿Llegaste a tener miedo en alguna represalia en tu contra?
    -Dos semanas después de coberturas muy aceleradas, Jacobo nos veía muy estresados, tanto a Juan Manuel Rentería como a mí. Se nos empezaron a cerrar puertas. Nos veían con cierto odio en varias dependencias gubernamentales. Sin embargo, me ordenó que permaneciera todas las tardes en su oficina, ayudándole a ordenar y editar cada una de las notas y reportajes que irían cada noche al noticiero. Jacobo Zabludovsky fue un gran Maestro del periodismo televisivo.
    -Continuará-
Ceprovysa

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