LO QUE MÁS ME ENCABRONA, ES QUE ME HAGAN PREGUNTAS PENDEJAS: LEONARDO RODRÍGUEZ ALCAINE
Por Edmundo Cázarez C
Originario de Texcoco, Estado de México (1º de mayo 1919 – 6 de agosto 2005) Leonardo Rodríguez Alcaine, controvertido ex secretario general de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), sucesor del legendario Fidel Velázquez, tajante, afirmaba que le valía madre que le dijeran que era grosero o mal hablado, porque así, era como se expresaba el “grueso” de la gente a lo largo y ancho del territorio nacional… “¿De qué chingados se asustan?… ¡No me vengan con mamadas!! Soy una gente del pueblo que habla sin hipocresías ni falsas posturas. Sí soy muy mal hablado, pero de ninguna manera, un cabrón grosero. Así como me expreso, no lo hago con el deseo de molestar a los demás, pero lo que sí reconozco, es que, a veces, soy muy explosivo y actuó de manera muy fea, pero, sí, soy de armas tomar”
No obstante poseer un semblante de “pocos amigos”, en realidad, cuando se le trataba en persona, sorprendía por su amabilidad y sencillez. Lo que sí le “encabronaba” -decía-, era que le hicieran preguntas “pendejas” o que lo llamaran como “La Güera” Rodríguez, porque eso, era la peor ofensa que podía soportar y provocaba que la sangre le hirviera por las venas.
En 1997, a la muerte del legendario Don Fidel Velázquez, asume la Secretaría General de la CTM hasta 2005, cuando fallece a los 86 años de edad.
Continuando con el rescate de entrevistas que habían quedado guardadas en una muy antigua computadora que me brindó un espléndido servicio durante muchos años. Coincidiendo con la casa editorial que lleva a cabo el proceso de impresión, publicación y lanzamiento de mi primer libro “Entrevisto… Luego Existo”, logró liberar material que, seguramente, será incluido en mi segundo libro que tienen proyectado lanzar para fines de 2024. Así es que, es mi deseo compartir con usted, estimado lector de ÍNDICE POLÍTICO, esta interesante y hasta divertida entrevista, ya que el próximo primero de mayo de este incierto 2023, se cumplirían 104 años del nacimiento de este peculiar personaje.
Entrevistado en su despacho de la CTM, haciéndose acompañar de su entonces vocero oficial, Nezahualcóyotl de la Vega, aquella mañana del jueves 20 de enero del 2000, me decía que su mayor en la vida, era haber sido gobernador del Estado de México, pero no se le hizo, debido a que su antiguo amigo y jefe Don Fidel Velázquez, se había inclinado a favor de Alfredo del Mazo padre, rompiendo sus aspiraciones.
Asimismo, hacía referencia que, en su época, el Partido Acción Nacional, representaba el principal obstáculo para el Partido Revolucionario Institucional, del que siempre fue fiel seguidor. “El PAN, era un partido serio, que trabajaba verticalmente y de acuerdo a su ideología, basado en sus principios, pero en la etapa del año 2000, desgraciadamente, tiene un candidato, que más que candidato, es un pinche payaso y medio loco. Yo no me explico, cómo es que Vicente Fox quiere ser presidente de la República si es un verdadero asno”
La verdad es que conversar con este enorme personaje de la política nacional de ese entonces, resultaba grato y hasta divertido, por sus constantes ocurrencias. Dicharachero, simpático, alegre y agradable, quien afirmaba tener pruebas que Cuauhtémoc Cárdenas había comprado los votos para llegar a la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, y hasta le parecía increíble que, el entonces candidato presidencial por el PRD, siguiera siendo manejado como una pinche marioneta por su señora madre, doña Amalia Solórzano.
-¿Es verdad que Leonardo Alcaine nació en pañales de seda, que no sabe de las necesidades reales de los trabajadores que representa en la CTM, y que, desde niño, siempre quiso ser un destacado político?
-Elegante en el vestir, enfundado en un traje de seda color gris Oxford a rayas. Una camisa blanca y una corbata amarilla con rombos azules y rojos responde: “¡A cabrón!! Mire usted, para empezar, le diré que provengo de una familia del estado de México y de condiciones económicas muy pobres”
-¿Pero cómo fue de niño?
-Sorprendido por la pregunta, le pide a su vocero que, por favor, cierre la puerta y que no le pasen ninguna llamada, aunque sea del mismísimo presidente de la República. “¿Así será toda la entrevista con esa irreverencia que me está mostrando?” -inquiere- “Por otra parte, las ilusiones infantiles son muy bonitas. Lo único que pensé, fue que, posiblemente, quizás, llegara a ser gobernador de mi estado natal… ¡En eso sí pensé, pa´qué chingados le digo que no!!”
-Insisto, pero dígame, ¿cómo fue esa niñez?
-Mucho muy difícil, porque mi padre fue una persona muy trabajadora, pero, debido a un lastimoso padecimiento en la espina dorsal, duró siete años en cama. Una enfermedad incurable en aquella época, debido a esto, los pocos centavitos que había guardado mi madre, se vinieron abajo.
-Uff, que pena…
-No cabe duda, fue una niñez mucho muy dura para mí y para mis hermanos.
-¿Le tocó asumir el papel de papá al ser el hijo mayor?
-Efectivamente. Éramos seis hermanos y nada más quedamos tres. Al ser el hijo mayor, representaba una situación muy apremiante. Mi mamá y yo, tuvimos que ponernos a chingarle, trabajando como negros: mañana, tarde y noche…
-¿En qué trabajaba y qué edad tenía?
-En lo que podíamos, para poder mantener a mis hermanitos. Yo tenía ocho años de edad, pero, sobre todo, cuando abandonamos nuestro natal Texcoco para irnos a la Ciudad de México. Lo primero que hicimos, fue internar a mi papá en el Hospital General de la Secretaría de Salud, porque ni siquiera teníamos dinero para pagar un doctor.
-Dios aprieta, pero no ahorca…
-Le repito, fue una niñez mucho muy dura para poder salir adelante.
-¿Cómo le hizo para que esa cruda y lacerante etapa fuera un poco más placentera? ¿A qué jugaba, si es que podía darse el tiempo para jugar?
-Desgraciadamente, para el niño Leonardo, no existía la diversión, aunque debo reconocer que existían aquellos juegos tan normales. Éramos tan pobres, que yo mismo hacía los carritos de madera con ruedas de corcholatas para mis hermanitos, y cosas por el estilo…
-Súbitamente, el poderoso secretario general de la CTM, rompe en llanto, golpeando la cubierta de la mesa de juntas con el puño cerrado exclama: “¡Carajo!!, perdóneme por chillar, nadie, pero nadie, me había hecho chillar en una entrevista…. ¡Qué güevos los suyos!!” Se despoja de la armazón metálica color dorado de sus lentes y procede a limpiarse las lágrimas con un pañuelo de tela blanco con gris que extrae de su pantalón.
-¿Le da pena que lo vea llorar? No se preocupe, lo hombres también lloramos a veces…
-“Nezahualcóyotl, a este cabrón, lo quiero ver cada martes aquí en mi oficina y tomarme un café con él” -Le dice a su vocero, refiriéndose a este reportero- “¿En qué nos quedamos?”
-Don Leonardo, desea que suspenda la entrevista…
-¡Ni madres!! Ahora se chinga, primero me hace chillar ¿y me sale con que ya quiere irse? ¡Ni madres que lo dejo ir!!
-¿La familia mexicana de aquel entonces, era más unida y con valores más firmes?
-Yo creo que sí, sobre todo, en el aspecto moral. Había un respeto absoluto hacia los padres. Un respeto absoluto de los niños y jóvenes hacia las personas mayores de edad. Con la simple mirada de nuestros padres, podíamos entender perfectamente que teníamos que obedecer lo que nos estaban ordenando.
-¿En pleno año 2000, la sociedad mexicana se sostiene con familias disfuncionales?
-Creo que las familias han degenerado…
-¿A qué se debe?
-Pues a que casi todo el mundo anda de cabeza, pero no es algo que sea exclusivo de la sociedad mexicana, sino que nos empeñamos por adoptar costumbres y modismos ajenos.
-¿La familia mexicana está condenada a desechar sus propios principios?
-¡Uta madre!!…
-¿…Ahora qué le pasa?
-…¿Quién chingados lo mandó entrevistarme? ¿Viene de algún Centro de salud familiar?
-¿Por qué me dice eso…?
-Es que sus demás compañeros me preguntan puras pendejadas…
-Discúlpeme, pero yo respeto el trabajo de cada uno de mis compañeros, es más, el sol sale para todos…
-Pues debería sentirse orgulloso… ¡porque hasta me hizo chillar!!, en un dos por tres, es como si me hubiera puesto jaque mate de ajedrez… ¡en tan solo dos jugadas!!
-¡No se azote!!, insisto, ¿desea que termine la entrevista?
-Ya no me esté chingando con eso, porque entonces sí lo corro… ¡Carajo!! ¿Acaso no me entiende? Me tiene sorprendido…
-Don Leonardo, mejor dígame ¿La familia mexicana está condenada a desechar sus principios y bases?
-El aspecto moral y fundamental de la familia mexicana se está acabando. Pues fíjese que sí… La familia mexicana sí está condenada a desechar los valores morales.
-¿Surtía más efecto la mano dura de los padres?
-Dentro del marco educativo, estando en la primaria y secundaria, con las penurias económicas que teníamos, creo que no fui un mal estudiante. Fui un niño y un puberto que se preocupaba mucho por el bienestar de mis hermanos, el de mi mamá y el mío propio.
-¿Qué quería ser de grande?
-Después de haber terminado la secundaria, ingresé a la Academia de Conocimientos Aduanales, hasta llegué a desempeñarme como vista aduanal a los 16 años de edad.
-¿Estaba permitido?… ¡Era menor de edad!!…
-El amor de mi familia podía esperar, pero el hambre no. Curiosamente, nunca volví a ejercer dicha actividad, porque desde esa época me dediqué al aspecto sindical…
-Pero era un “mocoso”…
-Pues sí, era un adolescente, mocoso, puberto y como quiera llamarle, pero no me quedaba de otra. Así es que, don Fidel Velázquez, me ayudó para entrar a trabajar en la Comisión Federal de Electricidad, en donde permanecí durante 61 años de servicio ininterrumpido.
-¿Y los estudios?
-¡Carajo!!, no se le va una…. Luego, empecé a estudiar ingeniería, justamente, al segundo día de clases, me metí como líder sindical, aunque ya tenía como 18 años cumplidos…
-¿Por qué líder sindical?
-Lo hice para no trabajar como negro. Mire usted, era técnico electricista, andaba trepado en los postes, colocando cables y transformadores, pero me salió el tiro por la culata…
-¿Por qué…?
-Espéreme tantito, no sea tan desesperado…
-Bueno, quiero decirle que cuando venía para acá a entrevistarlo, la imagen que tenía de usted era la de un señor déspota, soberbio, engreído y me encuentro a un Leonardo amable y hasta un tanto tímido…
-Vaya, que bueno que no me dijo que soy un pinche chillón…
-¿Me iba a correr?
-¡No!!, sino que me lo iba a llevar a comer donde usted quisiera… Ja, ja, ja.
-Mejor dígame, ¿qué imagen tenía el joven Leonardo de los gobernantes de ese tiempo?
-Bueno, en ese entonces, el presidente de la República era nada más ni nada menos que don Emilio Portes Gil, pero vamos, estaba todavía muy verde para opinar sobre política, sin embargo, lo que sí me había dado cuenta, era que don Emilio, era una gente que se preocupaba por ayudar a los demás, mientras que yo, me preocupaba más por ganarme unos centavitos para llevarle de comer a mis hermanitos y a mi santa madre.
-Ya no me dijo en qué trabajaba junto con su mamá…
-Lavábamos pisos de muchas casas y oficinas, los pintábamos de congo rojo, amarillo y azul.
-¿Era algo así como un “mil usos”
-¿Cuando ves a tu familia sufrir, no te importa que tengas que lavar pisos ni baños. ¡Exacto!!, fui un auténtico “mil usos”, carpintero, mensajero, lava coches, electricista… ah, por cierto, hasta de sastre también la hice para obtener unos centavos más…
-Vaya que le tocó hacerla de todo…
-Casi de todo… ¡menos de puto!!
-¿En dónde vivía?
-Uff, que recuerdos me está arrancando de mi memoria… Me acuerdo mucho que nos venimos a vivir a una vecindad en la calle de San Sebastián, muy cerquita de El Carmen, en la Peralvillo, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México. Esa vecindad era propiedad de doña Matilde Montes de Oca, la madrina de bautizo de mi hermano menor.
-¿Recordar es volver a vivir?
-Total, que doña Matilde, era una buena señora y nos tuvo durante bastante tiempo sin cobrarnos la renta, es más, hasta nos daba de comer, porque la verdad, estábamos rete jodidos. Ahí mismo, enfrente, había una escuela en la que, mi madre y yo, nos íbamos a lavar los pisos de rodillas, con escobetas y al terminar, aplicábamos congo amarillo, por cierto, nos quedaban las manos todas amarillas -Lo dice completamente emocionado y agrega-: “Era la única manera para sobrevivir y medio comer”
-¿Un hombre de lucha…?
-Así es como nos enseñó la vida y había que chingarse.
-¿Ya tenía novia?
-Ja, ja, ja. Para que me doy golpes de pecho, era muy cabrón con las chicas…
-¿Desde entonces data su fama de ser tremendo con las mujeres?
-Fui y lo sigo siendo… y qué digo tremendo…¡un verdadero cabrón!!.
-Bueno, nadie es perfecto…
-Hablar de ese tipo de acciones ya no me gusta…
-¿Lo pasado, pasado?
-Es que en mi condición de trabajador/niño/adolescente, no tenía mucho esa posibilidad de hacerlo, vamos, porque tenía que comprarles una paleta o un helado, llevarlas al cine, no tenía lo suficiente, y la mera verdad, no podía hacerlo porque dejaría sin comer a mis hermanitos y a mi mamá.
-¿Pero si iba al cine?
-Me acuerdo que en esa época, ir al cine de barrio, costaba 15 centavos la entrada, pero en galería, nos costaba siete centavos.
-¿A qué cines iba?
-Nos íbamos al cine Cervantes o al Lecumberri, que siempre estaban atiborrados de personas, así es que no nos quedaba de otra que irnos a galería para poder comprarnos un dulce o papitas…
-¿Cómo olvidar aquellos tiempos…?
-Ya ve porqué le dije que usted es diferente a sus compañeros reporteros…
-¿…Otra vez con lo mismo?
-Sin embargo, fue una época bellísima y que compartimos con amigos que, ahora, son destacada personalidades como Jacobo Zabludovsky y el doctor Gustavo Baz, así como otras gentes que se me escapan a la memoria…
-¿A lo mero macho… ¿Ya siente que le empieza a fallar la memoria?
-Mi amigo, todo por servir se acaba… ¡Ah!!, me faltaba mencionar al General Anaya, que, por cierto, fue mi compañero en la primaria. Así como también aquellos célebres boxeadores como “El Chango Casanova” y Joe Conde, gente muy de ese barrio.
-¿Armaban las pandillas de puros cuates?
-¡Sííí!!, hacíamos nuestras pandillas para irnos a los cines o a los bailes.
-¿Era un parrandero cualquiera o practicaba algún deporte?
-Siempre fui un excelente excursionista y alpinista. También practiqué la natación, ciclismo, incluso, fui campeón de ciclismo en tres ocasiones, pero fundamentalmente, era el alpinismo.
-¿Qué metas se había fijado, siendo ya un joven?
-Mi única meta era llegar a ser un profesionista, cosa que no pude lograr por penurias económicas, por eso, fue que me metí al ámbito sindical.
-¿Quién le extendió la mano en el aspecto laboral?
-Mi padre tenía un amigo que se llamaba José Loyola Luque, jefe de compras de la CFE. Con ese motivo, fue como me dieron chance de entrar con una recomendación de don Fidel Velázquez, pero era como mozo, con un sueldo de 58 pesos mensuales. Mi trabajo era barrer y trapear desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde.
-¿No tenía un horario de ocho horas laborales?
-No mi amigo, en aquella época, no existían los horarios fijos.
-¿Para qué le alcanzaba ese sueldo?
-Para medio comer… ¡Ahh!!, pero eran 58 pesos de aquellos… ¡que sí valían!!
-Vaya cosas de la vida… ¿De mozo a Secretario General de la CTM?
-Bueno, yo creo que el problema no es cómo ascendí, sino por qué ascendí.
-A lo mero macho ¿Nació para ser un líder nato?
-Desde la primaria, me gustó ser algo así como líder. Ahí me tiene yendo a muy diferentes laboratorios médicos y conseguir cosas para los botiquines de cada salón de la escuela.
-¿Era bueno para el choro mareador?
-No sé cómo chingados le hacia, pero conseguía uniformes para los equipos de básquetbol, futbol y voleibol.
-¿Así fue que creció con esa mentalidad?
-Pues sí, con esa misma mentalidad, quizás, me inicié en el aspecto sindical con don Francisco Pérez Ríos, mi primer jefe, a quien quiero, respeto mucho y que en paz descanse. Con él, fue con quien formamos el primer sindicato sindical de la CFE.
-¿Le costaba mucho trabajo convencer a sus compañeros o existía una total apertura al diálogo?
-No, y digo que no, porque éramos muy poquitos y manteníamos una relación y comunicación muy importantes entre cada uno de nosotros en nuestras diferentes áreas de trabajo.
-¿Cómo fue creciendo, sindicalmente?
-Poco tiempo después, me ascendieron como auxiliar en el almacén general de la CFE, por cierto, a los dos años, ya estaba convertido como jefe del almacén. Después, empezamos a trabajar de lleno en el aspecto sindical para formar las secciones sindicales a lo largo y ancho del país.
-¿Zapatero a tus zapatos?
-Curiosamente, después me llaman para formar el sindicato mexicano de la construcción. También participé en la creación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Radio y Televisión, en fin, he sido gente de lucha.
-¿Quién lo invita a convertirse en diputado?
-Fue gracias a mis compañeros de la CFE, me tocó la suerte de ser diputado federal en la LVIII Legislatura, y creo que no hicimos un mal papel.
-Bueno, eso lo dice usted… ¿Cuáles fueron sus logros?
-Fundamentalmente, atendiendo a los electores y no defraudando su confianza, tan fue así, que posteriormente, lo fui en dos ocasiones, y también, dos veces como Senador de la República.
-Si arrastraba multitudes ¿Por qué no buscó ser gobernador del Estado de México?
-Creo que he sido un hombre de mucha suerte, pero los líderes obreros no somos bien vistos desde determinados puntos de vista, y creo, que, en mi natal Estado de México, era muy difícil lograr ser gobernador.
-No hay peor lucha, que la que no se hace….
-No obstante que, en el Estado de México, es donde se encuentra concentrada la mayor planta de trabajadores del país…
-Ya no le dé vueltas… ¿Quién se opuso a que usted llegara a ser gobernador del Estado de México?
-Nadie se opuso. ¡No sea cabrón!! ¡No empiece amarrar navajas!!
-¿Así nos llevamos ya?
-Ja, ja, ja, no se encabrone, además, no le estoy faltando el respeto. Lo que quiero decirle es que nadie se opuso, simplemente, cuando tuve la mejor oportunidad, el compañero Fidel Velázquez fue el que se decidió porque fuera Alfredo del Mazo, porque según me dijo, yo le hacía más falta aquí en la CTM y que tenía que ser muy disciplinado…
-Uyy, pues con esos amigos… ¡Para qué quiere enemigos!!
-Edmundo, entiéndalo por favor, tenía que ser muy disciplinado.
-Aunque lo pinte de colores, pero se le fue la soñada oportunidad de su vida ¿Cómo conoció a don Fidel?
-Lo conocí en las lides sindicales desde 1938. Él, ya era el famoso e influyente “Don Fidel” y se desempeñaba como Secretario de Organización de la CTM, justo cuando el sindicato de la CFE, se inició como un sindicato obrero y no burócrata. Ahí fue en donde lo conocí.
-¿Cómo era ese trato y relación?
-Era amable y respetuoso, una relación eminentemente sindical…
-A lo mero macho, ¿no eran grandes amigos?
-No, no es eso, sino que se dio a tal grado, que hace tres sexenios, fui secretario de organización con él. Posteriormente, fui secretario general sustituto, y hoy, aquí me tiene como responsable de la Confederación de Trabajadores de México.
-Con el respeto que me merece, ¿Qué siente ser el mero mero de la CTM?, porque hay quienes afirman que le quedó grande el cargo…
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