Por Edmundo Cázarez C
-Segunda de tres partes-
Fotos: Mario Aboytes Contreras
Reza un popular refrán: “Lo que de chico se aprende, jamás se olvida”, y tal parece que, a Roberto Femat Ramírez, un destacado periodista/comunicólogo, orgullosamente mexicano, le queda a la perfección. Independientemente de haber recibido una fuerte influencia familiar, porque tanto su papá como sus dos hermanos mayores, siempre estuvieron dedicados al quehacer periodístico dentro del periódico La Prensa. Desde los 13 años de edad, por decisión propia, incursionó como “huesito” o “chicharo”, es decir, un simple asistente, auxiliar o “mandadero” en la redacción del periódico, su actividad era ir a comprar café, refrescos, tortas, cigarros para los reporteros y tener todo en orden para que los “señores periodistas”, pudieran llevar a cabo su cotidiana actividad. Sin darse por vencido, con tenacidad, esfuerzo y dedicación, llegó a escalar posiciones que solamente estaban dedicados para los grandes periodistas de este gran país.
En esta segunda parte de la entrevista exclusiva que me concedió para ÍNDICE POLÍTICO, sin titubeos, con absoluta seguridad, confiesa ser un periodista ¡por intoxicación!!, es decir, el periodismo se respiraba en su casa por todos lados y no le quedaba de otra que seguir por el mismo camino. De ser un simple auxiliar en el periódico La Prensa, lugar de donde fue “corrido” por el entonces Jefe de Información del diario La Prensa, Jorge Herrera Valenzuela, quien obedecía las puntuales indicaciones del señor Mario Santaella, otro hora máximo jerarca de un periódico que tenía enorme circulación a nivel nacional, pero gracias a que Herrera Valenzuela lo corrió, tuvo que sacar la casta y esforzarse por alcanzar nuevos derroteros, de esta manera, con el paso del tiempo, se convirtió en uno de los reporteros más destacados del desaparecido diario El Heraldo de México, el cual, tuvo que abandonar al estar amenazado de muerte por haber logrado una entrevista exclusiva con el exguerrillero Genaro Vázquez.
También dice el dicho que: “No hay mal, que por bien no venga”, gracias a su olfato periodístico, logró encumbrarse como uno de los grandes reporteros de la agencia Notimex, obteniendo grandes exclusivas durante los cuatro años en que estuvo ahí laborando.
Así es que, estimado lector de ÍNDICE POLÍTICO, lo invito para que se sumerja conmigo en esta interesante y hasta divertida charla, que tuvo a bien concederme este destacado periodista y comunicólogo Roberto Femat Ramírez.
-¿Ese bendito olor a tinta en las redacciones, forma parte de la sangre de los reporteros?
-¡Qué bonita pregunta!! Sin lugar a dudas…
-¿Qué recuerdos atesoras de tu paso como “cerillo” en la redacción del periódico La Prensa?
-Más que “cerillo”, era un auténtico “hueso”
-¿Pero cómo es que llegas a La Prensa?
-Mi tío Roberto, hermano de mi mamá, fue director general de La Prensa, pero antes, lo había sido mi tío Polo Ramírez Cárdenas. En fin. siendo mi tío Roberto el director de La Prensa, justo cuando apenas tenía 13 años de edad, le pedí que me diera la oportunidad de ir a trabajar a la Prensa.
-¿Ya traías “el gusanito” por el periodismo?
-Déjame decirte que, más que por vocación, soy un periodista, comunicador o como le quieras llamar… ¡por intoxicación!!
-¡Ah caray!!… Explícame cómo esta eso…
-Tres de mis tíos y dos de mis hermanos, se dedicaron a la comunicación. Así es que estaba requeté difícil para que pudiera anhelar ser otra cosa…
-Una cosa es que tuvieras la influencia familiar, pero tú, a lo mero macho ¿Qué demonios querías ser?
-Pues a lo mero macho, no me quedaba otra que seguir el mismo camino…
-Perdón que te interrumpa, pero, a eso, se le llama conformismo…
-¡Pues no!!, mi querido sicólogo. Eso es lo que realmente quería o ambicionaba desde el fondo de mi ser…
-Dice el dicho que entre gitanos no se leen las cartas…
-¡Ya lo sé!!, pero te estoy diciendo ciento por ciento la verdad. Siempre anhelé llegar a ser un destacado periodista.
-¿Los sueños se cumplen?
-Gracias a Dios, logré ese sueño, como bien lo dices. En mi caso, así fue.
-¿Cuál era tu actividad como “hueso” o “cerillo” en la redacción de La Prensa?
-Me mandaban a comprar refrescos, cigarros, tortas, boleaba zapatos. Colocaba las “cuartillas” -hojas de papel para que escribieran los reporteros- en su lugar…
-Bueno, creo que casi todos hemos pasado por algo similar… Nada es fácil en esta vida…
-En efecto, luego se me presenta la oportunidad para que fuera ayudante de redacción…
-Nada es para siempre, pero lograste subir un escalón…
-Ser ayudante de redacción, era algo así como sobreviviente del inframundo. Ya aparecías en los esquemas, en la nómina, en las órdenes de trabajo en los turnos matutino, vespertinos y nocturno.
-¿A qué reporteros recuerdas que estaban en ese entonces?
-A Mauro Jiménez Lazcano, quien era un cronista parlamentario en el periódico La Prensa. Así como al bien recordado y querido Fausto Zapata Loredo -QEPD-, Félix Fuentes, reportero de la fuente policiaca y mi amigo Jorge Herrera Valenzuela
-Integrantes de la “vieja guardia” periodística…
-Fíjate que con Jorge Herrera Valenzuela me pasó algo curioso…
-¿Te quedó a deber dinero de cigarros o refrescos?
-No, sino que me corrió del periódico…
-¿…Por qué…?
-Mi tío Roberto me dio la oportunidad para entrar a la Prensa por méritos propios y por escalafón, así es que comencé por ser ayudante de redacción, siendo mi tío Roberto todavía el director del periódico, le pedí una oportunidad para ser redactor…
-¿Si te dio chance?
-Sí, pero lo hizo después de someterme a una prueba. En eso, se presenta una de esas tantas crisis que llegaban a la cooperativa del periódico La Prensa, cuyo directivo mayor, era nada más ni nada menos que don Mario Santaella, cada vez que, él, -don Mario-, olfateaba algo que pudiera atentar contra su poderío, se dedicaba en aplicar “purgas”, obligando a mi tío Roberto que dejara la dirección de La Prensa, así como a muchísimos más, en los que creía Santaella que lo querían tumbar de su alto cargo como director y gerente general de La Prensa. Aunado a esto, llega Jorge Herrera Valenzuela como jefe de Información
-¿Pero, por qué te corre Jorge Herrera Valenzuela del periódico?
-A la semana que Herrera Valenzuela ya estaba como jefe de Información, me llama y me dice. “Mira Femat, tengo la indicación que te vayas o te regreses como ayudante de redacción, pero ya no serás redactor”.
-¿Pero qué habías hecho para que te corriera?
-Todavía me dice: “Lo que también es cierto, es que el señor Santaella ya no quiere a ningún Femat, ni mucho menos, a un Ramírez aquí en el periódico. Así es que, lo que te recomiendo… ¡es que te vayas mucho a chingar tu madre!!”
-¡Qué fuerte!!… ¿Qué hiciste?
-Fue tanto mi enojo y el coraje que tenía, pero ahora, repetidamente, le agradezco a Jorge Herrera que me haya hecho ese grandísimo favor de quitarme, porque fue una de las situaciones que marcaron mi vida.
-¿Te quedaste con los brazos cruzados?
-¡Por supuesto que no!!, de inmediato, fui a ver a Fausto Zapata, quien ya estaba en la campaña presidencial de Luis Echeverría…
-Vaya, perder no es tan malo…
-Cada frase que sacas, a lo mero macho, me dejas sorprendido…
-Déjate de cosas y mejor sígueme contando
-Es que, perdiendo, gané muchísimo más. Si Herrera Valenzuela no me hubiera corrido del periódico, jamás, se me hubiera ocurrido ir en pedirle auxilio a Fausto Zapata.
-¿Y que te dijo Fausto Zapata?
-Me preguntó qué es lo que quería hacer, le dije que deseaba ser periodista como él, que había pensado en ingresar al Heraldo de México, porque era el periódico que “piensa joven”, como rezaba su slogan publicitario.
-¿Qué edad tenías…?
-Tan solo 16 años…
-¿Fausto Zapata no te dio “el avión”?
-No, para nada. Me dijo que era muy amigo de Oscar Alarcón, que me iba a dar una carta de recomendación para que fuera a verlo y pudiera entrar a trabajar ahí. Al día siguiente, me entrega la carta y se la llevo a Oscar Alarcón al periódico El Heraldo de México. Estando frente a él, se me queda viendo y me dice: “¿Y esta carta, qué demonios contiene? Sin pérdida de tiempo, le explico que era una carta donde me estaba recomendado el licenciado Fausto Zapata Loredo para que llegara a ser reportero de El Heraldo de México.
-¿Oscar Alarcón era de pocas pulgas?
-Cuando tuvo la carta en sus manos, sin abrirla, la rompió en mil pedazos y me dice: “Mira muchachito, aquí, no aceptamos recomendados de nadie. Así es que se me va con las sicólogas del periódico y si aprueba el examen sicométrico, es usted bienvenido, pero si no, no lo quiero volver a ver en toda mi vida.
-¿Sopas!!… ¿…y?
-Total, fui con las sicólogas, por cierto, una de ellas, fue la primera esposa de Joaquín López Dóriga…
-¿Pero qué sucedió con tu examen?, ¡caray!!, ya no la hagas de emoción…
-Pues resulta que lo aprobé y comencé como reportero de El Heraldo de México a los 17 años de edad.
-¿Cuál fue la primera orden de trabajo que recibiste, como reportero?
-El jefe de Información era Salvador González Pérez, me dejó en la guardia nocturna, quien por cierto, era el más chico de los siete hermanos, hijos del “Papi Rus”, seis varones y una mujer, para ser más exactos. Todos se dedicaron al periodismo, excepto César, que era el más pequeño y resultó ser un extraordinario dentista…
-¿Cuál fue la primera nota que trabajaste?
-Aprendí muchísimo en El Heraldo de México, creo que fue la mejor escuela que pude haber tenido dentro del periodismo. Estar en la guardia y fuente policiaca, son las fuentes que mejor te forman como reportero.
-¿Recuerdas algunos de tus compañeros reporteros?
-Sí, cómo no. Tuve la suerte de tener como compañero, inclusive, ingresamos el mismo día, a mi querido amigo Enrique Ahmed, quien se había fogueado en la sección de espectáculos cuando su jefe era Raúl Velasco. Lo más curioso, durante los 4 años que permanecí en El Heraldo de México, nunca me asignaron una fuente, siempre hacía suplencias, pero cubriendo asuntos de relevancia nacional.
-¿Hiciste mancuerna con el querido y desaparecido Enrique Ahmed?
-Mi queridísimo hermano Quique, que lamentablemente falleció, íbamos juntos a todas las órdenes de trabajo.
-¿Cuál fue tu primera nota en primera plana?
-Una entrevista que le hicimos Enrique y yo, al subprocurador David Franco Rodríguez. Me acuerdo que cuando llegamos a su oficina, se nos quedaban viendo, de a tiro, éramos unos chamaquitos de 17 años de edad, creo que poseíamos buen carisma y le caíamos bien a la gente, por cierto, en la oficina de prensa de la entonces Dirección General de Policía y Tránsito, que estaba en Tlaxcoaque, los pinches policías nos decían “Pily y Mily”
-Pero Enrique y tú, no eran gays, te lo digo con todo respeto…
-No te preocupes. ¡Por supuesto que no!! Lo que sucedía, es que siempre andábamos juntos para todos lados. Tiempo después, cada uno emprendió por caminos distintos y nos perdimos
-¿Qué sensación te dio, ver por primera vez, una nota tuya publicada en primera plana?
-Hay dos historias, pero te platico una que es muy importante y hasta se convirtió en muy formativa para mí.
-…¡Venga..!!
-Genaro Vázquez Rojas, era un guerrillero muy importante en el país, quien murió a consecuencia de un accidente automovilístico en los límites de Michoacán y Guerrero. Obviamente, El Heraldo de México era un periódico de ultra derecha y pro gobiernista, en donde, la figura de Genaro Vázquez Rojas, estaba fuera de cualquier posibilidad de publicarse. Un día, en primera plana, aparece en el periódico unas fotografías de Genaro Vázquez, cuyo cabezal principal, a ocho columnas, decía: ¡He aquí al ídolo!, estaba sentado a un lado de una alberca en traje de baño y acompañado por unas muchachas, pero al pie de la foto, se explicaba que esa casa la había comprado con dinero producto de secuestros, en donde Méndez Arceo, había participado como interlocutor en el secuestro de Jaime Castrejón Diez…
-¿Que después fue Rector de la UNAM?
-Exactamente, el mismo. Después supe que esas mismas fotografías, el propio gobierno las había ofrecido a varios periódicos y por tratarse del tema que era, no las habían aceptado. Así es que, sin pensarlo ni un minuto más, Oscar Alarcón dio la orden para que se publicaran en primera plana. Días después, llega Oscar Alarcón hasta mi escritorio, este señor me calificaba de comunista y me dice: “Femat, le voy a dar una nueva oportunidad para que me demuestre que, usted, no es un comunista”.
-¿A lo mero macho, eras un espía encubierto de la KGB, de Rusia o de Cuba?
-¡Por supuesto que no!! No sabia ni el significado de la palabra “comunista”. Total, me dice que me fuera de inmediato a la cárcel de Chilpancingo y que entrevistara al lugarteniente Genaro Vázquez Rojas, quería que le arrancara la declaración que había sido él, quien había tomado esas fotografías que aparecieron en El Heraldo de México…
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