Su color de piel, lo condena ante alumnos violentos.
Lo golpean porque es ¡Moreno! A ella, por su complexión robusta y a él, por su estatura y a otros, hasta por su condición económica.
Se cierra la puerta de la escuela y en su interior, sufren discriminación, golpes físicos o sicológicos.
Muchos maestros, y directores, son incapaces e incompetentes para detener la discriminación y la violencia.
Para algunos alumnos, el regreso a clases, es su calvario, tanto por el maltrato por algún compañero, como por la omisión de maestros para evitarlo.
No quieren regresar a la escuela y algunos padres, aún esperan el cambio para asegurarles una vida escolar sin ¡Violencia!
Para muchos el ciclo anterior, fue de golpes y agresión psicológica no controlados por el magisterio.
La violencia se torna cotidiana por aspecto físico, social o económico.
Los maestros, “resuelven” la agresión, con suspender o expulsar a el o la alumna violentos.
La violencia y discriminación, no se detienen en cada ciclo escolar.
Los padres, cambian a sus hijos de escuela, y trasladan el temor de la violencia a otro plantel.
A la Secretaría de Educación Pública, a veces, esos casos no llegan.
No sabe, porque se lo ocultan, se guarda silencio y tanto padres como maestros, no revelan lo que se da al interior de las escuelas públicas.
Hay silencio de maestros, de padres de familia y de alumnos.
Unos por temor, otros porque no saben cómo resolver.
Las amenazas de agresión alcanzan a los maestros.
Llega un nuevo ciclo escolar con las mismas fallas.
Las escuelas, son en algunos casos, la réplica de una sociedad cada vez más ¡Violenta!
Los padres, no sólo se enfrentan a los abusos de directores que exigen aportar material no solo para el aseo de las escuelas, incluso para que los maestros trabajen.
Exigen lo que la Secretaría de Educación Pública, debe aportar de su presupuesto, y omiten, garantizar la seguridad física y mental de los alumnos.
A diversas escuelas públicas, llegarán estudiantes a padecer la carencia de agua, fallas en la luz, y la persistencia de actos violentos, no resueltos en el pasado ciclo escolar.
Revivirán el ¡Abandono! Total, que va más allá de los errores en los nuevos libros de texto que tanta polémica han generado.
En la Ciudad de México, en el Estado de México, y sobre todo, en regiones al interior del país, se homologan las carencias, las fallas y el descuido.
Hay similitud de omisiones no sólo en la violencia y la discriminación contra alumnos, también en los abusos, sobre todo a nivel primaria y preescolar, para exigir a padres, hasta escobas y trapeadores.
Escuelas, que además de inseguras, en este ciclo escolar, son gasto oneroso para padres que cubren con sus recursos económicos, la carencia hasta de material didáctico para el magisterio.
En diversos planteles a la lista de útiles escolares, le agregan material e insumos para el desempeño de los maestros y el aseo de las escuelas.
Hay listas en las que hasta “sugieren” marcas específicas para el desempeño en clases del maestro, como diversos tipos de marcadores para pizarrón.
A esas condiciones, se enfrentan.
Un nuevo ciclo escolar, con viejos yerros en políticas públicas y escuelas inseguras.
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