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LA PRENSA SE TORNÓ INMUNDA POR CULPA DE EMPRESARIOS Y DIRECTIVOS DE LOS MEDIOS: EDGAR MORIN – Edmundo Cázarez C

Por Edmundo Cázarez C. -Primera de tres partes- Sumergido por completo en la profundidad del bullicio que se respiraba en el interior de un concurrido restaurante, ubicado desde hace décadas en la glorieta de Camarones, al norte de la Ciudad de México, el doctor en antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas y licenciado en Periodismo por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Edgar Morín Martínez, autor del libro Prensa Inmunda, (Grijalbo 2022). Un mexicano atrapado por la hiperactividad, a lo largo de casi dos décadas, ha impartido clases en instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas. Así como su valiosa participación en infinidad de conferencias y coloquios sobre temas de investigación referentes a los jóvenes. Antes de iniciar la conversación, confiesa a este reportero, que la magia de la cebada mezclada con levadura, agua, malta, extracto de lúpulo y una pizca de arroz, definitivamente, lo pone muy de buenas y hasta un tanto optimista. El también autor del libro “La Maña”, un interesante recorrido antropológico por la cultura de las drogas, (Ed. Debate 2015) Coautor de los libros “La Ciudad desde sus lugares” “Jóvenes e identidades urbanas”, y si por fuera poco, editó el libro “Tinta y Carne” (Tatuajes y piercings en sociedades contemporáneas), Así como “Crímenes de Cuello Blanco” -El capitalismo de amigotes y las redes de la mafia en el poder. Al estrechar su mano, lo noto visiblemente fatigado, al costarle mucho trabajo subir corriendo, con sobrada rapidez, la escalinata que permite el acceso al lugar, asemejando una moderna versión de “Speedy González”, claro está, con el respeto que merece y confianza que me dispensa. Ya entrados en la charla, me hace saber que tuvo que salir de volada, desde su templo del saber, la FES de la UNAM, Campus Acatlán, en donde comparte sus conocimientos con alumnos del cuarto y quinto semestres de la Carrera de Comunicación. En Prensa Inmunda, un atrevido ensayo en el que Edgar Morín nos conduce por el intricado camino de la prensa, en donde, engaña, manipular y controlar no es nada nuevo, y advierte, que no se trata de un libro para chairos, pero tampoco, para los llamados “Derechairos”. Mucho menos, para los Ayatolas de los medios de comunicación, quienes consideran sus opiniones como una suerte de fetua, en donde no cabe ninguna oposición, duda o cuestionamiento, sino que sirve esencialmente, para entender el hoy, y que el periodismo que conocemos está desapareciendo como resultado de la crisis que afronta a nivel mundial. Un libro que tiene el desagradable olor de la verdad, hecho con mucho esmero, con absoluto profesionalismo y entrega. Pensado en cómo el poder manipula y aprender a no dejarnos manipular. En esta primera parte de la entrevista exclusiva que concede a CEPROVYSA.COM, recalca que la prensa se tornó inmunda por cupla de empresarios y directivos de los propios medios de comunicación, quienes se niegan pagar como debiera ser, sueldos decorosos al reportero, quienes, a final de cuentas, son los verdaderos artífices de la noticia, ya sea impresa o digital, lo que ha provocado una parálisis estructural en la vida nacional. A sus 52 años de edad, afirma estar acostumbrado a conducirse dentro un bajo perfil y no estar acostumbrado a las entrevistas, mucho menos, a los reflectores como centro de atención. Enfundado en una sudadera color negro, pantalón de mezclilla y tenis color azul marino. Amable en su trato, educado y culto. Alegre y ocurrente, sorprende por su sencillez… ¿Qué te orilló escribir Prensa Inmunda? -Indiscutiblemente, después de conocer las perversas condiciones en las que sobreviven muchos amigos, colegas, y hasta estudiantes que se han inclinado por la carrera de comunicación, así como algunos maestros que optaron por compartir sus conocimientos que han adquirido sobre el periodismo en México… -¿El periodismo es un embudo por el que fluyen los problemas estructurales de este gran país? -¡Qué pregunta tan interesante me planteas!! Déjame decirte que la base de todo ello, es el reportero, resultado de ese intenso trabajo que lleva a cabo… ¡y que vale mucho!!, pero que, los directivos de los medios y hasta los propios empresarios, por otras razones, no quieren pagar como debiera ser, con sueldos decorosos. Eso es lo que ha hecho que la prensa se torne inmunda. -A lo mero macho, ¿esto se convierte en algo así como una parálisis estructural en la vida nacional? -Por supuesto que sí… -¿Acciones que se derivan de la postura presidencial desde Palacio Nacional, en cuanto a medios de comunicación se refiere? -Si el presidente quisiera incidir en esta relación, creo que podrían empezar averiguando cuántos evasores fiscales, cuántos arreglos administrativos hacen muchas empresas periodísticas para pagarle muchísimo menos a sus trabajadores… -…Después de este breve aperitivo, permíteme preguntarte ¿Cómo me le va en la vida al antropólogo y autor del libro Prensa Inmunda, Edgar Morín? -Pues como a todos los mexicanos, con algunas cosas buenas y otras malas, pero realizando lo que me gusta hacer. -¿A lo mero macho, el escritor que tengo frente a mí, es feliz? -¡Madres!!, te diré que a ratos y como todo en la vida, he tenido momentos de felicidad plena y absoluta… -¿Siempre es lo mismo? -¡Puff!!, bueno, no siempre, pero el chiste es ir construyendo y valorando. Apreciando y disfrutando… ¿no? -Disculpa que te atropelle, pero creo que… ¡nada es para siempre!! -Efectivamente, nada es para siempre, tal y como dice la canción, pero mientras dure, hay que disfrutarlo al máximo. -¿Quién carajos es Edgar Morín y cómo te cae? -¡Ah, su madre!! A veces me cae bien el cabrón, pero también, a veces mal… -¿Nadie es “monedita de oro”? -Es que a veces no lo aguanto… -¿Por qué? -Porque, siempre, está de necio en seguir comportándose como un aprendiz y contador de historias… -¿Y eso es malo?…. ¡Eso es, precisamente, lo que le da de comer!! -No es que esté en contra de él, sino que lo obligo para que cuente las mejores historias… -A lo mero macho, ¿no eres un tanto tirano con él? -Ja, ja, ja, mira… ¡tú no cantas nada mal las rancheras!!, a lo que me refiero, es que, uno siempre está aprendiendo. Así es que, Edgar Morín, siempre está empeñado en seguir aprendiendo a todo momento y de todas las personas, y eso, quizás, sea una actitud que, al menos para mí es importante porque me permite estar viviendo la realidad y aprender de manera simultánea. Cada vez que leo tus entrevistas, créeme, aprendo de ti… -¿Ya vamos a empezar con el duelo de halagos? -¡No lo tomes a mal!! A lo mero macho, como dices, resulta muy gozoso leerte con tus entrevistas. -Mejor cuéntame, cuando eras niño ¿Imaginaste que llegarías a convertirte en un destacado escritor de historias? -No, nunca me imaginé que iba a dedicarme a escribir, mucho menos, a investigar. No, la verdad es que no. -¿En dónde fue que a la cigüeña se le ocurrió dejarte? -Ja, ja, ja. Nací en la Ciudad de México… -¿Cuándo fue eso…? -¡Uta!!, ya ni me acuerdo, quiero confesarte que tengo un bloqueo con eso, pero ya llegué a los 52 años de edad. -Te ves mucho más joven… -Ja, ja, ja. Muchas gracias, favor que me haces. -¿Qué numero te tocó ocupar en el seno familiar? -Fui hijo único… -¿…Neta? -S, si, si… Pero con todos los beneficios y hasta con los “pros y contras” de ser hijo único, en una generación en donde las familias, normalmente, eran mucho muy numerosas. -¿Viviste una terrible soledad, sin tener con quién compartir tus “cuitas” y sueños? -No, fíjate que no… ¡En lo absoluto!! -¿Entonces, fuiste un niño colmado de “mimos”? -Vaya, vaya…. No, tampoco. Debo aceptar que me vi envuelto en una situación en donde contaba con todas las atenciones por parte de mis padres, pero al mismo tiempo, recaían sobre mí, todas las exigencias habidas y por haber… ¿Qué si fui un niño “mimado”?… No, creo que no. -¿Tu papá a qué se dedicaba? -Es un reconocido economista, quien trabajó durante mucho tiempo en el sector privado, y luego, en el sector público. Un profesionista de extracción politécnica y hasta llegó a ser catedrático del IPN, poco más de 30 años. -¿Y tu mamá? -Siempre, ha sido una abnegada ama de casa. -¿En dónde vivías? -Durante mi niñez, la viví en la colonia Lindavista, y ya después, en mi adolescencia y juventud, la viví en Atizapán de Zaragoza, Estado de México. -¿Cómo fue esa niñez? -Digamos que atesoro buenos recuerdos. Muy apegado, sábados y domingos, tanto a la familia de mi padre como la de mi mamá. Esas peculiares reuniones familiares. -Al ser hijo único ¿Tenías todo a pedir de boca? -No mi estimado Edmundo. Curiosamente no. Digamos que la generación que le tocó a mi papá, un tanto de la izquierda, propia de 1968… -…Disculpa que te interrumpa, ¿Por qué tu semblante se puso tan rojo? -Es que me pones muy nervioso. Pensé que la entrevista seria única y exclusivamente relacionada con mi último libro Prensa Inmunda, y de bote pronto, me sorprendes con este tipo de interrogatorio… -¿Quieres que hable solamente de tu libro?…. ¡Qué aburrido!! Y no lo digo porque no sea interesante, al contrario… Quiero saber quién diablos es el ser humano Edgar Morín… -Es que me produces un vuelco en mi cabeza, vamos, me pones a pensar en algo en que no venía preparado. -Insisto, ¿te molesta? -No, por supuesto que no. No tiene nada que ver con eso, sino que tu astucia e inteligencia me mueven el tapete muy gacho. -Bueno, me contabas de tu papá… -¡Va…!! Como mi padre pertenecía a la generación del 68, en esa época, la televisión existente representaba al imperialismo. No, no me tenían acostumbrado a “mimos”, más bien, mi padre trataba de orientarme hacia la lectura… -Pero a ti… ¿Qué es lo que más te gustaba? -¡La música!! -¿Qué recuerdos guardas de tu etapa como niño estudiante de primaria? -Mmm, déjame pensar… ¿Cómo fui en la primaria? Lo que sí tengo bien presente, es que ingresé a la primaria un año antes de lo normal, es decir, ingresé a los cinco años de edad. -¿Por qué te dieron esa distinción? -Obviamente, estaba más chico que los demás niños, pero ya me sabia los números y vocales y como que empezaba a deletrear. -¿Un niño fuera de serie con IQ elevado? – No lo creo, para nada, de hecho, nunca me destaqué como estudiante. Es más, la escuela ni me interesaba como tal, me parecía algo profundamente aburrido. -¿De verdad, eras un “burrito”? -Fui un pésimo estudiante porque los maestros me provocaban fastidio, además, el sistema educativo nunca me gustó. -¿Hasta cuándo te cayó el “veinte”? -Quizás, cuando estaba en quinto de primaria, más o menos y comencé adoptar una actitud como muy apática. Detestaba la escuela. -¿Reprobaste años y materias? -Uff, no sabes, montones de materias, pero lograba acreditarlas con exámenes extraordinarios. -¿Eras un niño problemático? -Más o menos. Pero no es que haya sido problemático, sino muy desinteresado por la escuela. -Teniendo un papá con una preparación académica destacada, ¿No te exigía? -Por supuesto que sí… -¿Llegaste a sentir el rigor del cinturón o del “chanclazo”? -No… ¡nunca!! Para nada, me regañaban pero hasta ahí. Jamás me golpearon -¿Qué travesuras hacías? -Edmundo, sin que te molestes… ¿Hiciste cursos sicología aplicada? -No, soy un simple reportero que continúa haciendo sus “pininos” -Ja, ja, ja… ¿A esto le llamas pininos? -¿Me vas a decir qué travesuras hacías? ¿Si o no? -¡Calmado!!, no te me esponjes. Tenía mis amigos de la cuadra y todavía conservo uno de la infancia, lo cual, ya no es tan común. Jugábamos cosas de los cochecitos… -Si no hacías travesuras, dime cuál era tu juguete favorito… -Indiscutiblemente que los cochecitos. Me encantaba organizar “carreteritas” con mis cuates. Recuerdo que eran unos cochecitos ingleses y que todavía los conservo. -Si eras un niño bien portado, ¿te premiaban con regalos los Reyes Magos o Santa Claus? -No, porque mi padre tenía una mentalidad de “izquierda”, para él, no existía Santa Claus, mucho menos, los Reyes Magos. Sí me daban regalos, pero estaba convencido que eran mis papás. Mi papá detestaba a Santa Claus, decía que era un ícono del capitalismo. -¿Nunca disfrutaste de esa magia? -No, nunca la hubo. Fui un niño sin esa fantasía. -¿Una ilusión perdida? -Esa ilusión ni siquiera existió para mí. -¿Ni tampoco veías la tele? -Solamente algunas caricaturas. Mi favorita era Don Gato y su Pandilla, por el sentido antisocial de la caricatura. Tiempo después, entendí que era una caricatura, que a la Warner Bross le funcionó muy poco tiempo, si es que la comparas con Los Picapiedra. -¿Una tele para jodidos? -Es que, en América Latina, Los Picapiedra, ha sido una caricatura muy exitosa. Una de esas interpretaciones, es en ese sentido de la pandilla y con un comportamiento muy latinoamericano frente a la autoridad, generar conflictos y dar la vuelta a las cosas. Ahora que me haces recordar, en aquel entonces, Canal 13 (Hoy TV Azteca), sacaba una interesante revisión de la historia de México, una interesante teleserie que protagonizaba Ignacio López Tarso “El Periquillo Sarmiento”, así como “Luis Candelas”, un astuto bandido. -¿No te gustaban “Los Muppets”? -Claro que sí, su creador Jim Henson, me parecía un tipo listísimo, porque desde el punto de vista del entretenimiento, lograba educar a la gente -¿Qué música escuchabas? Mi papá era fanático del Jazz, fue así que me incliné por el Jazz. Pero también, algo de Blus y clásica. Así como todo el repertorio de latinoamericana de Alfredo Zitarrosa y Facundo Cabral, pero lo que más me gustaba de la música, en lo personal, era el rock. -Intempestivamente, mi entrevistado, con sus manos, hace como si estuviera tocando una guitarra- “Me acuerdo que la primera vez que escuche una guitarra eléctrica con distorsionador, ¡uff!!, me temblaba todo mi cuerpo y hasta los vidrios de mi casa vibraban al máximo, y me dije: ¡de aquí soy!! -¿Por qué logró atraparte el rock? -Por la energía que transmite y se traduce en algo físico. Por cierto, alguien me contaba que Ciro Gómez Leyva es un excelente melómano del rock de los años 60`s y 70`s. El Rock posee un ritmo fuera de serie. -¿Y luego? ¿Cómo fuiste en tu adolescencia? -Curiosamente, en la secundaria, me transformé en un estudiante un poquito más responsable. Era más cuidadoso y dedicado con mis tareas. -¿Y eso? -Como que mis padres desataron en mí, esa motivación. -¿Cómo es que te atrapa el vicio por la lectura? -¡Lo dijiste espléndidamente!! Un vicio, porque de ninguna manera, la lectura es una afición para mí. Ese vicio se fue inoculando a partir de algo muy pragmático… -A ver a ver, barajeala más despacito… -Es que mi papá, si le pedía un helado o cualquier cosa… -¿Incluyendo tus domingos? -No, nunca recibí domingos -¿No te los merecías…? -No lo sé, pero nunca me dieron domingos. Más bien, mis padres no me acostumbraron a eso. Bueno, te contaba que, si les pedía algo, me ponían de condición que leyera tal o cual libro y me pagaban por leerlo -¿Cuál fue ese primer libro que te “chutaste”? -El primer libro que me receté, fue el “Conde de Montecristo”, de Alejandro Dumas… -¿Por qué crees que mi padre me puso el nombre de Edmundo..? -¿Por Edmundo Dantés? -¡Exacto!!, era el libro favorito de mi padre, pero sigue con tu interesante relato… -Es que, El Conde de Montecristo, es un gran libro. Creo que me tardé como un año en leerlo porque era una edición NO PARA NIÑOS. Una fantástica edición de Editorial Bruguera con letra demasiado chiquitita. Todavía me acuerdo de un personaje: Luigi Vampa en las Catacumbas de San Sebastián. Luego, leí a Salgari, “El Corsario Negro”, Sandokan, aunque este último, no me gustó mucho, pero era interesante. Las Aventuras de Tom Sawyer. Del que, si me convertí en su fan, fue Jack London. -¿Qué edad tenías? -Empecé a leer desde los 7 años, pero a los 14, ya era un lector empedernido -¿Si ya eras un asiduo lector, la secundaria también te aburria? -Estuve en una secundaria ubicada allá por los rumbos de Arboledas, en Naucalpan, lo único que no me gustaba ahí, es que, a fuerzas, tenia que estar dentro de los Boys Scouts. Estando ahí, en la “secun”, se acentuó en mí, el desinterés por la escuela. No lograba atraparme en lo absoluto. Me aburría muchísimo porque me sentía totalmente encasillado. -¿Ahí si reprobaste materias? -Como te dije al principio de esta amena charla, reprobé a montones. Creo que llevaba como 12 o 13 materias… ¡me sentía saturado!! Y lo que era peor, ¡no aprendía ni madres!! Después de cada examen, se me borraba todo de la memoria. No tenía ningún sentido para mí. -Qué castigos recibias en casa por reprobar materias? -Ya no me dejaban salir con mis amigos, ya no me compraban discos de rock. The Rolling Stones eran mis ídolos, inclusive, de ellos, fue el primer disco que me compre con mis ahorros. -¿No tenías conflictos con tu papá? El rock era considerado como imperialista… -Ahora que lo mencionas, fíjate que sí. Curiosamente, ahora le gusta mucho el rock -¿Qué deporte llegaste a practicar? -¡Ninguno!!… -¿Por qué..? -Porque era un tanto burri/ciego. Desde quinto año de primaria, me detectaron miopía. A partir de ahí, estuve condenado a usar lentes. -¿Te hacían “bullyng” en la escuela por tus lentes? -Sí, además, era uno de los más pequeños tanto en primaria como en secundaria. Ya estando en prepa, empecé a utilizar lentes de contacto, pero me costaba mucho trabajo adaptarme. -¿Y en cuestión de niñas, eras bravo? -Mi amor platónico sucedió en sexto de primaria, Anabel, una niña hermosísima. -¿Cuántas veces te fuiste de “pinta”? -En la secundaria, jamás me pude ir de “pinta”, porque era un lugar mucho muy controlado. Cuando ya pude destramparme, fue a partir de la prepa. -¿Cuándo sentiste que empezabas a madurar un poco? -Desde la secundaria, me empecé a juntar con personas más grandes de edad que yo, tanto primos como amigos. Desde los 14 años ya no me reunía con personas de mi edad. -¿Cuándo fue que experimentaste fumarte tu primer cigarrito? -A los 13 años de edad, cuando pase a segundo de secundaria. Con los primos mayores que suelen resultar unos verdaderos corruptores. -¿Y tu primera “peda”? -Uff, mi primera borrachera, creo que fue a los 15 años -¿En esa etapa, por tu cabeza qué deseabas ser de grande? -Siempre anhelé ser músico. Desafortunadamente, no tuve la disciplina que se requiere para la música. -¿De musico fracasado a destacado catedrático y escritor? -Creo que vas midiendo tus habilidades y limitaciones. -¿Eras aprendiz de todo y oficial de nada? -No, tampoco era un fracasado, sino que estuve un poco intentándolo con la guitarra eléctrica. Poco tiempo después, lo estuve intentando con el saxofón, pero mi problema ha sido esa falta de disciplina. -¿Cuál de esos dos instrumentos te atrapaba más? -La guitarra eléctrica me llenaba totalmente por su estridencia, mientras que el saxofón, es un instrumento que está conectado directamente con el Jazz. Me encantaba ver al famosísimo Gato Barbieri. -¿Cómo veías el México de ese tiempo? -Era un México profundamente autoritario, en donde no había espacios para los jóvenes. Era el inicio del sexenio de José López Portillo. A propósito, en esas épocas, tuve la oportunidad de realizar varios viajes a Los Ángeles, Nueva York y Washington, íbamos de vacaciones con mis papás. -¿Qué sentiste la primera vez que te trepaste a un avión? -¡Uy!!, era un adolescente contagiado de la emoción de la aventura, cosa que después entendí a la perfección cuando escribí el libro “La maña”. Lo que más me llamaba la atención, era ver las avionetas y no los grandes aviones. Me impactaba sobremanera, ver cómo llegaban de Colombia cargadas de droga. La Maña cierra en Culiacán, en donde estuve un par de semanas, por cierto, me pareció un lugar alucinante y hasta encantador. -¿Qué es lo que más te impresionaba de Culiacán? -Las pistas de aterrizaje clandestinas a la orilla de la carretera, en donde hice un trabajo de investigación. Me quedé de a seis y con la cara de ¡what!!, ver chavitos de secundaria traficando droga, llevando pepinos y tomates rellenos de droga. -¿Te sentías un moderno don Quijote, tratando de confrontarte con aventuras superiores a tu condición? -¡Órale!! No, no y no. ¡Para nada!! Qué bárbaro eres, fíjate que acabo de empezar a leer nuevamente Don Quijote de la Mancha por la intensidad de sus aventuras. -¿El que no arriesga no gana….? -Una vida sin intensidades no sirve para nada -No me digas que los cómics los hiciste a un lado… -¡Por supuesto que no!! Desde la adolescencia me hice fan de don Gabriel Vargas con La Familia Burrón. -¿Te hubiera gustado conocerlo? -¡Por supuesto!! Déjame decirte que tengo un primo, mayor de edad que yo, quien también era fan de don Gabriel Vargas y hasta decidió ir a buscarlo. Total, fue a su casa y hasta le firmó libros y le regaló una pequeña escultura de un personaje de La Familia Burrón. -¿Crees que se hayan perdido los valores de esa época, en comparación al México del 2023? -Se han transformado, pero el asunto de la violencia que hoy padecemos, obviamente, ha ido en aumento. El México del que te estoy hablando, era un México muy ingenuo, en donde uno podía salir a jugar a la calle. -¿Qué opinión te merecía el presidente de ese entonces? -Cuando yo nací (1971), el presidente era Luis Echeverría. En este “Deja Vu”, que me estas aplicando, recuerdo que un día de esos, mi papá me llevaba a la escuela, y en el radio de su coche, escuchamos cómo había sucumbido el gobierno de Nicaragua, el locutor decía con voz alta “Cayó Managua” Creo que era 1979. Asimismo, recuerdo mucho la frase de López Portillo “Defenderé el peso como un perro”. La presencia del general Durazo, por la gracia de su amigo el presidente. Te digo, era un México con un entorno muy autoritario y hasta represivo. -¿Era delito ser joven? -¡Totalmente!! -¿Cómo resumirías tu paso por la prepa? -A la prepa, llegué contra todos los pronósticos porque se había apoderado de mí el vale madrismo. Me acuerdo que ingreso al Instituto Colón, un plantel destinado para chavos problemáticos -Como preparatoriano, para ti, ¿todos tus maestros eran unos estúpidos? -¡Qué pregunta tan fuerte!! Lo que me molestaba de ellos, era que, en lugar de motivar a la gente para que hiciéramos algo productivo, simplemente se concretaban a que todo estuviera en orden. Totalmente pasivos e intrascendentes. ¡Nos tenían vegetando!! Una tonta enajenación y mediocridad. Según yo, una educación de verdad para que funcione, pues debe motivar. -.¿Ante ello, te volviste muy rebelde? -Simplemente, me iba de “pinta” a Chapultepec. Por cierto, en una ocasión llenamos todo el trenecito de la Montaña Rusa con puros compañeros de la escuela. También nos íbamos a ligar niñas al Parque de los Venados, así como a la Tercera Sección de Chapultepec. No sabes, me empezó a gustar el relajo y el desmadre. -¿Chica que conocías, la hacías tu novia? -Fíjate que no, siempre fui muy güey para las chavas, es más, hasta la fecha, pero ya puedo establecer relaciones más sanas. -¿Cuéntame cómo fue que el terremoto del 85 te sorprendió en la prepa… -Estábamos en clase de las siete de la mañana, a las 7:15, comienza a temblar cañón, pero no pasó a más en el Estado de México. Una vez que se calmó, decidimos seguir en clase, pero antes de la una de la tarde, llega el director de la escuela y nos dice que nos vayamos a nuestras casas porque las cosas estaban muy feas en la Ciudad de México. Ya iba en camino para mi casa, en eso, me encuentro a mi papá que iba por mí. Arriba de su coche, escuchamos a Jacobo Zabludovsy, que narraba todo lo que había sucedido. -¿Ahí fue donde despertó tu olfato periodístico? -No necesariamente, sino más bien, fue mi espíritu de la solidaridad. Al día siguiente, suspendieron clases en mi escuela, además, coincidió que mi mamá tenía una amiga que vivía en el edificio Super Leche, que se había caído por el terremoto en el centro de la Ciudad de México, de hecho, ella fue la única sobreviviente, porque junto con su marido, vivían en la parte alta del edificio y fue lo que los salvó. -¿Te fuiste auxiliar a los damnificados? -Exacto, junto con un primo y mi papá, nos fuimos los cuatro, como voluntarios al edificio central de la Cruz Roja para preparar sándwiches, organizar la ayuda que llevaba la gente consistente en agua, ropa y comida para quienes habían quedado completamente en la calle por el terremoto. -¿Cómo se fue definiendo la personalidad de Edgar Morin? -En ese lapso, seguía asistiendo a muchas fiestas, lo cual, me generaba enormes conflictos con mis papás, porque estaba aferrado con el desmadre, no me interesaba lo demás, pero ya como era el último año de prepa, me empecé aplicar. -¿Por fin te pusiste las pilas? -Creo que ya me había tardado y por fin, como bien dices, me puse las pilas y decidí ingresar a la UNAM… -¿Por qué la UNAM? -Se me hacía como más divertido, es decir, iba a tener muchos amigos, además, la UNAM siempre ha gozado de un gran prestigio académico, pero el promedio mínimo que exigían para ingresar, era de 7.0, así es que me puse a chingarle estudiando, casi casi como los gatos, arañar las paredes para aprobar el examen. -Continuará-

Ceprovysa

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