TRAS BAMBALINAS – El triste adiós de los corrompidos – Por Jorge Octavio Ochoa

TRAS BAMBALINAS. El triste adiós de los corrompidos

Por Jorge Octavio Ochoa

En estas horas, en México atestiguamos los estertores de muerte de una de las organizaciones de izquierda más acabadas de cuantas se han creado en el país, porque en ella se amalgamaron fuerzas tan disímbolas que venían del viejo Partido Comunista (PC) y del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), en donde todos y ninguno eran líderes.

Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Arnaldo Córdoba, José Woldenberg fueron algunas de las principales figuras que empeñaron dedicación y esfuerzos para lograr que el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y el PMT aglutinaran a sus organizaciones para crear el Partido Mexicano Socialista y unir fuerzas contra el capitalismo voraz.

En aquel entonces eran tantos y tan distintos los grupos como el Partido Socialista Revolucionario, el Movimiento de Acción Política, el Movimiento de Acción y Unidad Socialista, el Partido del Pueblo Mexicano y el Movimiento de Acción Popular, que con sarcasmo coreaban: “la izquierda, unida, jamás será posible”, pero discutían y buscaban la forma de derrocar al partido de Estado.

Recordamos a José Álvarez Icaza, Gilberto Rincón Gallardo; Camilo Valenzuela y al propio Jesús Zambrano, como parte de aquel inicio tambaleante de la Corriente Democrática, con tránsfugas del PRI con Porfirio Muñoz Ledo como cabeza ideológica y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, emblema político entre otras cosas, por ser hijo del general Lázaro Cárdenas.

De aquella pléyade, hoy sólo quedan este último, como mero elemento decorativo, y Pablo Gómez Álvarez que, si bien participó en aquellos cónclaves maratónicos y desgastantes en el Teatro del Pueblo, en las calles de República de Venezuela, hoy sólo forma parte de la nueva burocracia política que se ha quedado como sarro del nuevo partido de Estado: Morena. Ifigenia Martínez ya no es dueña ni de su realidad.

De aquella Corriente Democrática vendría el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que finalmente pudo aglutinar a fines de los 80, a todas aquellas fuerzas que concentraban la irritación política y social contra el único partido de Estado dominante, el PRI, que controlaba y centralizaba en el Presidente de la República, todo el poder. Ellos dominaban a los gobiernos estatales y municipales.

En estas horas y a partir del lunes 17 de junio, empezará la demolición política e ideológica de un partido que morirá a causa de la corrupción que lo invadió en menos de tres décadas y que, paradójicamente, dejará a México hundido en el caudillismo, el presidencialismo brutal, la centralización del poder a manos de un partido de Estado y la entronización de dos entes corruptos: el PT y el PVEM.

El PRD no fue capaz ni de exorcizarse a sí mismo y por lo menos, revelar ante la sociedad cómo fue que ese caudillo los sometió, y obligó a todos sus miembros a dar el 10 por ciento de sus salarios para mantener al “movimiento” que él encabezaba, ni como fue que el “moche” se convirtió en el modus vivendi para mantener al líder.

Diputados y senadores entregaban, por nómina, el 10 por ciento de sus dietas, que iban directo para el partido, pero también obligaban a mochar salarios y quitar parte del sueldo de trabajadores o asesores para, supuestamente, crear más puestos de trabajo o dedicar ese dinero a actividades de partido. Así fue como su líder pudo vivir tantos años sin chequera ni tarjeta de crédito, como él confesó.

Es de risa loca. México es el país donde Kafka sería costumbrista, porque el pueblo votó para desaparecer al PRI, pero encumbra al Partido Verde y al PT que, junto con Morena, hoy pretenden instaurar un poder absoluto y centralizado, que monopolizará el manejo del presupuesto en seguridad nacional, seguridad social, salud, para crear una nueva burocracia política.

Empieza a darse una brutal concentración de poder a nivel de las instituciones, que podemos ver a simple vista en el caso del IMSS-Bienestar. Es el ejemplo más depurado que se puede tener a mano. La Federación ya no entregará dinero a los estados para mantenimiento de hospitales o clínicas, ni para pago de nóminas de médicos y trabajadores del sector. Todo estará centralizado.

La reforma al poder judicial es otro caso de intento de centralización. Cada estado tiene su propio poder judicial y sus propias fiscalías que operan al margen de la federación. Los delitos del orden común se ventilan allá. ¿Para qué quiere la Federación someter a voto popular la elección de jueces y magistrados? Lo que se quiere es sumisión política.

Sea como sea, la Secretaria de Gobernación, Luisa Alcalde, anticipó ilegalmente, un día después de las elecciones y antes que el INE, que la alianza Morena-PT-PVEM tendrá algo así como 370 de los 500 diputados de la Cámara. Mayoría calificada para hacer literalmente lo que se les venga en gana, pese a que más del 60 por ciento del padrón de electores, no votó por ellos.

Sin embargo, esos partidos coaligados, PT y PVEM ya tienen disputas internas. La dirigente del Partido Verde, Karen Castrejón, arremetió contra Gerardo Fernández Noroña, por sus señalamientos contra el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, al acusarlo de perjudicar a Morena en la elección estatal y permitir que la oposición ganara espacios para el Senado en esa entidad.

La respuesta de ella fue peor que una bofetada: “¿Qué hace usted por una pluri de Morena si es del PT? ¿Y por qué no se fue a ayudar al plan C? Le invito, diputado, a que su reflexión sea cómo y qué puede hacer desde su partido, el PT, al cual nosotros sí respetamos y no como usted que le falta el respeto al Partido Verde”

Así pues, toda la basura en su lugar. Hoy por hoy, es más digno pertenecer a las cenizas del PRD que al estercolero del PT o PVEM, creados por Alberto Anaya y Jorge González Torres, papá del famoso “niño verde”, personajes que no son recordados por sus ideales, sino por el nivel de enriquecimiento que alcanzaron como dueños y líderes eternos de ambos partidos.