Es el título de una novela de Cormac McCARTY que “recibí” la recomendación de leer departe del rabino Harold Kushner en su extensa literatura donde siempre destaca el valor de la Sagrada Escritura a la luz de las necesidades humanas más acuciantes.
La carretera es un relato que expone un posible escenario apocalíptico, del cual no encontré ningún dato que explicara que lo ocasionó sólo dice que todo quemó y que no cesa de llover cenizas y el protagonista de la novela es un padre de familia junto con su hijo y los dos emprenden un largo camino hacia el sur, hacia el mar esperando encontrar vida o algunos más sobrevivientes.
A lo largo del recorrido, los diálogos entre el padre y el hijo son más bien escaso o monosílabos y las respuestas más frecuentes a las preguntas son: “No se”.
En un determinado momento dentro de la narrativa el autor nos cuenta qué fue lo que pasó con la esposa después de la catástrofe, ésta se suicidó ante la falta de alimento y peligros los cuales se imaginó que no podría soportar aparte del hambre, el vandalismo o la violación de los sobrevivientes, los cuales muchos eran padres de familia que se comían a sus propios hijos para sobrevivir.
El dialogo es interesante: “Somos sobrevivientes. ¿Sobrevivientes?, dijo ella.
Si.
¿Se puede saber de qué demonios hablas? No somos sobrevivientes. Esto es una película de terror y nosotros somos muertos andantes.
Te lo suplico.
Me da igual. Me da igual si lloras. Para mí no significa nada.
Por favor,
Basta.
Te lo suplico. Haré cualquier cosa.
¿Cómo qué? Debería haberme decido hace tiempo. Cuando quedaban tres bala en la pistola en lugar de dos. Fui una estúpida. Y lo hemos hablado un montón de veces. No me he convencido yo sola de esto. Me han convencido a la fuerza. Y no puedo más. Incluso había pensado no decirte nada. Probablemente hubiera sido lo mejor. Tienes dos bala y luego ¿qué? No puede protegernos. Dices que darías la vida por nosotros pero ¿de qué sirve eso? Si no fuera por ti me lo llevaría conmigo. Sabes que lo haría. Es lo más adecuado. […] tarde o temprano nos cazarán y nos matarán. A mi me violarán. A él también. Nos van a violar y después de matarnos nos devorarán pero tú no quieres reconocerlo […] Antes hablábamos de la muerte, dijo. Ya no. ¿Y sabes por qué? La muerte está aquí. No hay otra cosa de qué hablar […]. (McArthy, pp.46-47)
Me venía a la mente escenas de la vida real, los diálogos entre los esposos ante una realidad cruda que están viviendo en los hogares en infinidad de familias, la situación, no tan sólo económica, sino también de inseguridad que todos padecemos y vivimos, aunque de manera oficial se diga lo contrario o digan que tienen otros datos, tal vez la solución que muchos han encontrado ante este panorama sea la disolución matrimonial, el divorcio, dejar a los hijos a la deriva, y buscar otros proyectos donde no se incluya la responsabilidad de los hijos.
Escuché a una joven decir ante la situación de soltería de su madre: “puedes tener muchos novios pero no casarte”, y ante esta afirmación alguno dijo de los que estaban en la plática: “eso suena como un buen plan”.
Volviendo al diálogo anterior, cuando el esposo se da cuenta que no puede disuadir a su esposa de suicidarse, le dice que por lo menos se despida de su hijo pequeño y ella le contesta que no: “Estoy harta de mi prostituido corazón y lo estoy desde hace tiempo […] por lo que a mi respecta la única esperanza es la nada eterna y la deseo con toda mi alma. (McArthy, pp.47-48)
Por supuesto que la desesperanza de la madre ante el panorama crudo que veía no era tal, pues con el arrojo del padre se ponen en marcha por la carretera para buscar la sobrevivencia y el motivo principal del padre era ver a su hijo y verlo crecer aunque las dificultades que enfrenta sean desgarradoras.
LA BONDAD NOS ENCUENTRA
Me pregunto si esta metáfora de la Carretera no será lo que nos hace falta para encontrar las fuerzas donde no las hay frente a las adversidades en la crianza de los hijos y educarlos en el valor poniendo el ejemplo los padres mismos. Apuntarlos en el camino del esfuerzo y el sacrificio, ponerse del lado de los buenos y confiar en la bondad del ser humano.
Al final de la novela consecuencia de una neumonía letal el padre se resiste a morir y ve cercana su muerte y ante este escenario mortal se despide de su hijo confiándolo a la bondad.
Ante la inminente muerte de su padre en un dialogo profundo leemos:
Dice el niño: Quiero estar contigo
No puede ser
Por favor
No. Tienes que llevar el fuego
No se cómo hacerlo
Sí que lo sabes
¿Es verdad? ¿El fuego?
Si
¿Dónde está? Yo no sé dónde está el fuego.
Sí que lo sabes. Está en tu interior. Siempre ha estado ahí.
[…]
Quién lo encontrará si es que se ha perdido? ¿Quién encontrará al niño?
La bondad encontrará al niño. Así ha sido siempre y así volverá a ser.
(Cormac McCARTHY, La carretera, DEBOLSILLO, México 2019, 210 pp.)
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