26-27 de sep. 2014 – 26-27 de sept. De 2024.- Una Década de Ignominia e Impunidad Institucional
Hace algunos años el Centro Morelos vaticinó que los resultados en el caso de nuestros 43 compañeros de Ayotzinapa desaparecidos la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014, en el aspecto del acceso a la verdad y la justicia sería el destino de los más de 100 mil casos que hay en el país y ahora, desgraciadamente lo estamos comprobando, también hemos dicho que su desaparición no fue un hecho casual o fortuito sino que hay una razón tan profunda que muchos se niegan a mencionar porque el miedo puede más que la justicia y la razón y ese trasfondo se encuentra en las raíces de un modelo económico que es sostenido sobre la sangre, los cuerpos y los huesos de los desaparecidos, utilizando una estrategia de contrainsurgencia que por muchos años ha incluido a diversos grupos policiacos, militares, guardias blancas, y grupos pararamilitares y ahora los grupos de narcoparamiliates y delincuenciales, siempre protegidos por el manto de impunidad que las instituciones del estado les han creado mediante la aprobación de reformas costitucionales y leyes porque todos son parte de la misma estructura.
Han pasado diez años de la desaparición de 43 seres humanos y el homicidio de varios más en un solo evento y, para nadie es aceptable de que a pesar de conocerse la participación de los distintos actores el caso siga en la impunidad y el derecho al acceso a la justicia sea letra muerta, lo que si resulta totalmente obvio es que cuando las investigaciones llegaron a las botas militares, estas se estrellaron con una barrera infranqueable respaldada por el comandante supremo de las fuerzas armadas.
Andrés Manuel López Obrador logró en un sexenio materializar el sueño acariciado por sus últimos antecesores y, los dueños del poder económico y político tomaron muy en serio los análisis realizados por expertos en todos los campos, sabían que el país se encontraba de hecho en una situación pre-insurreccional (la historia de 5 décadas así lo indica), por lo tanto había que tomar una decisión y la principal fue decidir entre un golpe militar y el reconocimiento del triunfo electoral de un candidato que contara con el respaldo de la mayoría, imponiéndole las condiciones del gran capital para garantizar el control y sometimiento social del pueblo mexicano por muchos años, fortaleciendo la estrategia de contrainsurgencia, repartiendo dinero por todas partes fortaleciendo una base social que apoyara con los ojos cerrados toda propuesta o iniciativa del capataz del rancho y por otro lado fortaleciendo a carteles de narcoparamilitares que entraran en disputa por el control del territorio mediante prácticas sanguinarias propias de las escuelas de contrainsurgencia gringas y proimperialistas como Guatemala con los kaibiles, y así poder justificar la necesidad de aprobar la militarización de todos los órganos de seguridad pública. Ahora el ejército que controla todo el poder del estado y ya no se necesita de un golpe militar, toda disidencia e inconformidad social será aplastada sin misericordia (que nunca la a habido) y ahora los carteles de narcoparamilitares permanecerán en tanto sigan siendo útiles, adiós a la tierra, territorio y recursos naturales, ahora el capitalismo se impondrá de manera aún más salvaje y sangrienta a los millones de mexicanos que votaron por la cuarta destrucción y que fanatizados por los ideólogos del imperialismo aceptaron con mucha emoción que les pongan la bota militar en el cuello y amargo será su despertar y el de las generaciones que está naciendo.
Por nuestra parte, el Centro Morelos seguirá insistiendo en que los desaparecidos, antes de ser una cifra estadística fría, son seres humanos con nombres y apellidos que han dejado a cientos de miles de corazones destrozados y han puesto al descubierto la permisividad con que el estado ha contribuido en la proliferación de los grupos delincuenciales y se han asociado con ellos en el negocio de la desaparición forzada de personas con muy distintos fines. Como Centro Morelos:
Manifestamos nuestra condena a quien como presidente pudo resolver no solo el caso de nuestros 43 compañeros sino el de miles más, pero prefirió garantizar la impunidad para los militares y sus otros aliados.
Exigimos a quien el primero de octubre tomará protesta como la primera mujer titular del poder ejecutivo de este país que, como comandante suprema de las fuerzas armadas y como ser humana se ponga una mano en el corazón y dé, verdad y justicia a las miles de mujeres que sufren la ausencia de sus seres queridos.
Atentamente Teodomira Rosales Sierra
Directora del Centro Morelos
Galardonado con el reconocimiento Tata Vasco 2023.
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