El Dr. Gustavo Alarcón Herrera asumió, el viernes anterior, el cargo de presidente municipal de Chilpancingo, que le corresponde como suplente del desaparecido Lic. Alejandro Arcos Catalán. El actual edil ha aspirado a tener ese cargo en diferentes oportunidades. Ahora lo obtiene en un ambiente adverso. Habrá que reconocerle valor cívico y responsabilidad ciudadana en semejante decisión.
Al desaparecido alcalde lo conocí cuando era candidato. Un par de veces conversé con él y otras tantas lo escuché en reuniones proselitistas. Me dejó una buena impresión: de muy buen trato, carismático, conocedor de los problemas municipales y con una serie de propuestas de soluciones posibles. Lo veía en su madurez política. Una figura en ascenso, que podría haberse consolidado hacia otras esferas públicas.
Guerrero está desierto de liderazgos democráticos y la llamada clase política está pleno declive. La declinación de la política suriana se debe a la formación básica de quienes hoy están en las esferas del poder. Y los políticos curtidos parecen desconectados ante nuestra nueva realidad, caracterizada por la emergencia de nuevos electores en un ambiente global. Las nuevas generaciones no están incentivadas en la cosa pública, pues no advierten el cambio generacional como oportunidad innovadora.
Hoy, Chilpancingo puede ser un laboratorio socioeconómico y político. A partir de la saturación de problemas que ahogan a la población, pueden diseñarse políticas públicas para que la capital del estado recupere la convivencia ciudadana, la cordialidad de los barrios, la cooperación de las colonias, el disfrute de sus tradiciones y el desafío de la modernidad. Todos los problemas son de autoridad. Para que la autoridad se fortalezca y legitime necesita innovación y transparencia con el fin de sumar en sus propósitos a la población.
En un ejercicio de reflexión imaginativa, el alcalde podría suponer que con él inicia el municipio, el cual se forma en un territorio devastado por la guerra. Todo está por hacerse, desde la regeneración social hasta el impulso al desarrollo, puesto que la ciudad capital tiene diversas vocaciones: histórica, multicultural, gastronómica, educativa y turística. Estas vocaciones están sepultadas por el comercio informal, la acumulación de basura en la vía pública, el lento y abundante tráfico vehicular, la falta de mantenimiento en la infraestructura vial, el desorden del crecimiento urbano, el acelerado crecimiento de la población migrante (procedente principalmente de Acapulco por causa de los huracanes). la escasez de agua y la inseguridad.
Además, la capital guerrerense es el espacio natural de la protesta social. Ello significa que un día si y otro también se cierren sus pocas vialidades generando caos, que afecta a toda la población. Las manifestaciones, locales y de otros municipios, pueden ser legítimas; lamentablemente provocan suspensión de clases, laborales, cierres de comercios y desazón colectiva. Por si fuera poco, el vandalismo que sufren edificios públicos, mobiliario urbano y casas particulares.
La administración pública es generalmente rígida y de difícil movimiento para el cambio. Al poder podemos representarlo como círculos ascendentes de menor a mayor escala. En los de más bajo nivel están los responsables de la ventanillas; de ellos depende de que una acta, licencia o trámite se haga con prontitud. Es notable de que ese trabajador, que en la calle es un modesto ciudadano, haga sentir su facultad al usuario y no necesariamente para bien. Ese comportamiento es el que va en ascenso, de manera que las diversas instituciones públicas se aíslan de los ciudadanos.
Convocar a la ciudadanía a colaborar para mejorar la vida municipal, la imagen urbana y el desarrollo rural exige planeación estratégica, de modo que la organización, mediación, participación social e información de los objetivos, con su indispensable cronograma, mueva a la población para trabajar por su ciudad y municipio. Se sabe de los muchos problemas internos del ayuntamiento, como lo es la nómina burocrática excesiva y el déficit presupuestal. El fuego está por todas partes.
El alcalde Alarcón Herrera necesita demostrar su habilidad política para que la singularidad partidista del ayuntamiento logre el efectivo apoyo del estado y la federación. El futuro de Chilpancingo depende de la capacidad de la nueva administración para obtener la coordinación de los otros órdenes de gobierno. Sumar aliados, obtener apoyo de agencias internacionales dedicadas al desarrollo y, sobre todo, ganarse la confianza y el respado de la población.
Estamos terminando la primera cuarta parte del globalizado Siglo 21, el Siglo de la cuarta revolución industrial, el de la robótica y la inteligencia artificial. ¿Queremos ser actores o peones del mundo planetario que se nos viene encima? Pensar con visión de futuro, salir del aldeanismo, actuar con las tres “C” referidas por don Jesús Reyes Heroles: Corazón, Cabeza y Carácter.
Nadie dice que será fácil.
Gazapo. En mi colaboración anterior dijo equivocadamente que el libro de memorias de Palabro Neruda se titula “Para morir he nacido”; el correcto es “Para nacer he nacido”. Gracias a mi amigo Kijano por la aclaración. Citar de memoria conduce a esos errores. Habrá de disculpar el amable lector.
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