“Lo mejor, es lo peor que se va a poner” – JORGE OCTAVIO OCHOA – TRAS BAMBALINAS

TRAS BAMBALINAS. La amenaza: “Lo mejor, es lo peor que se va a poner”  

Por JORGE OCTAVIO OCHOA. Premonitorio, admonitorio, el presidente selló la semana pasada, el futuro de lo que resta de su mandato.  

En el 4º año de la 4T, es un hecho que, por muy optimista que se quiera ser, la situación en México no cambiará ni un ápice. De hecho, se pondrá peor.    

Se calcula que 10 millones más de mexicanos entrarán al círculo de la pobreza, y menos de la mitad de la población económicamente activa tendrá trabajo.  

De ese 50%, cuando mucho una cuarta parte tendrá salarios bien remunerados. Los demás alcanzarán ingresos inestables y raquíticos.  

Las garantías individuales están socavadas. Es cierto, la represión no ha venido del Estado, pero la ausencia del ejercicio de la ley ha desbaratado las libertades.  

El libre tránsito ha desaparecido debido a los altísimos niveles de inseguridad. Circular en las carreteras por la tarde noche es ya un reto a la suerte.  

Las ejecuciones se dan, por igual, en medio de una fila de vacunación que, en la apartada Sierra Tarahumara, sin que exista defensa por parte del Estado.  

Ante la ausencia del derecho: el linchamiento, “ojo por ojo”, ejercicio de la ley en propia mano e imperio de la ley del Talión.  

Los críticos, hoy han sido convertidos en adversarios y enemigos. Los clérigos son satanizados y los judíos convertidos en hitlerianos.  

Es el mundo obtuso, de una mente que añora la imposición de un sistema en el que todos obedecen ciegamente.  

No hay espacio para diálogo alguno, para reflexiones o reconsideraciones. Es el autoritarismo apuntalado en la anarquía.  

Así, el único que no ha entendido nada de lo que se trata, es el Presidente de México. Confunde combate a la violencia e inseguridad con políticas sociales.  

Se habla de ir a las causas de la brutal criminalidad que impera ya en todo el territorio, pero no pueden explicar por qué existen más de 379 mil desplazados.  

Comunidades asoladas por el crimen organizado, despojadas de sus casas, sus tierras, animales, arado y maquinaria, sin que el Estado Mexicano intervenga.  

El presidente festina el descomunal ingreso de 5 mil millones de pesos en remesas, principalmente proveniente de Estados Unidos, por encima de la inversión y el ingreso petrolero.  

Pero no se pregunta sobre el origen de ese dinero y el por qué hasta la fecha, miles de mexicanos buscan colarse hacia el vecino del norte.  

Un tráiler con 53 indocumentados muertos es, en sí, una tragedia internacional y para México, un asunto particular, porque la mayoría eran mexicanos.  

Esto pone en evidencia el discurso hueco de un hombre que quizá tiene buenas intenciones, pero nula capacidad. El presidente está gravemente confundido.  

Enreda becas y pensiones para jóvenes y adultos mayores, con programas sociales para resolver de raíz los problemas.  

Asuntos relacionados con las adicciones, la prostitución, el tráfico y trata de personas, el contrabando, el huachicoleo y el narcotráfico no se resuelven así.  

Las dádivas esporádicas y mal presupuestadas solo agudizan la grave crisis de violencia, pobreza y rezago que vivimos.    

Tenemos, por ejemplo, en puerta la legalización de la mariguana y el sólo anuncio ha provocado un mercado ilegal en la esquina de Insurgentes y Reforma.  

Detrás del Senado de la República, se ha instalado un comercio abierto de droga, principalmente mariguana y otros estupefacientes.  

En plena vía pública, los jóvenes retan a la autoridad, apurando sus carrujos y vendiendo sus productos.  

El Presidente habla de ir a las causas, pero no entiende que el uso de mariguana ha derivado en otros consumos de drogas sintéticas que se ha disparado.  

El consumo de anfetaminas aumentó un 218% en una década, debido precisamente a esa permisividad y laxitud con que opera el crimen organizado.  

Pero el actual gobierno quiere resolverlo con retenes esporádicos que, como se ha visto, no han servido de nada.  

Es infame la manera como el presidente trata a los que no piensan como él. En automático los convierte en adversarios y los describe como gente omisa.  

El apostolado de los padres jesuitas en el mundo es un hecho reconocido y que explica el por qué de su presencia en zonas apartadas.  

Sin embargo, de un manotazo, esa labor fue desconocida por un hombre que usa “la palabra de Dios” como si fuera moneda de uso personal.  

El holocausto judío le parece ahora una anécdota del sin sentido que alcanza el poder en manos de una mente desequilibrada.  

Olvida el asesinato descomunal, las ejecuciones que cometió Hitler y habla de “Patentes de Corso” para someter a juicio la lucha territorial en la Franja de Gaza.  

Tenemos pues a la vista, una mentalidad obtusa, que en el fondo pretende importar a México los conflictos de Rusia y de Palestina en un solo paquete.  

Más que un pensamiento de izquierda de lucha por los más pobres, quizá pretende convertirlo en una nueva cruzada de sangre.  

Así, en medio de la confusión general y el imperio del terror, querrá imponer una ideología y un nuevo dogma.  

Por eso su expresión, su risotada, y esa mirada de desprecio, resultan un ultimátum preocupante para los mexicanos: “Ánimo, que lo mejor, es lo peor que se va a poner”. Y algunos pensarán que sobre amenaza…