HAY FRUTOS AMARGOS EN UNA SOCIEDAD INJUSTA

PASCUA V Ciclo B 2024
APORTE DEL COLEGIADO DE SACERDOTES DE LA DIÓCESIS DE CHILPANCINGO- CHILAPA
Comentario a las lecturas de la Misa del domingo 28 de abril de 2024.
I. EL ÁRBOL SE CONOCE POR SUS FRUTOS
Los árboles normalmente dan frutos cada año, ej. ciruelos, mangos…, tienen ya esa vocación y nosotros tenemos la posibilidad de elegir dar fruto o no.
Con base en el evangelio de hoy, nos damos cuenta que lo que no da fruto es porque no permanece unido a Cristo que es la vid, y por eso es arrojado al fuego, ya que la vid no sirve ni para leña. Necesitamos estar unidos a Él, Permanecer en Él, poda para poder dar buenos frutos.
La Primera lectura narra que Pablo antes de su conversión, aunque era muy religioso, no daba el fruto esperado por Dios; después de su encuentro con el Resucitado que lo convirtió a él, tuvo una vida plena.
Tenemos la buena semilla de la pascua desde el bautismo, para dar fruto abundante. Podemos ser proactivos, productivos en lugar de estériles.
Cuando estamos ante el Santísimo, rezamos la Liturgia de las Horas, llegamos a dar más frutos pastorales, pues, el trato con Jesucristo es para no caer en el activismo; orar no es tiempo perdido sino lo que da consistencia a la vida cristiana.
Cristo dijo: Sin mí nada pueden hacer. Si queremos tener más eficacia necesitamos vida espiritual. Es muy fácil perderse en el ambiente laboral y llega el momento en que no nos sentimos felices y llegan las enfermedades.
La vid y los sarmientos son Cristo y la iglesia. Cristo espera abundantes frutos de la iglesia, pero para ello tenemos que convertirnos al estilo de San pablo, pero al igual que él, antes tenemos que tener un encuentro profundo con el Resucitado, de ahí deriva su cambio de vida y sus frutos los cuales están reflejados en gran parte en sus cartas.

II. IMPORTANCIA DE LA PODA, DEL SOL Y PERMANECER UNIDOS

Catecismo de la Iglesia Católica nn. 755, 736, 755, 787, 1108, 1988, 2074: Cristo es la vid, nosotros los sarmientos.
Se poda la vid para que la sabia corra hacia la uva y así la uva resulte dulce.
A su tiempo la vid es podada para nuevamente florecer y dar frutos. La poda produce lágrimas, a la vid le duele, pero es necesario, como el sufrimiento de Cristo antes de su resurrección. Ese dolor endulzó el fruto de su resurrección.
La sabia necesita del sol, por ejemplo, las buganvilias entre más estén en el sol más florecen. Ese sol es Cristo. La vid también necesita del sol. Este milagro lo hace la sabia que va por dentro. No tiene sentido una vida sin frutos, pero no se dan frutos y el árbol se seca cuando ya no corre la sabia en el tronco.
La finalidad no es solo florecer sino los frutos que saboreamos, con los que nos deleitamos. Hay de frutos a frutos, algunos muy simples y otros hasta amargos.
Al árbol no lo valoramos por sus feas raíces, pero sin eso interior no da buenos frutos. Así nosotros llevamos por dentro el conocimiento de las cosas de Dios, la gracia de Dios.
Dios en cada uno de nosotros es como la sabia, necesitamos ir llenándonos de su dulzura, de su amor, de eso modo nos vamos cultivando para cultivar. Somos como esponjas que absorben la vida divina y cuando la vida nos exprime la damos. Si quieres trabajar en la obra de Dios, deja que Dios te trabaje.
Dios nos trabaja de una forma continua. Dejar que Dios riegue nuestra vida, nuestro sentir, para poder dar un fruto maduro, bueno, que haga felices a los demás y así seamos felices nosotros.
Podar no es castrar o que Dios quiera hacer sufrir nomás por capricho, sino que pasa como cuando nos cortamos el bigote, sale con más fuerza, con más vigor para tener proyección.
Permanecer unidos a Cristo significa cumplir los compromisos bautismales. Unirnos a Cristo haciendo lo que él diga. Que el laico procure participar en Misa, comulgar, haga oración, de lo contrario se seca como la vid que no sirve ni para leña, así seríamos inútiles si no nos unimos a Cristo. Permanecer en Dios, si lo sustituimos por falsos dioses nos va mal.
Permanecer en su amor, en su ley, en su cruz. La Palabra de Dios nos va indicando qué se debe cortar o dejar de hacer, pues, toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia (2 Tim 3, 16).

III. HAY FRUTOS AMARGOS EN UNA SOCIEDAD INJUSTA

Hay muchos frutos pero amargos por la violencia generalizada y con la complicidad de varios gobernantes.
Hay poca esperanza en la mayoría de los ciudadanos por el sistema de corrupción que hay en el país.
Necesitamos humanizarnos, rescatar al hombre antes que a la democracia o los partidos políticos. Hace falta una valoración más profunda de la vida. Necesitamos aferrarnos a la vida en lugar de destruirla. La autodestrucción sigue avanzando, ahí tenemos el cúmulo de incendios activos que origina contaminación, calentamiento global, pero sobre todo escasez de agua.
Uno de los frutos sociales consiste también en saber elegir bien a nuestros gobernantes. Por eso los obispos nos están invitando a preparar de modo razonado, inteligente, nuestro voto para elegir buenos gobernantes, para no dejar que las minorías elijan a quien nos va a gobernar, ni sean esas minorías quienes ejerzan una dictadura.
Conviene conocer la vida de los candidatos antes de votar por ellos, porque por sus frutos los conoceremos. Hay que evitar votar ciegamente.
No se dan frutos sin nuevos y buenos conocimientos, porque es de aquí de donde se derivan los sentimientos y actitudes.
A veces nos conformamos con dar pocos frutos, por ejemplo, quienes solo trabajan para un aspecto de la vida como el tener dinero pero sin que haya amor en la familia. Necesitamos estar unidos, formar comunidad, lograr la sinodalidad para procurar el bien, necesitamos aglutinarnos para que el bien común nos interese a todos, porque la unión hace la fuerza; evitar vivir de manera sectaria.