¿POR QUÉ DESTROZAN IMÁGENES? – Pbro. JORGE AMANDO VÁZQUEZ RODRÍGUEZ

Qué es el nuevo régimen diversitario
Lo de hoy es la reescritura de la historia como un signo de los regímenes totalitarios partiendo del principio: “Quien controla el pasado controla el presente”.
Y es que quién puede sentirse orgulloso de su historia si de lo que se trata hoy es de deconstruir, que no obedece a otra cosa que reescribir todo en orden a implantar una nueva ideología llamada también régimen diversitario.
“La reescritura de que la diversidad es lo único estado posible de las cosas” nos escribe Adriano Erriguel en su libro Blasfemar en el templo (Madrid 2024) de lo que se trata es que no haya huella, ninguna huella de raíz cultural que no obedezca a sus intereses identitarios, “no hubo, ni hay, ni habrá más realidad que la nuestra, les guste o no” (p.420).
Estos nuevos totalitarismos son tan sutiles que poco a poco permean en la mentalidad del hombre contemporáneo los cuales defienden de manera muy apasionada porque dentro de la lógica racional quien diga lo contrario será considerado como blasfemo en este nuevo “templo” que es nuestro mundo y se expone a ser quemado públicamente en la hoguera de las redes sociales con la leña verde que ahora son los dedos mordaces que hacen arder más y más el fuego.
GRIEGOS Y LATINOS
Quienes han provocado estos nuevos totalitarismos son las universidades americanas que pasan por ser las más “prestigiosas” a nivel mundial y tienen en la mira la cultura griega y latina que para muchos sigue siendo la cuna de nuestro proceso civilizatorio.
“Lejos de ser algo exterior al estudio de la antigüedad, la producción de la blanquitud reside en las extrañas mismas de los clásicos. Espero que esta materia de estudio muera, lo antes posible” (Dan-el Padilla Peralta), zoquete cum laude de la Universidad de Princenton. La antigüedad clásica es un mito fundacional euroamericano, ¿de verdad deseamos mantener este tipo de cosas en los planes de estudio?” (p.421)
De lo que se trata en realidad pues no es desaparecer la antigüedad clásica sino de eliminar lo racial, la blanquitud. Quien lo diría que para terminar con un dolor de brazo habría que cortarlo, no se me ocurre una mejor analogía. Lo peor es que todas estas nuevas ideologías utilizan todo tipo de medios a su alcance con la millonaria capacidad que todos ponen a su alcance, léase las series de televisión, películas, plataformas de música, literatura tanto en libros como en revistas, es una aplanadora imparable y lo peor es que no les interesa “lo racial” sino el interés es principalmente económico, es el dios dinero, con el cual el capitalismo es permeable con todo tipo de culturas, razas y como es el caso las ideologías.
“Se trata de una disciplina implicada en el fascismo y el colonialismo, vinculada a la supremacía blanca y a la misoginia, ´los clásicos son tóxicos´; ´los clásicos son elitistas, racistas, heteropatrialcales, vinculados a la extrema derecha´. (p.421)
Este es el nuevo “canto de las sirenas” a los cuales todos se apuntan estar en contra y hacen bien, pero el que la antigüedad clásica defienda estos principios dista una distancia muy larga.
Nadie quita algo para quedarse con nada, el objetivo principal que busca la eliminación de la cultura grecorromana es precisamente para reemplazarlos por el estudio de los pueblos hasta “ahora invisibilizados”.
DESTROZO DE IMÁGENES Y MONUMENTOS (cada vez se hará más seguido)
Es precisamente un plan bastante quien orquestado entre otros por los wokistas a ultranza así como los académicos que Erriguel califica de “zoquetes cum laude”, e inyectan todo este odio que después a estos seguidores ponen en práctica derribando estatuas de héroes antiguos, que representan un pasado calificado (falsamente de heteropatrialcal) y últimamente entran a los templos a destruir imágenes de la Virgen María, Jesucristo y nuestros Santos que ellos no perciben como espejos del Evangelio como los vemos los que profesamos la religión católica, “se trata de una campaña de deshistorización en toda regla.
La destrucción de monumentos y estatuas es una expresión simbólica de la instauración de un nuevo régimen. Y este régimen es el diversitario que culpabiliza el pasado y promueve la cancel culture; su ideal es el reset, la tabla rasa, el recomienzo desde cero. (p.422)
A parte de creer que tenemos memoria corta, pues las cosas se nos olvidan muy pronto, como que cada día nos cuesta almacenar cosas muy recientes y volvemos a caer en lo mismo, se añade que, con la nueva ideología de borrar todo tipo de historia, pues de lo que se trata es “impedir la formación de una consciencia histórica crítica que podría desmitificar su pretensión al carácter natural de su dominación”. (p.422)
EL CASO DE LA POLINESIA
Para terminar este tema Erriguel expone el caso de Polinesia pues no tener memoria histórica es lo más parecido a un genocidio pues toda la civilización corre el peligro de derrumbarse: “Refiriéndose a la Polinesia se relata cómo el día en el que los jefes ya no eran capaces de recitar sus genealogías, en el que las gentes se reían de sus ancestros, en el que odiaban su propia historia y despreciaban a sus muertos, ese día estaban ya maduros para la colonización. Una civilización se derrumba siempre desde el centro”. (p.423)
Y es precisamente lo que se procura en la actualidad, olvidarnos de nuestras genealogías, ancestros, odiar la propia historia, despreciar a los muertos nos prepara para una colonización que ya está en marcha y de la cual muchos ya incluso se siente con mucho orgullo de estar colonizados en esta nueva cultura identitaria de la cual el pronóstico es reservado, no se si en el futuro nos vayamos a sentirnos igual de enriquecidos especialmente con el lenguaje con el cual nos manejamos por todos lados y paseamos a una nueva personalidad muy producida, como se dice hoy.
LA DESTRUCCIÓN DE LOS LIBROS
Otro signo de totalitarismo identitario: la destrucción de los libros y su reemplazo por el audiovisual. Hoy todo es citar videos de youtube: síntesis de libros, conferencias, documentales multiplicándose como hongos los youtubers e influencers tiktokeros. Caray qué futuro.
(Cfr. Adriano ERRIGUEL, Blasfemar en el templo, (I) Debates irreverentes, EDICIONES MONÓCULO, Madrid 2024)