Por Edmundo Cázarez C
-Tercera y última parte-
Reza el refrán que nadie es profeta en su tierra, sin embargo, para Pedro Sol, uno de los más grandes caricaturistas que ha dado nuestro país, en los tiempos de crisis, también son tiempos para el humor. Un caricaturista singular por su estilo propio, quién, con una sobrada sensibilidad y agudeza, ha logrado retratar, en cada uno de sus dibujos, los aspectos paradójicos del diario acontecer de un gran país llamado MÉXICO.
El trabajo de Pedro Sol, aún dentro de una crisis terrible y profunda como la que vive, hoy en día, esta gran nación debido al desencanto, al enfrentamiento y encono social que ha provocado la 4T, le da un valor especial, pues comprueba que, incluso, en los tiempos de infortunio, siempre se puede arrancar una sonrisa.
En esta tercera y última parte de la entrevista exclusiva que concedió a ÍNDICE POLÍTICO, afirma que si los presidentes no tienen la capacidad de saberse reír de ellos mismos… ¡Para qué son presidentes!!
Como fundador de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, expresa que desde la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz hasta la de Enrique Peña Nieto, incluyendo los periodos del PAN, fueron las épocas de oro para los caricaturistas y no como ahora, con la 4T, en donde, desde las mañaneras, el propio Jefe del Ejecutivo Federal, se encarga en denostar. Agredir e insultar a los comunicadores, haciendo uso de su libertad de expresión, se atreven a marcar los errores en los que incurre quien está al frente de la nación.
Asimismo, manifiesta su profunda tristeza que el Museo de la Caricatura esté en completo abandono y sin recibir ningún apoyo por parte de la Secretaría de Cultura, ¡ah!!, pero al Museo del Estanquillo, que fundó Carlos Monsiváis, y como era muy amigo de López Obrador, lo tienen en óptimas condiciones y con un buen respaldo económico.
Pedro Sol, hace un rápido análisis del trato que recibió por parte de los presidentes de la República, con los que tuvo la suerte de interactuar “Gustavo Díaz Ordaz, no obstante que no fue muy afortunado en lo físico, en privado, el señor era muy simpático y se divertía muchísimo con las caricaturas que aparecían en los periódicos y revistas”
También lamenta que los famosos “memes”, hayan venido a darle en la torre al humor de los caricaturistas. Al cuestionarle qué tipo de periodismo se ejerce en el México del 2002, dijo: “Los radioescuchas y televidentes tenemos que agradecer poder contar con un gran profesional de la comunicación llamado Ciro Gómez Leyva, quien nos informa y orienta con veracidad y exactitud. Uno de los mejores comunicadores que ha dado nuestro país”
Como reportero, platicar con él, fue hacer un viaje por la comunicación en México desde los años 70´s hasta la fecha. Dueño de una memoria envidiable. Durante el transcurso de la conversación, y sin dejar de prestar atención a nuestras preguntas, seguía trabajando en lo que le encanta hacer: ¡sus grandiosas caricaturas!!
-¿Cómo nace la Sociedad Mexicana de Caricaturistas?
-Es que era un relajo. Cada caricaturista, con el respeto que merece cada uno de mis queridos colegas, estaban muy dispersos. Andaban por todos lados y se metían hasta la cocina con su pinche huevo de ónix… ¡perdón!! Entonces, me dije, se tiene que formalizar como Sociedad Mexicana de Caricaturistas Autoral, con reglamentos y estatutos. No como un simple club de bohemios. De esta manera, cambio todo el sentido de su organización.
-¿Hubo protestas en contra de tu iniciativa?
-¡Por supuesto!! No faltó quienes argumentaban que los caricaturistas deberían ser totalmente libres. Indudablemente, soy el primero en pugnar por esa absoluta libertad, pero había que poner orden.
-Con la confianza que me dispensas y el respeto que me mereces, estaban acostumbrados a un trueque de componendas o recibir “regalitos” en sobres amarillos?
-Qué decente eres para decirme si eran “chayoteros” ¡Claro que sí!! Había amparos con la SHCP para evadir impuestos. Inclusive, un abogado nuestro, y que era también egresado de La Salle, un magnífico jurista, Pedro Luis Hernández, que resultó ser socio de Fructuoso López Cárdenas y nos prestaba su despacho, que estaba ubicado en la calle de Indiana, entonces, entre que, en Humboldt, junto al hotel Romano, teníamos la oficina de la Sociedad de Caricaturistas que, por cierto, se vino abajo con el temblor del 85, pudimos rescatar todas las caricaturas originales y se llevó al despacho de Pedro.
-Y qué pasó con el Museo de la Caricatura?
-Poco tiempo después, también pudimos rescatarlo y que me tocó inaugurarlo, porque, cuando me nombraron presidente de la Sociedad de Caricaturistas, estaba de a tiro muy chavito.
-Bueno, nadie es perfecto…
-Pues sí, pero decían: “Este pinche escuincle no sabe ni madres” Recuerdo que estaba de regreso de la serie de exposiciones que había realizado por Latinoamérica y conociendo a muchos caricaturistas. Conservaba una lista enorme de gente que había conocido en todo el país como Aquino, Fontanarrosa
-¿Los caricaturistas de otros países comulgaban con tu idea de participar en el Museo de la Caricatura?
-¡Para nada!! a excepción de Cuba, ya que Rius era un michoacano por nacimiento, un mexicano de corazón y un cubano apasionado. Asimismo, los venezolanos eran muy populares y querían ser quienes manejaran o apropiarse del Museo
-¿Y los caricaturistas mexicanos?
-¡Exacto!!, esa era mi principal preocupación, hacer algo por mi país y no encumbrar a los extranjeros. De esta manera, logré que el entonces presidente Miguel de la Madrid me escuchara, gracias a Ramón Aguirre, que era el Jefe del Departamento del Distrito Federal -Hoy, Gobierno de la Ciudad de México-
-¿Qué te dijo Miguel de la Madrid?
-Que buscara un lugar en donde podría quedar el Museo de la Caricatura. Se interesó y me apoyó enormemente. Nos dieron como opción, la Casona de Moctezuma, que estaba allá por la lagunilla, pero era imposible llegar hasta ahí. Así es que, sin pérdida de tiempo, busqué otra alternativa y encontré en Donceles 99, en donde está ahora el Museo, pero resulta que se está cayendo porque es un edificio muy viejo y requiere de un millonario mantenimiento.
-¿Cuántos años lleva de funcionar?
-Ya cumplió 35 años, bajo la concesión de comodato, de esta manera, no somos dueños del edificio. Miguel de la Madrid aceptó ir a inaugurarlo y durante todo este tiempo, hemos tenido fantásticas exposiciones.
-Como dice la canción “Madrid” de Agustín Lara, en España se piensa mucho en ti…
-Ja, ja, ja. Vaya que me pones de muy buen humor. Es que en España hicimos una muy buena labor, cuando existe un mundo de la caricatura, allá, que se llama Premio Quevedo, en donde entregan algo así como un Oscar al mejor caricaturista Iberoamericano y se lo entregaron a Quino, a muchos argentinos.
-¿Los caricaturistas mexicanos no son dignos de recibir un premio así?
-Pues hasta le facha, tal parece que no. Dicho premio ya tiene más de veintitantos años. Queremos promover a Helio Flores, Paco Calderón y valiosos caricaturistas que tiene México.
-A lo mero macho, ¿Por qué no se lo dieron a Rius, mi querido paisano?
-Si lo propusimos, pero no lo aceptaron porque era anticlerical y son universidades muy apegadas a la Iglesia Católica. Vinieron grupos de caricaturistas a México, en una especie de intercambio, así fue como nosotros pudimos ir a España.
-¿Miguel de la Madrid se enojaba cuando le hacían caricaturas?
-No, para nada. Creo que Manuel Alonso, que fue su director de Comunicación Social, lo tenía bien aleccionado al respecto.
-¿Y con Carlos Salinas de Gortari por sus orejotas?
-En ese tiempo había ingresado a El Financiero y Rogelio Cárdenas, que era el director general, estaba muy contento conmigo, porque aparte de ser su caricaturista de planta, era el Presidente de la Sociedad de Caricaturistas de México, siendo que El Financiero tuvo serios problemas con la presidencia de Salinas y hasta que Ernesto Zedillo llegó, fue como se calmaron las cosas.
-¿De verdad, a Salinas le molestaban las caricaturas?
-Muchísimo, sobre todo, en la campaña presidencial. Me acuerdo que se presentó un problema muy serio con él, debido a una entrevista que Alejandro Ramos le hizo, esa entrevista, fue lo que provocó que, durante todo su sexenio, El Financiero estuviera “vedado” y le retiraron toda publicidad oficial.
-A ver, no le saques, en ese tiempo, tú, eras el fotógrafo estrella de El Financiero, además, estuviste presente en esa entrevista, cuéntame lo que sucedió…
-Vaya que vienes bien documentado. Durante la entrevista, Salinas no aceptaba ciertas cosas que Alejandro le cuestionaba…
-No podía desmentirlo porque todo estaba grabado…
-Pues fíjate que no. Le prohibieron estrictamente el uso de grabadoras, tenía que anotar absolutamente toda la entrevista, tal y como te sucedió con la entrevista que le hiciste a María Félix, que tampoco te permitió que la grabaras.
-¿Qué fue lo que le preguntó Alejandro Ramos a Carlos Salinas, provocando que se encabronara?
-Si no mal recuerdo, le dijo algo acerca del Plan Nacional de Desarrollo, pero le pedía datos duros y en cifras, cuando Salinas había sido el secretario de Programación y Presupuesto.
-El presidente le dio los datos Alejandro?
-Sí, pero, eso, le causó mucha risa Alejandro. No creía nada de lo que le estaba diciendo el presidente Salinas, uff. Salinas cuando vio que Alejandro se estaba riendo de lo que le decía, estalló en cólera.
-Bueno, Alejandro Ramos era un buen reportero…
-Sin duda alguna, pero lo peor de todo. Antes de Salir del despacho del presidente, Alejandro le vuelve a repetir: Señor presidente, ¿Cuál fue la cifra que me dijo estaba destinada al Plan Nacional de Desarrollo? Se molestó tanto el presidente, que con el puño de su mano, golpeó la cubierta de su escritorio. Ordenó al Estado Mayor Presidencial que nos sacaran de inmediato.
-¿Alejandro Ramos y tú se apanicaron?
-¡No!! Alejandro sabía perfectamente que el presidente estaba mintiendo. Nos había dicho la primera cantidad que se le vino a la mente para salir del atolladero. Al lunes siguiente, sale publicada en primera plana de El Financiero, tal y como sucedieron los hechos en Los Pinos frente al presidente Salinas.
-¿Te gustaba ser fotógrafo de El Financiero?
-Por supuesto que sí. Iba a cada entrevista de Alejandro Ramos, porque él mismo me lo había pedido. Ahí me tienes, iba con mi camarita a todos lados con Alejandro Ramos y Rogelio Cárdenas y acabé siendo el fotógrafo de la dirección general. Después, ya tuvieron un excelente equipo de fotógrafos muy profesionales.
-¿Qué te dejó andar de fotógrafo personal de la dirección del Financiero?
-Uff, aprendí muchísimo de cómo se investiga la información. A perder el miedo frente a grandes personalidades, ya fueran científicos, intelectuales o políticos, Ahí conocí a todo un personaje, Aníbal Iturbide, el mismo que Abel Quezada dibujaba como “Gastón Billetes”. Inclusive, me tocó acompañarlo a Londres a una serie de reportajes que fue hacer, pero yo, me enfocaba más a los caricaturistas.
-¿Cómo era tu viaje con un director general de un importante diario de circulación nacional?
-Cuando no me necesitaba para tomar fotos, me dedicaba a recorrer todos los museos que había en cada lugar al que íbamos. Fue así como me cayó el “veinte” de hacer un museo de caricaturistas en México.
-¿Qué es lo que ha sucedido con el Museo de la Caricatura en México, muy aparte de que el inmueble se esté cayendo a pedazos?
-Ahí está, completamente abandonado porque no hay recursos para reactivarlo. El inmueble esta totalmente agrietado por los sismos.
-¿Las cosas se empeoran todavía más, con el actual presidente de la República que no le interesa la cultura?
-¡Qué barbaridad!! A López Obrador no le interesa, en lo más mínimo, un Museo de la Caricatura porque ya tiene el Museo del Estanquillo, que fundó su gran amigo Carlos Monsiváis.
-¿Jesús Ramírez Cuevas, es la herencia que Monsiváis le dejó…
-No sé si Monsiváis era su amigo o no, pero, lo que sí sé. Es que, al personal del Museo del Estanquillo, desde la presidencia de la República, les pagan muy requeté bien, muy aparte de un óptimo mantenimiento del edificio.
-¿Te da coraje?
-¡No!!, no estoy en contra de eso. Hasta las cenizas de Monsiváis ahí descansan, pero, a decir verdad, nosotros fuimos primero e hicimos una labor treinta y tantos años antes.
-¿Carlos Monsiváis fue al Museo de la Caricatura?
-Si, claro, ahí estuvo muchas veces y lo llegué a tratar en repetidas ocasiones.
-¿Con quién visitaba el museo?
-Llegaba acompañado de El Fisgón y se percataba de los esfuerzos que hacíamos por sacarlo adelante. No obstante que no contábamos con museógrafos ni con la capacidad económica que nos había brindado el presidente Miguel de la Madrid.
-Bueno, no decaigas porque tu obra ahí está…
-Tienes razón, yo me divertía mucho cuando me adentraba en los estudios de cada uno de mis colegas y ver como trabajaban.
-¿Un caricaturista tiene una “musa” que los inspire con sus dibujos?
-¡Que buena pregunta!!, esa “musa” a la que te refieres, es la vida diaria y tenemos que ir delante de la noticia del día siguiente.
-¿Qué te motivaba ver los trabajos de Carreño, Rosas o Freyre?
-Todos ellos, para mí, han sido y fueron, mis mejores maestros. Era ver la magia de cómo dibujaban, eso, es sumamente difícil que alguien venga y te diga: “Quiero que me enseñe hacer monitos”
-¿Caricaturistas o moneros?
-¡Qué bueno que me preguntes eso y te lo agradezco!! Somos caricaturistas porque nos basamos en la imagen de las personas. La gente no son monos, son seres humanos que merecen un respeto, pero nos atrevemos hacer críticas o parodias, a través de un dibujo, de su quehacer.
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