By Ceprovysa 
Epístolas Surianas
DE JULIO AYALA CARLOS
- El perdedor…
MÁS DE UN AÑO DESPUES de perder la elección, aún no lo entiende, a pesar de que es más que evidente ¿Por qué perdió la reelección de presidente? ¿Por qué le ganaron si estaba seguro del triunfo? ¿Por qué si su frase estrella “Inigualable” era la mejor del mundo? ¿Por qué si se había tomado una gráfica con la gobernadora del estado, con su señor padre, el senador, y lo más pesado del PRI, un exgobernador y otro exsenador?
¿Por qué? ¿Por qué, por qué? ¿Pero por qué? ¿Por qué?
Sencillo. Por qué hizo un mal gobierno. Porque no cumplió con sus compromisos de campaña. Porque ya en el poder se olvidó de ellas. Porque no gobernó con quienes lo llevaron al cargo. Porque lo hizo sólo con su familia. Porque era déspota, grosero y autoritario…
No. No, no, no. Eso no es cierto, responde. Me hicieron fraude, dice a quienes le comentan que si quiere volver a ser alcalde tiene que ser diferente. Me hicieron fraude, puntualiza, cuando las posibilidades de hacerlo estaban de su lado. Son traidores, señala en descargo al referirse a quienes votaron en su contra.
Lo cierto es que a más de un año de perder la elección de alcalde, cargo en el cual buscaba la reelección, a más de un año de ya no manejar el presupuesto municipal como si fuera suyo, lo cierto es que aún no acepta la derrota en su contra, por lo que fue echado del Ayuntamiento.
¿Porqué votan los electores contra un candidato, o como es el caso, contra un candidato que busca reelegirse en el cargo? La respuesta es fácil, sencilla y concreta. Porque no cumple lo que promete, porque ya lo conocen, porque no gobierna en favor del pueblo, porque lo hace mal, porque no quiere que lo siga haciendo, porque es corrupto y tantas cosas más que resultan interminables.
Pero no. Él no lo entiende, y en consecuencia está empeñado de que si no es él quién gobierne, nadie más lo hará, y si lo hace, hay que echarle tierra, hay que ponerle piedras en el camino, hay que crearle problemas en el municipio para que caiga, hay que hacerlo quedar mal para que fracase su gobierno, y así la gente se decepcione y de nueva cuenta, en el proceso electoral que viene, el hoy perdedor aparezca como el salvador del municipio.
Y si para eso hay que pagar, pues hay que hacerlo, al fin que hay dinero, al fin que alcanza el presupuesto. Y al fin, también, que ese dinero que se gasta puede recuperarse cuando nuevamente se llegue al cargo.
Y eso, ciertamente, eso no es querer al municipio, eso no es tener un compromiso con sus habitantes. Lo que es, en concreto, es una enfermedad por el poder, por el presupuesto que tiene asignado.
En fin que no por nada, aún sin llegarse los tiempos, ya es el candidato formal del PRI, arropado por el exgobernador cuya estirpe es cuestionada y señalada de ser lo peor del estado, tanto que el nuevo partido en el poder va a sacarlos del calendario cívico del estado.
En tanto, el alcalde de Iguala, ni se acongoja, con todo y que le mandan a causarle problemas en el mercado, o para que haya oposición a las acciones de diversión con motivo de las fiestas navideñas. Dejad que los perros ladren, parece decir.
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