a paz es tan importante que suele relacionarse en momentos de conflicto, de eventos bélicos, de sangre y de muerte. Su bandera intenta mantener el color blanco para ocultar que atrás, hay rictus de dolor y el camino que se recorre no suele estar tapizado de flores.

Cuando en marzo del año 2024 la alianza de los partidos PRD-PRI-PAN lanzaron como su candidato a la Alcaldía de Chilpancingo a Alejandro Arcos Catalán, el trabajo que había realizado siempre en beneficio de mucha gente y de sus espacios de vida y laboral, ya eran parte de su bagaje de compromiso.
Su campaña no fue fácil, enfrentó en la contienda a otro político, Jorge Salgado Parra, el entones candidato considerado de Estado, con todo lo que ello representaba. Aquí él conoció la traición de personas que le habían asegurado su cercanía, incluso de personas a las que en momentos de problemas y hasta enfermedad, se alejaron hasta el 30 de septiembre cuando rindió protesta regresaron… incluso de quienes no tomaron su llamada.
Pero Alejandro mantuvo con su carismática sonrisa, su proyecto de pacificar la Capital y darle rumbo y el ritmo de su búsqueda de la confianza ciudadana lo llevó a recorrer una vez más todo el municipio entregando en cada saludo su persistencia de que se podía cambiar el miedo por la confianza de retomar una vida cotidiana con seguridad.
Este equipo de CEPROVYSA lo acompañó, Néstor Ortega Almeida Morales se convirtió en su compañero que diseñó la estrategia comunicacional para impulsar una campaña innovadora, alegre, confiable; a mí me distinguió como su asesor y junto con su equipo, realizamos un trabajo arduo, a ras de suelo, recorriendo con él colonias, localidades, visitando hogares, haciendo él con la sociedad un lazo inquebrantable de confianza.
Había una clave fundamental Alejandro era auténtico, con un discurso confiable, congruente, respaldado con acciones, con personas que daban testimonio de su imparable labor de servicio.
Como periodistas tenemos memoria y tenemos claro que Alejandro inició desde su juventud su trabajo político que se caracterizaba por darle sentido a sus palabras para convertirlas en acciones que influenciaban favorablemente no solo en la parte material de su apoyo sino en la conciencia de quien lo recibía inspirando, siempre inspirando.
De carácter firme, necesario para alguien que buscaba la paz, caminó con constancia, con dignidad, con planeación, con organización. No era improvisado y cuando tenía que resolver algo planteado fuera de la agenda, procuraba ser responsable en la decisión que tomaba.
Alejandro era auténtico en su deseo de cambiar el estado de cosas para Chilpancingo, aunque también pensaba en el Estado.
A Alejandro lo vimos crecer políticamente, tenía virtudes que lo exaltaban como ser humano, como la solidaridad, la justicia, la humanización de la política y del discurso que incidiera en la sociedad a partir del compromiso colectivo por transformar el estado de cosas que fueron cambiando el rostro de nuestra Capital.
Aún recuerdo y resuena en mi memoria su alegre risa, percibo el brillo de su mirada al observar a Chilpancingo y sus comunidades, su entereza para asumir el reto de enfrentar dificultades, sus ojos dolientes ante la pérdida de amigos y su vocación por la paz, entre otras prendas. Y agradezco al Creador por permitirnos, como personas y como empresa, la confianza de estar cerca de él y su muy querida familia.
A un año de su lamentable homicidio, su presencia se mantiene firme y nosotros firmes a su cariño, procurando honrarlo con nuestras acciones.
La paz es tan difícil que para enarbolarla se requiere un corazón noble, así el de Alejandro, que en su compromiso por alcanzarla, le costó la vida. Sin duda el Creador te tiene en sus filas de mártires amados.