• 12 años de lucha terminan de golpe sobre un puente
  • ¿Guerrillero, secuestrador o redentor de los pobres?
  • ¿Por qué fue abandonado Genaro por Bracho Campos?

Carlos Ortiz Moreno / Expresiones Guerrero

A las 1:35 horas del 2 de febrero de 1972, un vehículo Dodge Dart placas LKL-056 del estado de México, conducido a exceso de velocidad, se estrella con un muro de piedra sobre el puente del arroyo Charo, situado en una curva a la altura del kilómetro 326 de la carretera México-Morelia, cerca de Huajúmbaro, Michoacán.

Tras el encontronazo, detrás del vehículo siniestrado, otro vehículo Ford de color blanco con placas del estado de Michoacán con dos personas en su interior se acercaron aparentemente para otorgar ayuda a los cuatro tripulantes del automóvil despedazado.

Dos hombres y dos mujeres son sacados del Dodge Dart. Ellas eran la joven maestra de 19 años Blanca Araceli Ledezma Aguilar y la acapulqueña María Aguilar Martínez, de 23 años, quien dijo ser taquimecanógrafa. El chofer y el copiloto, según declararon las mujeres a la policía, eran Andrés Sánchez y el chofer de nombre Fidel, a quienes conocieron en la ciudad de México tres días atrás.

Los tripulantes del Ford buscaron ayuda y encontraron una clínica de la Cruz Roja en Zinapécuaro de los Figueroa, pero el conductor del automóvil que chocó no bajó y se fue con una maleta que sacó, como pudo, del vehículo que quedó despedazado a la orilla del puente.

Los médicos de la benemérita institución, al ver la gravedad de las lesiones, decidieron trasladar a las dos mujeres y al hombre hacia el hospital civil “Doctor Miguel Silva” de Morelia, Michoacán, donde alrededor de las 2:36 horas ese hombre fue declarado muerto.

En las notas de diversos medios de comunicación de aquella época, se aseguró que el encontronazo contra el muro de piedra del puente fue tan brutal que los peritos no se explicaron por qué no murieron los cuatro tripulantes del vehículo que, tras el impacto, se fue contra el barandal y por suerte no se incendió. El vehículo era propiedad de María Teresa Pérez, con domicilio en Pestaloni 1236, colonia Del Valle, en la ciudad de México.

Según la información de las fichas exhibidas en los Archivos de la Represión, las autoridades ministeriales michoacanas con la entonces Policía Federal de Caminos intervinieron en lo que parecía un accidente carretero más. Empero en la revisión del vehículo se encontraron vestigios importantes que hicieron suponer que se trataba de alguien importante perteneciente a grupos guerrilleros del vecino estado de Guerrero.

Poco a poco se fue armando el rompecabezas, contrario a las declaraciones de ambas mujeres: el chofer era José Bracho Campos quien escapó y, a pesar de estar herido, se apoderó de varios miles de pesos, pero dejó 350 mil pesos en efectivo de diversas denominaciones encontrados en la cajuela del automóvil siniestrado.

También en el interior fueron encontrados una carabina 20 M2, varias grabadoras y walkie-talkies, libros sobre doctrinas comunistas, propaganda subversiva, cartucheras para calibre 20 M2, varios “peines” para carabina, cartuchos para pistola .38 súper, tres bombas de fabricación casera y una tarjeta American Express a nombre del doctor Jaime Castrejón Díez, quien había sido secuestrado días atrás en la sierra de Guerrero.

Esto último hizo sospechar de la identidad del hoy occiso pues la tarjeta jamás le fue devuelta al rector de la Universidad Autónoma de guerrero por cuya libertad su familia hizo un pago de 2 millones y medio de pesos además de pedir la excarcelación de nueve personas, entre ellas la hermana del líder guerrillero.

El hombre declarado muerto por el accidente vestía una chamarra verde como las usadas por el ejército de Estados Unidos, pantalón color caqui, camisa de color indefinido y al parecer no llevaba insignias ni documentos dentro de la vestimenta.

Genaro Vázquez Rojas fue identificado gracias a sus pertenencias personales: la argolla matrimonial con sus iniciales, un llavero, una revista en cuya portada aparece a todo color Vázquez Rojas dando una entrevista en las montañas de la sierra de Guerrero junto con una carabina 30 M2, de culata recortada, similar a la encontrada en el vehículo chocado.

Elementos de las policías judicial federal, del estado, dirección Federal de Seguridad y el Ejército buscaron el misterioso Ford blanco pues sospecharon que debió de haberse tratado de cómplices por el sigilo con el que actuaron.

Para poco antes del amanecer, ya se sabía que el muerto era el líder guerrillero oriundo de San Luis Acatlán, municipio ubicado en la región Costa Chica de Guerrero.

Los médicos que atendieron sus lesiones precisaron que las heridas que presentaba eran mortales y lucharon por salvarle la vida, pero no lo consiguieron. Lo declararon muerto a las 2:30 de la madrugada.

Según la necropsia, practicada por los doctores Gabriel Lozano Vázquez y Wilmer García Silva, el cuerpo presentaba hundimiento de cráneo, hernia de masa encefálica, una cortada en forma de V en la bóveda craneana y esquirlas de huesos y vidrios en el cerebro. Además, el occiso sufría de una tuberculosis avanzada que seguramente lo mataría en pocos meses.

Vázquez Rojas viajaba en el asiento delantero por lo que las lesiones fueron las más graves. Los peritos en tránsito le llaman el asiento de la muerte. El Ford blanco que auxilió a Vázquez Rojas y sus compañeras nunca fue localizado por las autoridades estatales y federales.

El cadáver de Vázquez Rojas y las dos mujeres lesionadas fueron trasladadas en un avión de la Secretaría de la Defensa Nacional al Campo Militar número 1 en la Ciudad de México, entonces Distrito Federal.

A los diversos fotógrafos de los medios nacionales de comunicación de la época les fue permitido tomar fotografías del cuerpo cuando iba arribando al aeropuerto del campo militar. Empero les fue impedida la entrada a la hora de que lo ingresaron a un hangar donde se le practicarían diversos análisis postmortem.

El 4 de febrero, la prensa nacional narraba que el cuerpo sin vida del profesor guerrerense había sido identificado la noche anterior por su esposa la señora Consuelo Solís Morales en el anfiteatro del Hospital Central Militar. La viuda reconoció en ese momento que su esposo no presentaba lesiones producidas por arma de fuego.

La viuda de Vázquez Rojas llegó al centro hospitalario a las 18 horas, media hora después de que llegó el cuerpo del profesor y espero otra media hora más sin que le permitieran la entrada al anfiteatro. Tras la espera pidieron audiencia con el secretario de la Defensa Nacional, general Hermenegildo Cuenca Díaz. Después de 20 minutos de antesala en la oficina del general secretario le indicaron a la señora Solís Morales que solamente se recibiría al abogado Rojo Coronado.

Ella, acompañada de algunos familiares entre ellas sus dos hijas, regresó al hospital para intentar nuevamente ver a su esposo. Al salir del estacionamiento del edificio militar, un automóvil Chevrolet Impala de color blanco se le pegó. Al arribar al nosocomio, justo a la entrada, los hombres de ese vehículo y, con pistola en mano, impidieron el acceso a los reporteros y fotógrafos.

El cuerpo de Genaro Vázquez Rojas fue trasladado en una ambulancia especial al panteón de San Luis Acatlán, en la Costa Chica de Guerrero, donde se le dio cristiana sepultura.

A pesar de la versión oficial del gobierno en ese entonces los familiares siempre insistieron que el deceso de Vázquez Rojas ocurrió en el hospital Regional militar de Morelia, Michoacán, a manos de militares. Su viuda, la Maestra Consuelo Solís Morales, señala que tenía un golpe en la cabeza que parecía un cachazo.

Según la página web de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. “a Genaro Vázquez Rojas se le recuerda como un hombre comprometido con la enseñanza y en mejorar la vida de la población más desfavorecida y explotada, por lo que de manera congruente promovió y construyó diversas organizaciones campesinas, magisteriales y populares para la defensa de sus derechos humanos, pero lamentablemente la confrontación que sus acciones implicaban a los poderes regionales y federales.”

“Genaro se convirtió en el objetivo principal de los instrumentos de persecución política del gobierno mexicano a través de sus órganos de inteligencia”.

“Su muerte, a 53 años de su acontecimiento, sigue sin esclarecerse, pese a la petición de sus familiares la investigación continua pendiente. La maestra Consuelo su esposa y compañera de lucha, para evitar el olvido, frente a su tumba cada 2 de febrero se encarga de mantener viva la historia y el ideario del comandante Genaro Vázquez Rojas y del ACG”.

Nota de la redacción:

Los datos vertidos en la nota, al igual que las fotografías del cuerpo sin vida y el vehículo accidentado donde murió Genaro Vázquez Rojas, fueron sustraídos de los Archivos de la Represión cuyos artículos están abiertos a la difusión.

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