Texcoco, Edo. de Méx. – El maíz es identidad, cultura y sustento. Con cerca de 10 mil años de historia compartida con los pueblos originarios de México, este grano ha acompañado celebraciones y la vida cotidiana, con más de 700 formas de consumo que van desde el pozole hasta las palomitas. Por eso, en 2010 la UNESCO reconoció a la cocina mexicana basada en maíz como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, un tributo que refleja el valor universal de este grano.
Cinco datos que muestran su grandeza
- Su nombre científico es Zea mays. Zea proviene del griego y significa “vivir”, mientras que mahís, del taíno, quiere decir “sustento”. Ambas raíces coinciden con el término náhuatl tlaoli, que significa “vida” o “energía”. Durante su llegada a Europa, incluso se le confundió con un tipo de trigo y se le llamó “trigo turco”. Todos estos nombres reflejan lo mismo: el maíz siempre ha sido sinónimo de supervivencia.
- Sus primeros usos pudieron no ser los granos. Evidencia arqueológica sugiere que los tallos del maíz se procesaban para obtener azúcar y alcohol, mucho antes de consolidarse como la base alimentaria de Mesoamérica.
- En Europa enfrentó un obstáculo de salud. Al consumirse sin nixtamalización —el proceso mesoamericano de cocerlo con cal para liberar nutrientes— el maíz provocaba pelagra, una enfermedad que ocasionaba diarreas, problemas de piel y demencia. Esta limitación retrasó su incorporación en la dieta humana europea, aunque pronto se volvió fundamental para la ganadería y la industria.
- Hoy es el cultivo más sembrado del planeta. Está presente en el 85 % de los países y desde mediados de los noventa superó en producción al arroz y al trigo. Su versatilidad lo hace indispensable en múltiples sectores: alimentación, industria farmacéutica, cosmética e incluso energía a través de biocombustibles.
- México alberga al CIMMYT en el municipio de Texcoco, donde se resguarda la colección de germoplasma más grande del mundo —más de 28 mil muestras únicas— y desarrolla innovaciones que llegan a agricultores de todo el planeta. Así, México no solo es cuna del maíz, también es epicentro de la ciencia que asegura su futuro.

En México se reconocen 64 razas de maíz (59 nativas y cinco procedentes del Caribe y Centroamérica) muchas de ellas están en riesgo de desaparecer por distintas razones. Esta posible pérdida, amenaza directamente la diversidad genética del grano, un recurso vital para enfrentar los retos de la agricultura del futuro. El Banco de Germoplasma del CIMMYT, que resguarda más de 28 mil muestras únicas —la mayor colección del mundo—, protege este patrimonio y lo pone al servicio de la humanidad, asegurando que el maíz pueda seguir evolucionando y adaptándose frente al cambio climático, la degradación de los suelos o nuevas plagas.
Con la población mundial rumbo a los 9.7 mil millones en 2050, los desafíos para producir alimentos de manera sostenible son cada vez mayores. En este contexto, y en el marco del Día Nacional del Maíz, el CIMMYT reafirma su compromiso con las y los agricultores mexicanos para fortalecer el futuro de este cultivo.
Trabajamos junto a productores y aliados para desarrollar capacidades en técnicos, extensionistas y actores locales, con el fin de acompañar mejor a las comunidades rurales. Promovemos un enfoque de acción climática, que fomente prácticas agrícolas sostenibles, tecnologías bajas en carbono y sistemas de monitoreo más precisos. Al mismo tiempo, exploramos caminos de diversificación productiva, integrando cultivos de alto valor agregado y fortaleciendo cadenas de valor que vinculan ciencia, productores e industria.
En esta fecha celebramos al maíz como patrimonio cultural y biológico de México, y convocamos a todas y todos quienes comparten nuestra visión: proteger el maíz es proteger nuestra cultura y garantizar el futuro alimentario de millones. Hoy más que nunca, necesitamos trabajar juntos —desde la ciencia y el campo— para que el maíz siga siendo vida, sustento y energía para México y para el mundo.