La LXIII Legislatura Local arriba este 1o de Septiembre al inicio de su ejercicio 2021-2024 a la más grande de las debacles legislativas que los guerrerenses se pueden imaginar, el elefante blanco, que fue la LXII Legislatura Local. El primer de la desafío de la legislatura entrante sera lograr salir lo menos dividido, encontrar los consensos necesarios para elegir al Presidente de la Junta de Coordinación Política, la conocida como Jucopo.

La LXII Legislatura Local que está por concluir con mayoría de Morena estuvo atada desde su inicio a la ambición de Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, cuyo daño no pudo o no quiso sacudirse, concluye de la forma más vergonzante como jamás se había tenido de ese órgano legislativo en la historia de las anteriores Legislaturas en Guerrero, su carencia de dignidad, su falta de responsabilidad, falta de preparación, capacidad, dignidad, su nulo quehacer Legislativo, y sobre todo el haberse convertido en peones de un tablero de ajedrez del capricho e infantilismo de un solo diputado léase Pablo Amilcar, que jugo con ellos como marionetas, perdiendo su dignidad hasta convertirlos en los “cerdos” de los que habla claramente Orwell en su libro “Rebelión en la Granja”.

Las fracciones priístas y panistas pintaron su raya, buscando ser un contrapeso a la insostenible postura de la fracción morena y su contracultura política denominada 4T, (su nuevo decálogo sacado del libelo “Democracia y Desarrollo Social” del gringo Jonh Ackerman y el formador de grupos de choque en la UNAM, Pablo Sandoval Ramírez), y aliados que en todo momento y durante los ya tres años sólo lograron debatirse día tras día en las marismas obradoristas, y la supuesta 4T que jamás cumplieron, olvidando su quehacer institucional, en perjuicio del estado de GuerreRo.

Por el carácter contestatario y sumiso que asumieron desde su inicio se convirtió en un producto vano, una simiente que No fructifico en beneficio de los guerrerenses, los destruyo la ambición de un hombre que jamás hasta hoy a sido capaz de detenerse sin importar cuánto daño cause ni a quien se lleve enfrente. Nadie fue capaz por cobardía de hablarle de frente, de intentar detenerlo. Los resultados están a la vista. Su ambición y profunda corrupción los derrotó.

La LXIII Legislatura Local que en breve asumirá sus funciones lleva el germen y la sombra de esa descomposición que ha puesto a Morena en el capítulo de su propia demolición, es todo menos partido, lo que se debe entender como un partido político institucionalmente constituido, por lo que el factor “unidad” es algo que no conocen, y han aceptado al parecer de entrada mantener, por imposición como presidente de la Junta de Coordinación Política, la Jucopo, al diputado Alfredo Sánchez Esquivel, (último coordinador de la Jucopo de la Legislatura saliente), un diputado cuestionado, mantenido en su reelección como producto de los intereses del nuevo gobierno, no de la fracción entrante. La fracción mayoritaria de Morena asumirá sus funciones con las manos atadas y sus principios envilecidos, y sólo con mayoría relativa.

La fracción opositora luchará por convertir las “moronas, las migajas legislativas” en pepitas de oro que la convierta no sólo en la pieza bisagra de una maquinaria que no pueden de entrada conducir, pero si tener la mano en el cambio de velocidades y determinar su ajuste con audacia, valor y experiencia política. Al tiempo.

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