Por Abel Miranda Ayala

Lápidas de piedra cantera, que fueron labradas a mano y fechadas en los primeros años del siglo 19, se encuentran abandonadas en el Panteón Central de Chilpancingo; las piezas, en muchos casos podrían considerarse piezas de arte; algunas cuentan con más de un siglo de existencia.Entre las tumbas antiguas de Chilpancingo no se han localizado algún tipo de epitafio llamativo o curioso, lo más que se lee es que la losa es dedicada por su esposa, hermanos, hijos o padres, pero todas muy sobrias sin frases llamativas.Una tumba que llama la atención es la de Gerónimo Calvo. Sobre la fosa se encuentra una lápida de piedra cantera rosa tallada en un alto relieve de más de 20 centímetros de espesor y un par de metros de largo. La talla representa una hoja de palma en su parte baja atada con un listón como ramo floral y de ella saliendo una cruz enredada con la misma cinta que en su paso sobre la hoja de palma tiene la palabra recuerdo.En la parte superior de la tumba, una cruz de metal actualmente muy oxidado, pero evidentemente de una calidad excepcional que le ha permitido subsistir más de un siglo en ese lugar. La lapida está fechada el 5 de febrero de 1915 y el fallecido contaba con seis meses de edad.En 110 años que han pasado desde que se elaboró esta tumba, han pasado entre 4 o cinco generaciones lo que indica primero que ninguna persona actualmente viva conoció al difunto y que en caso de que hubiera dejado descendencia, que no fue el caso, ninguno de sus bisnietos o tataranietos podría recordarlo en vida y ese puede ser uno de los factores que ocasionan que las tumbas se encuentran sin visita, pues los fallecidos hace más de un siglo difícilmente habrá quien los recuerde.La tumba de Gerónimo Calvo es sólo un ejemplo de muchas tumbas hermosas que se colocaron casi en la entrada del panteón de Chilpancingo y que muchas pero muchas se han perdido con el paso de los años ante la falta de mantenimiento, la necesidad de volver a utilizar las fosas y hasta por la reventa de terrenos.En esta zona del panteón se pueden localizar decenas de piedras tiradas ya sin una tumba en ellas se van perdiendo espectaculares trabajos artesanales, que bien podrían considerarse patrimonio cultural por ser el reflejo de la tradición mortuoria que se usaba en Chilpancingo durante los primeros años del siglo 19.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *