La hipocresía es un mal social y en la administración pública, políticamente ¡Incorrecta!
Esa conducta acompañada de cinismo y desfachatez, se transforma en ¡Vileza!
Males cotidianos de muchos y defecto casi de todos los gobernantes.
De los aspiracionistas de ambición y cargo público.
Una aspiración que en ellos, y ahora hasta en ella, el también cínico, no recrimina, ¡alienta!
Solapa para la ¡Sucesión!
Para sostener las conductas de él, tan iguales a las de ella, frustrada y vengativa.
Con desconfianza permanente y odio hacia todos.
Tal y como él, que se dirige a los demás con sutil combinación entre ironía y desprecio.
Ese que con soberbia también ambiciona perpetuar sus pasos de ¡Tirano!
Replicar su cinismo y duplicar su desfachatez.
La empuja para imponer el actuar arrogante y soberbio.
Para que gobierne sin ¡Humildad! Y altivez.
Con su propio cinismo y sus manos, también con mancha de ¡Sangre!
Sangre, no sólo de ¡Niños! También de quienes por unos “pernos”, ¡viles pernos!, están ¡Muertos!
Cómo olvidarlo ante su aspiración.
Cómo no recordar.
Cómo no reparar en ese cinismo, que la filosofía marca como movimiento que escandaliza.
Y ¡Vaya que ella! Y su mentor, lo han logrado con ese descaro.
Con ese atrevimiento después de tanta sangre, de muertes en el Metro, en aquella guardería y a diario por inseguridad.
Y ahora ¡¿Presidenta?!
Necesita no tener vergüenza para aspirar a un cargo importante, y fundamental para la conducción del país y de los mexicanos.
¿No es suficiente el ¡Fracaso! De la política de su mentor?
De ese docto del cinismo.
De la hipocresía y ¡Desfachatez! De sus actos.
Ahora, ¡mujer presidenta!
¿Es suficiente el rostro femenino para convencer?
¿Para cambiar de hombre a ¡Mujer!?
¡No!
Son egresados de la misma escuela de la mentira fácil que no repara en muertes.
La misma del mutis ante desvíos.
La misma, que impone cargos aquí, y allá, para que ¡Arropen! Como lo hizo recientemente el legislativo.
Son igual, lo mismo y en femenino.
Mustia de actitud, deficiente en acciones.
Son de los mismos pasos y con la misma sombra que le sigue a su gestión y trayectoria, ¡la muerte, la sangre y la impunidad!
Entonces, ¿habría que probar. Dar el beneficio de la duda?
Repetir la ¡”Esperanza”! De México y después llorar la ¡Decepción!
¿Estamos para hacerlo. Para darle continuidad a lo que mostró como delegada en Tlalpan y ahora como jefa de Gobierno?
¡No!
La muerte por negligencia, por omisión, por ¡Indolencia! no se olvida.
No se premia al ¡Cínico! Ni al descaro.
No se respalda ni se vota a favor de la que aspira a la continuidad con la carencia de ¡Virtudes!
¡Hacerlo! Es olvidar esas caritas que aún muertas, gritan ¡Castigo!, ¡no premio!
Es mostrar desprecio al cinismo sin alentar la negligencia.
Es no promover a la aspiracionista, que sólo ambiciona.
Es no olvidar tragedias ni ¡Solapar!
Es no convertirse en cómplice ni del cínico ni de la desfachatez.
Es ver, que ¡Mujer! También puede ser vil y tirana.
Es no claudicar ni olvidar.
Es ¡Frenar! a la politicastra aspiracionista.
Es “cortar las alas” antes de lamentar y padecer el cinismo.
Es no aplaudir en público y después llorar en privado.
Es ¡No! Al que la empuja a la continuidad de la
hipócrita administración pública.
¡A la cínica! Dirección de un país.
A esa, que hasta la sonrisa le sale fingida y el saludo, lo muestra falso.
A la de carácter inmutable ante la muerte.
A la hosca ante la exigencia.
Es ¡No!, independiente de ser mujer.
Y es un ¡Franco no! Al que ve en el engaño, un manjar, porque es el mismo que lleva el traje o el impecable vestido, de mancha oculta de ¡Sangre! Y Mentira.

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