¡Que imagen! Pulcritud de atuendo con suciedad de actos.
¡Lavador de dinero! Con vida de ¡Honesto! Y brazalete de ¡Delincuente!
Cena de velas con luz que revela más que un rostro acusado de delincuencia organizada.
Evidencia de poder, dinero y ¡Complicidad Gubernamental.
Exhibición que simula odio al ¡Corrupto! Y encubre, ¡protege! Al que ¡Delinque!
Contraste de cenas entre iguales, uno en libertad,
ellos ¡Presos!
Ambos ¡Maleantes! De condiciones diferentes.
Uno de exquisito gusto gastronómico y los otros de obligado paladar ordinario.
Aquel en mesa elegante, ellos en maltrechas mesas carcelarias con alimentos caducos y hasta ¡Putrefactos!
Lujo contra precariedad.
Delitos iguales y él con trato diferenciado y respaldo ¡Gubernamental!
Reos de atuendo beige o azul, muchos de despojo contra traje de marca y compañía femenina.
Presos que disputan papas que nadan en insípida agua de jitomate, falso caldo de pollo descompuesto y arroz con moho.
Delincuente de manjar, con noche de velas, trato de caballero y vino dispendioso que complace al asociado delictivo, al que soborna y al confirmado ¡Soplón!
“Rancho” para ellos de sobras carceleras; desayuno de huevo radioactivo y cena de agua de salchichas caducas.
Para él, manjar nocturno en el chinos “Hunan”, con fino paladar de probado ¡Delincuente! Social y ¡Solapado! ¡Ladrón! Gubernamental.
¡Contraste de poder!
De ¡Reos! Y de ¡Dinero!
Suspiro de unos de anhelo del buen manjar para esos más de 26 mil presos en 14 cárceles capitalinas.
Gozo de ese que disfrutó la noche en un lugar, cuyo nombre es la provincia que viera nacer a Mao Zedong o Tse Tung.
También político.
¡También ególatra! Chino de vida secreta.
No de aquel de disfrute público, cínico y para él sólo “inmoral”.
De verdadera ¡Complicidad! Gubernamental.
Manjar para él, alimento hasta de desechos para ellos, igual de ladrones, de lavadores de dinero, de sobornantes y extorsionadores.
Tan delincuentes unos, como aquel de viandas con trato afable.
Para aquellos alimentos en bolsas de mercado cargadas a cuestas por familiares, también extorsionados.
Comida manoseada por carceleros y revuelta en busca de droga o alimento prohibido.
Botella de fino vino para él, bebida para aquellos de contrabando y hasta ¡Pulque! artesanal con manos de presos y desperdicio de plátano, papas y otros alimentos para fermentar.
Anhelo de aquellos que pelean por cigarrillos y nocturnos se atan a barrotes de celdas para no caerse al dormir parados ante el hacinamiento carcelario.
Manjar y lujos de él, también prohibitivos para población aún en libertad y de trabajo honesto, que no pueden pagar el lujo.
¡Que vida! ¡Qué injusticia! ¡Que diferencia! De presuntos y delincuentes probados.
¡Dinero y poder!
Compra de voluntades, de complacencias y canonjía de ¡Soplón!
Poder y dinero para prebendas, no tan diferente a los delincuentes de antaño.
No tan distinta para esos corruptos neoliberales del pasado, también solapados con manto presidencial como el de hoy.
Sólo de mínimo contraste aún con aquel hermano de ese odiado presidente -Carlos Salinas de Gortari-, cuyos manjares, Raúl, lo saboreaba en la ¡Cárcel!
O ellas, que aún de rostro femenino, aún mujeres de poder y dinero (Rosario Robles y Elba Esther Gordillo) se alimentaban de viandas bajo la tenue luz de un foco carcelario.
O diferencia, tan abismal a ese su símil de prácticas delincuenciales petroleras, “La Quina”, que dinero, y poder, sólo le alcanzó para canonjías tras las ¡Rejas!
¡Delincuentes! De hoy, tan transformados y ¡Bien tratados! En ¡Libertad!, que anhelan los del pasado y del presente.