Y SE LE APARECIÓ LA VIRGEN

Por: ARTURO RÍOS RUIZ

Juan Diego, nació en 1474 en Cuautitlán, reino de Texcoco, perteneciente a la etnia de los chichimecas. Se llamaba Cuauhtlatoatzin, que en su lengua significaba “Águila que habla”, o “El que habla con un águila”.

Adulto y padre de familia, doctrinado por los Franciscanos, bautizado con su esposa María Lucía, en matrimonio cristiano, vivió castamente hasta la muerte de su cónyuge, es la versión eclesiástica, fallecida en 1529. Hombre de fe, coherente con sus obligaciones, apegado a Dios con la eucaristía y el catecismo.

El 9 de diciembre de 1531, se cuenta, se dirigía a pie a Tlatelolco, en un lugar denominado Tepeyac, tuvo una aparición de María Santísima, que se le presentó como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”.

La Virgen le encargó que en su nombre pidiese al Obispo capitalino Juan de Zumárraga, la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición. Y como el Obispo no aceptó la idea, la Virgen le pidió que insistiera. A Juan Diego ante el Prelado, le pidió pruebas de confirmación del prodigio.

El 12 de diciembre, martes, el Beato iba a la Ciudad, la Virgen se le presentó y le invitó a subir a la cima de Tepeyac, recogiera flores.

Pese al frío invernal, Juan Diego encontró flores muy hermosas; las colocó en su “tilma” y se las llevó a la Virgen, que le mandó llevarlas al Obispo como prueba de veracidad.

Una vez ante el obispo el Beato abrió su “tilma” y dejó caer las flores, mientras en el tejido apareció, impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México. FUENTE:

Juan Diego Cuauhtlatoatzin: biografía (vatican.va)

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