
Ataque antifeminista; infiltradas inducen violencia
Militares francotiradores, armados con equipos sofisticados, vestidos de negro con cubrebocas de igual color y cabello corto, identificados por una bandera nacional en la manga del brazo izquierdo, fueron apostados en posiciones estratégicas de la azotea del Palacio Nacional, desde temprana hora, para vigilar desde las alturas los movimientos de los grupos de inconformes de mujeres, que empezaron a arribar desde temprano y hasta la tarde del lunes 8, al zócalo de la capital del país, para exigir justicia y freno a los feminicidios, así como aplicar la ley al senador con licencia, Félix Salgado Macedonio, por los delitos de pederastía y violación sexual.
Imágenes de los miembros del equipo de seguridad de la sede del Poder Ejecutivo Federal, difundidas oportunamente por las redes sociales, que hicieron recordar aquellas de los emboscadores del Ejército Mexicano (Batallón Olimpia), apostados en los balcones de departamentos y azoteas de edificios ubicados frente a la Plaza de las Tres culturas, en Tlaltelolco, que la tarde-noche del 2 de octubre de 1968, dispararon impunemente sus armas de grueso calibre, contra jóvenes estudiantes indefensos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), principalmente, que protestaban por la represión ejercida en su contra semanas antes por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
En horas de la mañana, grupos de mujeres policías de la administración de Claudia Sheinbaum, fueron desplazadas, todas ellas vestidas de negro y con mochilas donde guardaban martillos, gases lacrimógenos y bombas molotov, a los lugares donde se concentrarían los grupos de inconformes pertenecientes a diferentes colectivos feministas, que marcharían para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
Decisión desde la cúpula del poder, de orquestar detrás de capuchas y vestimentas parecidas a la de las manifestantes, toda una serie de acciones para provocar enfrentamientos con las distintas policías, para generar desde temprana hora el caos y la inseguridad, de tal forma que con estas muestras de violencia inducida, inhibieran la participación de las miles de integrantes de los grupos de género, que tenían como objetivo principal llegar caminando y concentrarse frente a Palacio Nacional, para elevar el tono de sus reclamos de justicia, al igual que en todo el territorio nacional.
Toda una operación sin precedente, coordinada por expertos en contrainsurgencia, en la que la parte operativa estaría a cargo de personal femenino, vestidas de negro, previamente capacitadas en distintas instituciones militares y de la ciudad de México, que daría comienzo al mediodía, en las inmediaciones de la estación del Metro “Revolución”, donde según la autoridad, “un grupo de encapuchadas extremistas”, perfectamente sincronizadas, con pantalones, blusas, mochilas oscuras y calzado tipo militar, ingresó al túnel para destruir la caseta de venta de boletos y el área de acceso, donde dejarían inservibles los mecanismos para permitir el acceso de los usuarios del principal medio de transporte capitalino.
Y para que no hubiera duda de que la autoría del ilícito era de las organizaciones de género participantes, en la cabina de los tickets de ingreso, quedaría pintado con aerosol el mensaje de “Fuimos Todas”.
Afuera, en la calle un contingente de la policía de género, mantenía “encapsulado” a un grupo reducido de jóvenes señaladas por una comandante como “anarquistas”, todas ellas de negro, con mochilas en las espaldas, que vociferaban con palabras altisonantes en contra de quienes las rodeaban.
Y mientras ello ocurría, una de las presentes mantenía al aire una transmisión, en la que daba prioridad a quienes sin dar el rostro mostraban su menosprecio a la autoridad en actitud retadora. Llamaría la atención, como la cámara enfocaba constantemente a una de las “inconformes”, que posaba para mostrar en sus manos un martillo y otros objetos de destrucción, evidenciando un montaje para desacreditar el movimiento antigubernamental.
Acción “delictiva”, que de inmediato serviría de argumento a la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum Pardo, de cerrar los accesos “hasta nuevo aviso”, a las estaciones “Hidalgo, Bellas Artes, Allende, Zócalo y Pino Suárez”, correspondientes a la “Línea Azul”, curiosamente las más cercanas a la Plaza de la Constitución, con la intención clara de cancelar un mayor flujo de asistentes lugar de la concentración.
Maniobra de daños que fue descubierta por la reportera gráfica Leslie Pérez del periódico El Heraldo de México, cuando ingresó a las instalaciones de la estación “Revolución” y fotografió el modus operandi de las “vándalas”, en los momentos en que ingresaban protegidas por uniformados y destruían con piedras, varillas y martillos, los torniquetes y sistemas computarizados de los accesos.
Al percatarse de la presencia v comprometedora de la comunicadora, quien era acompañada por una activista que grababa y transmitía en vivo por internet, los momentos en que era detenida y esposada por agentes de la policía bancaria, sin que hubiese de por medio ninguna acción delictiva.
La joven foto reportera fue tirada al piso y golpeada por mujeres policías, quienes pretendieron las dos cámaras fotográficas digitales, sin lograr su objetivo, una vez que fueron alertados de que sus atropellos y arbitrariedades estaban difundiéndose al mundo.
Episodio de violencia, que hizo recordar la agresión sufrida hace exactamente un año, afuera del edificio de Palacio Nacional, por la fotógrafa del diario El Universal, Berenice Fragoso, que resultó con lesiones por quemaduras de segundo y tercer grado, cuando cerca de ella una encapuchada infiltrada hizo estallar e incendiar una bomba “Molotov”, al provocar que parte de su vestimenta y su cuerpo resultaran quemados.
Enojo de la representante del medio impreso dela capital nacional, porque a un año de la represión sufrida en el ejercicio de su profesión, la Fiscalía General de Claudia Sheinbaum Pardo y ninguna otra instancia de justicia federal, han respondido a su reclamo de esclarecimiento y castigo por el atentado.
Más aún su malestar, al ver que el video del grave incidente en la que fue protagonista, sería utilizado este lunes 8 de marzo, por el Presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera de Palacio, para justificar su decisión de amurallar el entorno del histórico edificio.
Ahí el mandatario comentaría también mientras se reproducían las imágenes desde el mismo momento en que se arrojaba el artefacto incendiario: “Miren, si no ponemos la valla qué pasa. Entonces hay que poner granaderos, mujeres y hombres frente a frente. Es exponer la vida de quienes están manifestando y de servidoras públicas, es prevenir, no hay ninguna limitante para manifestarse, no vamos a reprimir al pueblo”.
El Universal divulgaría en su edición de inicio de semana, los comentarios de Berenice Fragoso: “Nunca han hecho nada, es muy raro que las autoridades no detengan a nadie, pues se trata de uno de los puntos con más cámaras.
“A un año sigo esperando justicia. Es muy lamentable que el presidente use la imagen como excusa para vallas. No queremos vallas, queremos justicia”.
Asimismo, la reportera gráficas, indicaría que “no se menciona la otra cara de la impunidad, pues ni la Fiscalía capitalina o alguna otra autoridad han proporcionado información de lo sucedido aquel 8 de marzo del 2020.
“En un lugar donde lo que sobran son cámaras no han dado seguimiento ni respuestas @Claudiashein por qué el presidente usa lo de mi ataque pero a la fecha no dicen de quién lo perpetró”.
En punto de las dos de la tarde, dieron comienzo las movilizaciones con dirección a la Plaza de la Constitución partiendo la principal de ellas del monumento a la Revolución, que se distinguiría desde un principio por ser pacífica, dando margen mientras transitaban a los gritos por medio de los cuales se pedía al Presidente de la República dar mayor prioridad a las demandas de esclarecimiento de miles de feminicidios en todo el país, que en su gran mayoría se mantienen en el archivo del olvido de las autoridades de las Fiscalías de los estados y capital federal.
Los cercos policíacos puestos para frenar su acceso al Zócalo, no fueron impedimento para seguir su marcha y concentrarse en la plancha de concreto de la Gran Plaza donde se alza el asta y bandera nacional monumentales.
Decenas de miles, tal vez más de 100 mil asistentes, cantando, enarbolando consignas de castigo ejemplar tanto a feminicidas, violadores sexuales y pederastas que a la fecha se mantienen impunes, al ser cobijados
por el poder político y económico.
Un no rotundo a la intención del senador con licencia y candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), y Presidente Andrés Manuel López Obrador, al gobierno de Guerrero, Félix Salgado Macedonio, al considerarlo un delincuente que debería ser enjuiciado y encarcelado por atentar contra una menor de edad y varias mujeres en la entidad del sur.
Repetición del vandalismo de los grupos paramilitares infiltradas entre las manifestantes, para derribar cuatro segmentos de la valla metálica, con martillos, piedras y varillas, que provocó la respuesta represiva de los guardias de seguridad que cuidaban de la sede presidencial, mediante el uso de gases lacrimógenos, que afectaría a un numeroso grupo de mujeres que en ese momento se mantenían al margen de la violencia inducida.
No hubo discursos, únicamente las voces elevadas de indignación al reclamar el Jefe del Ejecutivo Federal, que su prioridad como gobernante no es el de cuidar a las mexicanas, sino su Palacio donde despacha como Presidente Imperial.
Señal del poder femenino que esta vez rebasó todas las expectativas de asistencia y participación, no obstante las advertencias de las autoridades sanitarias de disuasión, argumentando que la epidemia-pandemia de Covid-19 se mantiene y con ella el riesgo de más contagios y muertes.
Aún así, las jóvenes y adultas mujeres de los colectivos feministas no dieron marcha atrás y con todo valor se acumularon para llenar la explanada y entorno del monumento da la Revolución y después, pese a la represión oficial en el transcurso y permanencia plena en el espacio del Zócalo, hicieron llegar su mensaje de reproche al Primer Mandatario, a quien advirtieron que él y su partido MORENA tendrán la respuesta ciudadana de repudio a su autoritarismo el próximo domingo 6 de junio, en los comicios intermedios en los que se adelanta perderán el control del Poder Legislativo federal, de gubernaturas, Congresos locales y alcaldías.
Subrayamiento de los datos de la violencia de género predominante en México, aportados por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, en cuanto a que de 2017 a 2020, los feminicidios se incrementaron en el país, de siete a 10.5 al día, además del hecho de de las 46.5 millones de mujeres del territorio nacional, al menos 66 por ciento han sufrido de abuso en algún momento de su vida, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Coraje del movimiento feminista en contra de López Obrador, por su actitud de desprecio hacia las movilizaciones de género realizadas e intensificadas en los dos años de su administración.
Según la Red Nacional de Refugios de México, la crisis sanitaria derivada por el problema de salud del Coronavirus, ha agravado el problema de la violencia contra las mujeres, lo cual ha quedado registrado en las llamadas de auxilio que se incrementaron en un 39 por ciento durante 2020.
Cercano el día del ajuste de cuentas en las urnas de las mujeres ciudadanas que son mayoría en México, como desde ahora se advierte para un Jefe de la Nación que gradualmente ha descendido en los niveles de popularidad motivados por los compromisos de campaña, de ser la esperanza de México de 2018 a 2014.
Encrucijada en tiempos de la terquedad y cerrazón que llevan a una situación de corte patriarcal, como en el pasado medieval escenificado desde un Palacio al estilo de la Europa de las realezas dominantes de ayer y hoy.
Quedan para la historia nacional, las imágenes proyectadas en la fachada del histórico edificio, en la que por la noche del reinado feminista, se leía: “Un violador no será gobernador”; “México feminicida” y “Aborto legal ya”.
La bestia de la violencia no llegó al derramamiento de sangre y solamente quedó en los golpes y detención ilegal de comunicadores, así como de mujeres valientes que expusieron su vida por defender sus convicciones que dan vida y luz propia al fortalecimiento de causas justas que las unen en el contexto nacional.
Fallaron nuevamente en el intento de desacreditar al núcleo de la insurrección de género, que en México abandera las mejore causas de la justicia y el fin de la impunidad, la corrupción, el autoritarismo y el antifeminismo.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013, Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.