DOMINGO XXVIII-C-2022

Colegiado Sacerdotes Chilpancingo- Chilapa

DIRECTORIO HOMILÉTICO
CEC 1503-1505, 2616: Cristo, el médico.
CEC 543-550, 1151: los signos del Reino de Dios.
CEC 224, 2637-2638: la acción de gracias.

LÍNEAS PARA LA HOMILÍA

La realidad de la enfermedad
Tenemos muchas limitantes en las distintas dimensiones: física o biológica, emocional (psicológica) y espiritual.
Naamán tiene todo para vivir pero no tiene salud.
Era gravísima la enfermedad de Naamán; es grave a veces nuestro pecado.
Naamán era general del ejército de Siria, era un gran hombre, pero tenía una enfermedad, un pecado; se consideraba que cuando era fuerte el pecado, se corrompía por dentro la persona y se manifestaba en el exterior con la lepra. Ej., Adán pecó y su pecado se pasa en los genes, a las siguientes generaciones, por haber sido un súper pecado que nunca se debió cometer.
Tenemos grandes hombres, aunque algunos con grandes fallas, ¡qué pena!, por ejemplo, Mike Jackson.
Hay cuidar esas fallas, defectos, porque por ahí nos puede tragar el enemigo (Satanás). Hay que tener mucho cuidado con esas cosas que no quisiéramos que el otro nos dijera, ej. cuando al confesar vemos el reloj o sacamos el celular, eso lo da un mensaje negativo a la gente. A veces vemos muchas fallas a la gente y no vemos las nuestras.

El ejercicio sacerdotal
“Elíseo” significa: Dios trae las soluciones.
Muchos de los que acuden a nosotros como sacerdotes lo hacen por sus pérdidas.
Hay muchas personas alejadas de Dios a las que solo una enfermedad o problema los hace recapacitar.
Lev 13: los sacerdotes tenían que certificar que se trataba realmente de una enfermedad; después, que el enfermo realmente estaba curado y podía reintegrarse a la comunidad. El sacerdote era el idóneo para hacer un dictamen en esa situación.
El sacerdote se ponía en la puerta para ver quién podía entrar al templo y quien no, para no contaminar.
Cuando Cristo sanaba a alguien lo dejaba reconstruido como recién nacido. Solo Dios hace bellos a los hombres y el mundo nos deja horribles. Si somos más mundanos que divinos, eso también lo transmitimos.
La curación es un camino de fe. Camino de la paciencia y perseverancia. “Dios da de comer a los pájaros pero no les echa la comida en el nido”; tenemos que colaborar.
Dios actúa por causas segundas normalmente, por ejemplo, nos transmite la vida a través de nuestros padres, aunque sean pecadores. Por eso Cristo pide que vayan los enfermos a presentarse ante los sacerdotes. Solo en el milagro Dios actúa directamente sin intermediarios.
Desde tiempos de Naamán, el sacerdote Eliseo es consultado. Aunque era algo ritual o exigido por la ley, en esta ocasión Cristo sí se remite a la función del sacerdote como puente con Dios, como cuando la gente nos pide que le ayudemos con oraciones.
En tiempos de Cristo la ley ya ha sido superada por el Espíritu, sin embargo, Cristo les dice que vayan a ver al sacerdote, porque éste cuenta con la infusión del Espíritu Santo.
Sacer= el que da. Presbítero= el sabio.
El sacerdote también es el encargado de la doctrina íntegra de la iglesia.
Quita la lepra porque el poder del espíritu Santo es más poderoso que la lepra. “Con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo” –San Agustín-. Con el sacerdote porque somos iguales como hombres todos los bautizados, pero en cuanto a lo que se nos ha encomendado: atar y desatar los pecados…, no. El sacerdote es dispensador de los bienes divinos. Los protestantes mencionan mucho que los pastores de ellos son igual que los sacerdotes, pero aquí podemos comprobar que no.

El agradecimiento
En una sociedad que cree cada vez merecer más, no hay agradecimiento ni a Dios.
Extrapolamos muchas cosas, por ejemplo, nos acostumbramos a que el gobierno nos dé casi todo. Tenemos un gobierno paternalista nos ha hecho muy dependientes.
Cuando creemos solo tener derechos, no obligaciones, eso es una causa de no querer colaborar en obras buenas o evangelizadoras como forma de agradecimiento.
Suplicamos muchos favores, poco nos acordamos de agradecer, ej. ¿quiénes lo hacen antes de dormir? Pensamos mucho en lo malo que nos sucede y en lo que nos falta y poco en lo positivo que tenemos y en ser agradecidos.
Parece que Cristo se molestó cuando no acudieron los otros nueve a dar gracias.
Reconocer todo lo que Dios ha hecho en nosotros. Ser agradecidos por todo lo que viene de Dios.
Cuantas veces también nosotros, como los nueve curados, nos olvidamos del Donador, el Sanador, Dios.
No te avergüences de contar a los demás los favores que Dios te ha dado.
Samaritano es como las personas de otras religiones que nos dan ejemplo de valores que nosotros a veces olvidamos o descuidamos, por ejemplo, el cuidado de la creación, aunque tenemos documentos de los papas sobre el tema de la ecología.
El samaritano buscó una salud plena con el agradecimiento, porque hasta logró la salvación.
Ser agradecidos es parte de nuestro proceso de salvación.
Rescatar el nombre de eucaristía. Todo prefacio de la eucaristía es un agradecimiento, especialmente el común IV.
Una cosa es dar gracias, lo cual es fácil; distinto es vivir dando gracias, lo cual no hace cualquiera. Vivir dando gracias principalmente a Dios.
Necesitamos formarnos en la virtud de la gratitud y formar a nuestros grupos parroquiales en lo mismo. Es cuestión de evangelización. Dar temas de reflexión al menos a los coordinadores de grupos y una hora santa al menos mensual, para reconocer nuestras limitaciones, agradecer y pedir a Dios.
Otros beneficios de ser agradecidos: logramos salud integral y somos menos agresivos física y moralmente.

San Agustín:
«No perdáis la esperanza. Si estáis enfermos, acercaos a Él y recibid la curación… Los que estáis sanos dadle gracias y los que estáis enfermos corred a Él para que os sane… Retened esto y perseverad en ello. Que nadie cambie; que nadie sea leproso. La doctrina inconstante, que cambia de color, simboliza la lepra de la mente. También ésta la limpia Cristo. Quizá pensaste distintamente en algún punto, reflexionaste y cambiaste para mejor tu opinión, y de este modo lo que era variado, pasó a ser de un único color. No te lo atribuyas, no sea que te halles entre los nueve que no le dieron gracias. Sólo uno se mostró agradecido; los restantes eran judíos; él, extranjero, y simbolizaba a los pueblos extraños. A Él, por tanto, le debemos la existencia, la vida y la inteligencia; a Él debemos el ser hombres, el haber vivido bien y el haber entendido con rectitud» (Sermón 176,6).

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