Ernesto Pastenes Hernández
Cronista municipal de Tixtla de Guerrero. Gro.

Noviembre, de 2022.
Son 3 las Crónicas Históricas que el Mtro. Ignacio M. Altamirano dedica al generalísimo
José María Morelos en su recorrido por las tierras del Sur (hoy estado de Guerrero). La 1ª es
“Morelos en Zacatula”; la 2ª “Morelos en el Veladero” y la 3ª “Morelos en Tixtla”. Que abarcan del
28 octubre de 1810 al 26 de mayo de 1811.


Morelos llega de Carácuaro a estas tierras del Sur, para dar cabal cumplimiento a la orden
de su maestro, el cura Miguel Hidalgo de tomar el puerto de Acapulco.
En la hacienda del Rosario le brinda su apoyo don José Juan de Izazaga; con 130
hombres. Por ello afirmaba Altamirano: “La Patria nació en Zacatula, joven, resuelta y activa”.
Luego en Coahuayutla se suma Rafael Valdovinos con 25 soldados. Nota: Estando preso
Morelos en Tepecoacuilco, en noviembre de 1815, en una catra que envía a su hijo juan
Nepomuceno Almonte, se despide de su leal amigo Rafael Valdovinos, en ella cita “Morir es nada
cuando por la patria se muere” (escritores conservadores o intelectuales orgánicos dicen que
esta carta es irreal, pues no conciben que “el delincuente y renegado Morelos” poseyera
sentimientos dignos.
En Petatlán se suma gente con Gregorio Amaro. Luego toma Tecpan, haciendo huir al
realista capitán Juan Antonio Fuentes. Ahí lo aguardan Vicente Guerrero con Hermenegildo
Galeana y sus familiares Juan José, Antonio y Pablo Galeana, así como Ignacio Ayala, con un
pelotón militar formado por afro descendientes llamado “Regimiento de Guadalupe”. También se
unen al movimiento libertario, los Hnos. tixtlecos Mariano y Manuel Bello (el 1º abuelo de Vicente
Jiménez Bello y el 2º bisabuelo del maestro Ignacio Manuel Altamirano).
En la hacienda del Zanjón (hoy San Jerónimo), se les une Fermín Galeana (hermano de
Hermenegildo) así como el Miguel de Ávila (sobrino de don Julián de Ávila), lo mismo que más
de 700 hombres. En la hacienda de los Arenales, la familia Galeana, entrega el cañón “El Niño”
(usado en fiestas religiosas, fue usado en las tomas del Veladero, Tixtla, Chilapa, Taxco, y en el
sitio de Cuautla.
El 9 de noviembre de 1810, llegan las tropas de Morelos, a Coyuca (hoy de Benítez), luego
en Aguacatillo (cerca de Acapulco), sus tropas con más de 3 mil insurrectos, forma su primer
campamento en el Sur. Aquí dicta sus primeras órdenes sobre administración y conducta de los
insurgentes y publica un decreto ordenando la suspensión de castas y de la esclavitud.
Juan Álvarez Hurtado se incorpora como elemento de su guardia personal. Así como
Isidoro Montes de Oca.
El 1 de diciembre de 1810, el jefe realista Francisco Paris, acuartelado en la hacienda de
San marcos derrota a tropas insurgentes, de Rafael Valdovinos (100 insurgentes muertos y 11
cautivos. Luego este mismo jefe realista se enfrenta en Acapulco al cura Morelos, quedando nivelados en su enfrentamiento, pero los insurrectos logran que se pasen a sus filas más de 600
soldados realistas, así como su armamento.
El 2 de diciembre, en el Tule (Tepecoacuilco), tropas realistas sorprenden a las
insurgentes apresando a los insurgentes Hnos. Juan, Ignacio y Rafael Orduña, siendo fusilados
y dejando los realistas infinidad de insurrectos muertos.
Morelos, obtiene triunfos y fracasos en su tentativa por tomar el puerto de Acapulco, al
enfrentarse a los realistas de Juan Antonio Fuentes, Antonio Carreño y Juan Francisco Paris.
En enero de 1811, el cura Morelos toma Tres Palos derrotando al realista Juan Fco. Paris.
Esta batalla fue decisiva la participación de los insurgentes Julián de Ávila y Vicente Guerrero,
arrebatando a los realistas armamento, víveres, dinero y más de 800 prisioneros. Se unen los
realistas Mariano Tabares y David Faro (luego traidores); así como el armero estadounidense
Peter Elías Bean, hábil preparador de pólvora, municiones y cañones; al que se le llama “el gringo
insurgente” o “El primer gringo mexicano”.
Luego de sangrientas batallas y de tomar en abril, el Cerro del veladero, pero aun sin logra
tomar el puerto (lo tomaría 27 meses después, hasta el 12 de abril de 1813). Es por ello, el 3 de
mayo de 1811, decide Morelos dejar el puerto a don Julián de Ávila para su resguardo; partiendo
él hacia la hacienda de la Providencia (propiedad de Juan Álvarez “El gallego”), donde nombra
a Hermenegildo Galeana su lugarteniente, ordenándole partir hacia Chilpancingo, al frente de su
temible regimiento de los NEGROS GUADALUPES, con la mira de entrevistarse en Chilpancingo
con Leonardo Bravo y sus hermanos (Miguel, Máximo, Víctor, Casimiro) y su hijo Nicolás.
Meses antes había llegado a Tixtla, el comandante de la división del Sur, Nicolás Cosío,
quien enviara una carta al Virrey Francisco Xavier Venegas”, exaltando el fervor con que lo
recibió Tixtla, todo ello gracias a la labor de la Junta Patriótica de Chilapa, dirigida por el cura
tixtleco Francisco Rodríguez Bello, del cura de Tixtla Manuel Mayol, y de Joaquín de Guevara,
subdelegado y comandante militar de Tixtla. Pero pocos días después, molesto por los nulos
resultados en Tixtla, el virrey Venegas le envía una carta a Nicolás de Cossío, poniendo de
ejemplo al párroco de Chilapa, Francisco Rodríguez Bello y sus batallones de “Patriotas”,
exaltando su “bizarra destreza, al enfrentar a sublevados, siendo un modelo de lealtad a la
monarquía al organizar en esa zona la contrainsurgencia”.
Hay que señalar que Tixtla, era una importante población del Sur de México; habitada por
unos 4 mil habitantes, dedicados a la agricultura y a la arriería; de gran relevancia histórica, y por
ser cuna de insurgentes de ya registrado talante como Vicente Guerrero, de los Hnos. Mariano
y Manuel Bello, así como de doña Antonia Nava de Catalán.
Por aquellos años, Tixtla era controlado por 4 personajes: El subdelegado JOAQUÍN DE
GUEVARA, dueño de haciendas de caña de azúcar en la región, y emparentado con la rica
familia Bravo, dueña de la productiva hacienda de Chichihualco, ya que su hija Antonia, se había
recién casado con Nicolás, hijo de don Leonardo; sin embargo, los persiguió, al negarse apoyar
a las fuerzas coloniales y ver con simpatía el movimiento insurgente dirigido Morelos.
El segundo potentado era el cura poblano MANUEL MAYOL, furioso realista y enemigo
frenético de la Independencia, quien no bajaba al entonces capitán Vicente Guerrero, de pícaro,
gallero belicoso, y tunante proclive a ser un completo delincuente. Los otros dos, eran el comandante español don LORENZO GARROTE, encargado de la plaza de Tixtla, y el coronel
realista NICOLÁS COSÍO, recién destituido por el virrey Venegas, como comandante de la
División del Sur en Acapulco, por los nulos resultados en contra de los insurgentes.
Cuando el virrey Venegas, supo del fortalecimiento del ejército insurgente en la Costa
Grande y en Acapulco, ordenó al subdelegado mantenerse a la expectativa.
El subdelegado Guevara, insistía en liquidar a los Bravo, por lo que envía a sus tropas al
mando de Lorenzo Garrote hasta Chichihualco para capturarlos; este comandante ignorando que
Galeana y su gente ya estaban en la Hacienda de los Bravo, llega a las orillas del poblado, el 21
de mayo, y captura a un disperso grupo de Galeana. Un insurgente que logra escapar, llega a la
hacienda y da el aviso del hecho, tanto a los Galeana como a los Bravo. En el acto don
Hermenegildo Galeana se dirige al río donde se bañaban sus soldados, evocándolos a la lucha;
quienes desnudos toman sus machetes y atacan y aniquilan a los realistas, mientras otros huyen
junto con su jefe Garrote hacia Chilpancingo, y de ahí parte veloz hacia Tixtla, donde llega en la
madrugada del día 22, a despertar a Guevara y a Cosío para avisarles del fracaso militar. (Desde
entonces, el río es llamado “de los Encuerados o de los Chincholetes”.
En Tixtla, los realistas preparan sus tropas situando la mayoría en la plaza el centro del
valle, y algunas en el Calvario y aquí en el Barrio Alto; al grito de: “¡Viva el rey de España!”. La
noche del día 24, el jefe insurgente Morelos llegaba a Chilpancingo, y era recibido por una
multitud de partidarios que lo vitorean con bailes, música de viento y un sinfín de comida regional,
que se prolongó hasta prácticamente todo el día siguiente.
La noche del 25 de mayo en la lujosa casa del subdelegado, el colérico cura Mayol
vociferaba contra Vicente Guerrero, diciendo que venía con los negros Guadalupes. Guevara
gemía, que tanto Vicente Guerrero como los negros e indígenas no tenían nada que perder, pero
que los Galeana, Bravo, Ávila, Catalán, y Salgado, que eran dueños de grandes haciendas
retaran a la Corona, seguramente se debía a un maleficio del perverso cura Morelos. A ellos se
sumaron don Juan Navarro llamado por su corta talla “Juan Chiquito” y un gigante vestido de
militar llamado Martín Salmerón, al que le decían “Martín de Acalco” por ser nativo de ese pueblo
cercano a Chilapa, con su grupo llamado “los Cuerudos”, por portar chalecos de piel.
EL DÍA 26, al saber que Morelos había salido de Chilpancingo a la una de la mañana, el
comandante Cosío estableció su ofensiva, en la parte alta de Tixtla (hoy barrio del Fortín). El plan
estratégico realista era dejar que aquí llegaran las tropas insurgentes para emboscarlas en un
combate rápido y sencillo. El cura Morelos llegó a Piedras Altas (al poniente y frente al fortín),
donde ya estaba el regimiento de Galeana, compuesto por 4 columnas: 2 dirigidas por él mismo
y sus parientes, y las otras 2 conducidas por don Leonardo Bravo, sus hermanos e hijo.
Morelos (desde Piedras Altas) se asombra al mirar con su catalejo, que en el fortín había
un hombre descomunal, al preguntarle sobre él al capitán Guerrero, este le informa que se
trataba del gigante Martín Acalco, traído por los realistas para atemorizarlos. Morelos le pide a
Luis Pinzón, atraparlo vivo. Antes de iniciar la lucha, Morelos ordena al padre José Antonio
Talavera, que fueraa al fortín a dialogar con Cosío y le pida la rendición, cosa que no logra, por
lo que Morelos ordena el ataque, yendo al frente de sus tropas para exhortarlas al combate.
Las tropas realistas de los Colorados fueron vencidas de inmediato; sólo los Lanceros de
Veracruz y los Cuerudos de Juan Chiquito resistían la feroz batalla, siendo liquidados en este lugar y los pocos realistas que se salvaron, huyeron rumbo a la plaza de Tixtla y otros por el
camino de Chilapa.
Pero no todo fue victoria para los insurgentes, pues el regimiento los Guadalupes, era
atacado por el comandante Lorenzo Garrote y 300 soldados, por lo que el mismo Morelos los
apoyó, logrando derrotar a los realistas, y así tomar el fortín y enarbolar la bandera insurgente.
Morelos ordena no ejecutar a los prisioneros; y Luis Pinzón le lleva a Morelos al gigante Martín
Salmerón, a quien le perdona la vida.
Morelos le pregunta a Guerrero sobre Tixtla, y éste le describe su bella laguna, sus calles
como las del Empedrado, la Real, de la Estación, y del Reloj; de los ahuehuetes de la Alberca y
el Santuario, de los cerros y barrancas; el camino de Mochitlán, que conduce hacia Acapulco, y
el de Atliaca que lleva al río de Mezcala. Le narra sobre las huertas de sandías y melones.
Morelos enaltece la belleza del valle tixtleco.
El cura Morelos ordena atacar la plaza, sentenciando “A las 12 comeremos en Tixtla”.
Pero la plaza central ya había sido abandonada por los comandantes realistas, El Regimiento de
Guadalupe de los Galeana toma las calles del Empedrado y la Real; Morelos y Leonardo Bravo
toman la plaza central; y Vicente Guerrero con sumo respeto ocupa la iglesia abarrotada de
atemorizados indígenas.
El fanático y grotesco cura Mayol, le pide tolerancia, ante la gente que asustada oye sus
sermones; luego lleva el santísimo ante Morelos, quien lo amonesta por sus desfiguros. El cura
Mayol, cambia su actitud y ofrece a Morelos una misa de agradecimiento, quien le responde que
el sólo quiere la gratitud de los pueblos a quienes viene libertando del yugo español.
En la subdelegación, las banderas españolas son bajadas y Morelos pregunta por Cosío
y Guevara; Nicolás Bravo, le dice que huyen hacia Chilapa. Galeana lleva ante Morelos a los
indígenas sometidos en la Iglesia, pidiendo éste a Guerrero (quien domina el náhuatl) les diga
que están libres; ellos agradecidos deciden incorporarse al movimiento insurgentes. El caudillo
dice a los insurgentes del dice: “Son las doce del día. Hemos llegado a la hora a Tixtla.”.
Así fue la histórica TOMA DE TIXTLA, donde 600 insurgentes con poco armamento y
saber militar, arrebataron la plaza protegida por 1,600 realistas bien armados y entrenados. Este
glorioso hecho, pese a ser calificado como la primera acción importante del cura Morelos en el
Sur; y en general para el movimiento independentista, es poco referido, pues historiadores del
talante de Carlos Ma. de Bustamante sólo le dedicó una hoja; Lucas Alamán una página; Lorenzo
de Zavala y Luis Mora, unas cuantas líneas.
Morelos estuvo en Tixtla hasta el 15 de agosto de 1811, y desde este Santuario patrio,
emitió decretos sobre el reparto agrario a los pueblos originarios y sobre la acuñación y emisión
de una moneda nacional de cobre, además de autorizar a I. López Rayón para la creación de
Suprema Junta Nacional de América en Zitácuaro.
Concluyo estos modestos comentarios, invitándolos a leer y deleitarse con las 3 crónicas,
que el Mtro. Altamirano dedicara al cura José María Morelos y a esa pléyade de patriotas que
nos dieran libertad y justicia, bajo el máximo apotegma que nos legara el consumador de la
Independencia Nacional, el Gral. Vicente Guerrero y que es “MI PATRIA ES PRIMERO”
Ernesto Pastenes Hernández

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