• ¿Quieres una limpia Güerito?
• Rituales de magia y hechizos
• Eloína… mi jefa y gran amiga!!
Sus ojos devoraban, literalmente, el escrito.


Con sus lentes “media luna” escudriñaba cada párrafo. De pronto, se quitó los anteojos y me miró, entrecerrando los ojos.
Volvió en segundos al texto, mientras “La Primavera” de Vivaldi inundaba su oficina.
Eran cuatro “cuartillas”, apretadas, sobre un reportaje que abordaba los rituales de fin de año, aderezado con testimonios de quienes hacen “limpias”, curan maleficios, “amarres” y otras suertes de hechizos amorosos. La directora de “El Sol de Acapulco” volvió a detener la lectura para mirarme con esos ojos de complicidad, mientras dibujaba una sonrisa enigmática, curiosa, inquisidora.
–¡Me encantó! –dijo finalmente, en un tono no del todo convencido, pero le dio un “hueco” en primera plana, para interiores con fotografías.
Me había llevado tres semanas investigar, ir a la nave donde se venden manojos de ruda, romero, albahaca, inciensos y amuletos de todas las variedades.
–Ven güerito, aquí te leo tu suerte –me invitaba una mujer con un paliacate en la cabeza, de gruesas caderas y voz medio sensual. Le pedí información sobre su magia. Cambió su semblante, casi de inmediato. Noté su desconcierto y mejor accedí a una muy rápida “limpia” de huevo, con un manojo de albahaca, que me frotó desde la cabeza hasta los pies.
–Te vas a sentir relajado. Vienes tenso. ¿Qué haces para estar muy estresado? –me preguntaba, entre frases entrecortadas, como rezando y pidiendo “luz” a sus guías espirituales.
Mi jefa y gran amiga, Eloína López Cano, me dijo que parecía estar allí, observando y oliendo todo un mundo mágico de creencias pagano-religiosas.
La “limpia” me costó 200 pesos, de aquella época de finales de los 80’s.
–No te preocupes, los metes en viáticos –dijo con benevolencia.
Los rituales de usar ropa interior en color rojo (pasión y amor), amarillo (suerte y dinero) y otras series de conjuros y hechizos, daban contexto al reportaje que reclamaba una buena dosis de objetividad, para evitar herir susceptibilidades de personas creyentes de las magias (blanca y negra). La idea era llevar al lector a los pasillos donde la idiosincrasia de una religiosidad se mezcla con el paganismo y otras culturas ancestrales.
Cura del “mal de ojo”, o de “liberar los caminos”, la “avispa” para romper pócimas de amor, donde se usa la herbolaria, eran parte del apretado reportaje.
Sin embargo, me quedo con esa mirada de Lina, imborrable, llena de curiosidad. Me quedo con aquellas conversaciones fugaces por la premura del cierre de edición y seleccionar la información más “dura” para la primera plana. Conservo su recuerdo de un dinamismo en la forma de elegir “la de 8 columnas”… pero sobre todo, la redacción de la columna “Teléfono Rojo” cuyo contenido debía ser punzante, lacerante, contundente e irrebatible.
En las historias de un reportero, la figura de Eloína López Cano siempre vivirá en la memoria. Fue una directora implacable en el uso del lenguaje y la gramática. Disfrutaba los textos escogidos por ella y recortados para su gran archivo. Y la música… qué delicia!!
Eloína marcó historia y dio rumbo al periodismo guerrerense en una época difícil, imperecedera, donde la investigación documentada era pieza insustituible del ejercicio diario.
Mi emocionado recuerdo y mi renovado espíritu de continuar lo que un puñado de reporteros aprendimos con ella… con mi jefa y gran amiga.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.

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