DOMINGO III Ciclo A
Cuaresma 2023
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 1214-1216, 1226-1228: el Bautismo, renacer por medio del agua y del
Espíritu.
CEC 727-729: Jesús revela al Espíritu Santo.
CEC 694, 733-736, 1215, 1999, 2652: el Espíritu Santo, el agua viva, un don de
Dios.
CEC 604, 733, 1820, 1825, 1992, 2658: Dios toma la iniciativa; la esperanza del
Espíritu.
Comentarios de algunos sacerdotes

I. SED MATERIAL, SED ESPIRITUAL, ÚNICAMENTE CRISTO
SACIA TODA NUESTRA SED

Somos seres que tenemos deseos. Todos tenemos sed de algo; hay una
sed material y otra emocional o espiritual.
Incluso si evitamos lo esencial como es el agua, salen piedras en los
riñones; si abandonamos a Dios nos domina el pecado y el sufrimiento
sin sentido. Cristo deja ver algo que está más allá de lo sensitivo.
Podemos privarnos de lo material, pero no de lo espiritual.
Este domingo se nos muestran los signos de la vida. Algo fundamental
es saciar la sed. No podemos vivir sin Dios.
La sed de afecto y de vida plena de la Samaritana no ha sido apagada
por los cinco maridos que ha tenido, es más, ha experimentado
desilusiones y engaños.
Dios tiene sed de nuestra fe y quiere que encontremos en él la fuente de
nuestra auténtica felicidad. Dios tiene hambre y sed de conversión de las
almas. Solo Dios sacia toda nuestra sed.
Jesús tiene otro alimento: hacer la voluntad de Dios y buscar la
conversión de las almas.

II. CONOCER, AMAR, ADORAR A CRISTO EN VERDAD

Cristo tiene sed de ser amado con el alma y adorado en espíritu y en
verdad. En la cruz repite que tiene sed, espera que correspondamos a lo
que él ha hecho por nosotros. En la transfiguración nos muestra lo que nos espera si lo acogemos, si le damos el lugar principal en nuestra vida.
Hay que cuidar la vida pero sobre todo la vida en Cristo que es la vida de
gracia.
Así como Nicodemo busca a Cristo, así hay que buscarlo.
Cristo es la fuente y viene a la fuente, viene a medio día a iluminar
nuestra oscuridad, viene a limpiar esa fuente donde toman los que la
buscan, viene a buscar la vida. Él es el agua viviente.
Necesitamos claridad en medio de tanta confusión y de tantas ofertas
que nos hace el mundo.
Jesús es el agua viva. Descubrirlo, descubrir su gracia que es oxígeno,
paz, felicidad.

III. CONVERTIRNOS A EJEMPLO DE LA SAMARITANA

Había otro pozo más cerca del pueblo, la samaritana se va al pozo más
lejano porque la gente la señala; en cambio Cristo va buscando la
conversión del alma de la samaritana.
Proceso de conversión que tuvo la samaritana es modelo de conversión
de todos y no solo de los adultos que se van a bautizar.
El primer paso para la samaritana era reconocer el verdadero amor de
Jesús y luego la verdad sobre sí misma, porque cuando Cristo le habla
de sus maridos -el número 5 representa los 5 sentidos de la carne- le
dice que eso no la sacia, no la hace suficientemente y definitivamente
feliz.
La verdad en crudo nadie la aguanta, por eso Cristo habla de los sentidos
de afuera. Y luego habla del don de la gracia y la vida eterna: “si
conocieras quien es el que te habla…”
Cuando olvidamos el agua verdadera, vamos en busca de «pozos»
cuyas aguas no nos sacian, buscamos pozos que no tienen aguas
limpias. Porque sabemos quién es Jesús, pero quizá no lo hemos
encontrado personalmente, hablando con Él, y no lo hemos reconocido
todavía como nuestro Salvador. Escuchar a Jesús y aceptarlo como
nuestro salvador.
Recurrir constantemente a la gracia, a esa agua que mana de la roca que es Cristo Salvador.
Cuaresma es una buena ocasión para acercarse a Él, encontrarlo en la
oración, en un diálogo de corazón a corazón, hablar con Él, escucharle;
es una buena ocasión para ver su rostro también en el rostro de un
hermano y de una hermana que sufre.
La cuaresma es tiempo para dejar que Cristo nos renueve y colaborar
con él.
¿Cómo decirle hoy al hombre su verdad sin que se ofenda?
Se tiene que decir porque lo que está de por medio es la salus animarum.
Cuando buscamos el bien, buscamos la verdad.
Hay personas que sí se han encontrado personalmente con Cristo y por
eso dejan todo para ir a Misa, dar un servicio en la iglesia, acudir a su
catequesis, etc.
Enlazar la religiosidad popular con la vida ordinaria, sin que nuestro
pueblo se quede solo con sus usos y costumbres.
¿Por qué Jesús tenía que pasar por Samaria? Para que también ellos
reconozcan quien es la verdad.
El pozo de Jacob, según la tradición era un lugar santo, porque es la
herencia que José dejó a Israel. Cuando Cristo va ahí está diciendo:
“reconozcan la herencia, mantengan la herencia, pero hay algo más que
la herencia material”.
Este pozo producía un agua muy fresca y trasparente. Este lugar era
visitado por lo que representaba: la herencia que habría que reconocer.
Al pasar en ese lugar de Samaria, Cristo va fatigado y tiene sed. En otro
momento dice: “vengan a mí los que están cansados”. No era un
cansancio normal el de Cristo sino una fatiga extrema.
Cuando se habla del cansancio de Cristo se habla de su naturaleza
humana. Hay que entender al que está cansado, debilitado; a veces
medimos al otro según nuestra cabeza, pero no sabemos la carga que
lleva encima.
Cristo con su cansancio viene a reanimarnos. Cuando le pide de beber a
la samaritana, le descubre la fe que debe tener. Ella pide el agua que
apaga todo, que supera toda necesidad, eso será la gloria de Dios; pero
esto se logra cuando se supera el umbral de la razón y se da el salto
hasta llegar a lo que nos asegura la fe que existe.
No hay una satisfacción del hombre, no sacia totalmente lo material; por
eso tiene que venir Cristo para decirnos que hay vida eterna. Si nos
quedamos con nuestros límites nunca damos el salto a la parte divina, espiritual.
Es fácil que nuestra religiosidad esté contaminada por elementos
mágicos y meramente terrenos.
El “dame de beber” de la Samaritana, significa: quiero vivir como tú, como
los ángeles y no nada más humanamente.

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