Dicen qué el tiempo pasa rápido, pero lo cierto es que el tiempo es inexcrutable, “insípido e inholoro”; así, qué son dos años? Todo y nada. Un instante cómo aquel seis de junio del 21 grabado en su memoria, un punto de inflexión en la vida de Evelyn Cesia Salgado Pineda, ese día elegida cómo gobernadora.

Sobre las cenizas y restos del incendio que acabó con la nave mayor del Mercado Central de Acapulco, el show debe continuar y así enmedio de los oropeles dispuestos Evelyn recibe la Estafeta Oficial de la Edición 48 del Tianguis Turístico Acapulco 2024. Mandando el mensaje al Universo Turistico, cómo el Ave Fénix: “levantándose de entre las cenizas”.
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Acaso Evelyn será la “Piedra Roseta” de la historia contemporánea de Guerrero, un ser humano qué sin duda es más “Pineda” qué Salgado, razón por la cual pese a las telúricas presiones de su progenitor, a derivado en la conducción sensible no imaginadas ni pensadas hace dos años, de su profundo cambio, de su profunda conspiración a favor de Guerrero y los guerrerenses.

No es ninguna gracia. Tiene mucho quehacer, dar golpes certeros a la imagen de su gobierno de prestar oídos sordos para detener el avance incesante de la inseguridad, y en particular lo señalado desde las más altas esferas del gobierno federal y de las Fuerzas Armadas y la Fiscalía General, sus leales participantes comprometidos de la cotidiana Mesa para la Construcción de La Paz, poner sobre la mesa el nombre de la Familia Muchoacana, de inmediata y urgente resolución.

La paz sólo se logra con la Construcción de los equilibrios, de los contrapesos políticos y sociales y en esto Evelyn y su gobierno a dado pasos seguros pero No suficientes, dado los graves desajustes existentes en el poder legislativo y la innombrable dirección estatal del partido que la llevó al poder, la cual rosa en el infantilismo total.

Si dos años es un suspiro, lo qué resta debe de convertirse en una fuerte bocanada de ejercicio total de gobernanza y gobernabilidad, Guerrero lo requiere y lo exige, no se puede perder tiempo pretendiendo leer los oráculos o atinarle a las encuestas.

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