CEC 543-550: el Reino de Dios.
CEC 309-314: la bondad de Dios y el escándalo del mal.
CEC 825, 827: la mala hierba y la semilla del Evangelio en cada uno de nosotros y en la Iglesia.
CEC 1425-1429: la necesidad de una conversión continua.

REALIDAD
Hay mucha gente lastimada por la violencia, tantos miles de asesinados, delincuencia, tanta gente desanimada para afrontar el mal.
Hay muchos que creen en el maniqueísmo: que la realidad del mal existe en la misma proporción que el bien.
Es casi imposible terminar con el mal, pues, los que debieran defendernos en algunos casos son los que están implicados.
Hay una relación entre el pasado lleno de pecado, ej., los traumas del pasado y el estado actual de las personas. Se necesita redención de toda la persona, también sanar sus traumas hasta donde más sea posible; lo mismo sucede con las sociedades y culturas.
El mal hace más ruido que el bien. Por ejemplo, se habla menos de los médicos y enfermeras que de los sicarios, los corruptores o más malvados.
Los malvados algunos todavía tienen temor de Dios y pueden renunciar al mal. Otros adoran a Satanás (a la “santa muerte”).
Quisiéramos que el mal no existiera. Nuestra primera reacción es arrancar la cizaña.

DISCERNIMIENTO

No hay un mundo donde no hay un rechazo de Dios, así aparece en toda la Escritura.
Este discurso apostólico de Cristo es el centro de todo el evangelio. Jesús expone su proyecto, vive en un mundo donde no lo aceptan. Crece lentamente la humanidad en orden al Reino de Dios.
“Dios escribió dos libros, por los cuales nos habla: uno, la naturaleza (para los que no saben leer) y otro, la Biblia (para los que saben leer)” –San Agustín-.
Después de la materia van los conceptos, por eso Cristo habla en parábolas, dándole voz a la naturaleza. Primero es Aristóteles y luego Platón; primero Santo Tomás y luego San Agustín.

ACTUAR

¿Cómo podemos afrontar el mal? Por ejemplo, contra el estrés: ejercicio físico oración, meditación… Así hay que tener una solución al misterio del mal en el mundo.
Primero adquirir, tener y transmitir conocimiento profundo de las cosas, proponer y realizar buenas acciones. Tener claridad de lo que vamos a decir a los miles de personas de la diócesis que van a misa cada domingo.
El Espíritu es el que tiene que hablar, es el que gime y nos pide paciencia. Dios es el pacientísimo. “La virtud más grande de Dios es la paciencia” –Romano GuardiniSer tolerantes. Dejemos a Dios el juicio final.
No hay que pedir no tener problemas sino pedir su luz y fuerza para poder ir resolviéndonos.
Hay que tener optimismo, por ejemplo, de que venceremos la violencia no con más violencia.
Hay que conocer o reconocer nuestras fortalezas. Armar la estrategia. Enfocarnos en lo que podemos lograr y en los recursos con los que contamos. Centrarnos en el bien, en la fuerza del bien.
Prediquemos que Dios da tiempo al pecador a que se arrepienta. Empezar por uno mismo con el mea culpa y con poco. Luego hacer bloque, equipo en la lucha contra el mal. Ir sembrando la inconformidad contra el mal.
Según el Reino de Dios, el más grande se hace el más pequeño y servidor de todos, perdona y no es vengativo.
Hay que gastar la vida en la promoción del Reino de Dios. Aunque haya poquitos buenos, pero bien buenos. No somos buenos solo quitando el mal sino sembrando el bien. A veces no queremos ser malos pero se nos olvida ser buenos. Ser la diferencia pero en el bien. Hay que romper esquemas que tenemos, costumbres y eso lo hace el fermento. Ser levadura, hacer fermentar a la sociedad.
El Espíritu Santo es el que nos ayuda a entender las cosas de una manera diferente, las razones para hacerlo, ej., nos da el don de la fortaleza para sostenernos en medio de las dificultades, para no sucumbir ente la dificultad.

APORTE DEL COLEGIADO DE SACERDOTES DE LA DIÓCESIS DE CHILPANCINGO-CHILAPA PARA VIVIR MEJOR COMO SOCIEDAD

Hay dos sembradores: Dios y el diablo. La gente partidaria del Reino tiene que luchar por lo que deja vivir.
Construir el reino de Dios es construir el reino de la verdad y del bien, de la vida, justicia, paz y amor. La cizaña crece en medio del trigo. No solo hay que sembrar sino también rechazar; porque el mal se nota donde no se hace el bien, como la oscuridad o tinieblas donde no hay luz.
La cizaña es muy parecida al trigo, pero los frutos son distintos: uno mata y otro da vida.
El trigo es algo bueno y que necesitamos todos, incluidos los que siembran cizaña (mentira, injusticia, violencia…).
Si se deja todo a la cizaña, muere el trigo.
No se trata de no solo no ser malos sino de ser proactivos, que demos frutos buenos para que se note la diferencia.
Hay un Dios que es amor y quiere sanar ese pasado que no ha sanado (Plan Global…, 117 y 118).
También predicar que tenemos derecho al voto y conciencia política. Ese es uno de los espacios que necesitamos para crecer como personas, como familias, como sociedad.
Hablamos no de nombres de partidos ni personas concretas, pero sí promovemos los valores universales; que las personas saquen sus conclusiones, por ejemplo, acerca de a qué gobernantes elegir próximamente, qué es lo que sí coincide con la cultura de la vida y qué es lo contrario. Actuemos con Ética.
En medio de la adversidad, mantener la paz. Los triunfos temporales nos animen a luchar hasta el triunfo final. A Cristo lo tentó el demonio, pero Él nunca perdió la paz.
La paz no es tranquilidad en el orden, donde todo mundo está dominado. En medio de la adversidad hay que mantener la paz porque estamos con un Dios que aunque es misericordioso y por eso da tiempo al pecador a que se arrepienta, no deja de ser justiciero, tarde o temprano va llevar a la cizaña al fuego y el trigo a los graneros.
No dejarnos dominar por el mal sino hay que vencerlo pasa a paso haciendo el bien, por ejemplo, evitar vivir con la ley del talión, mejor ser pacientes ante el mal sin dejar de trabajar en promover el bien.
Evitemos dejarnos llevar por el bombardeo de imágenes y mensajes que muchas veces no coinciden con la verdad, como por ejemplo, “Es Fulana” o “Fulano sí”… Hay que reflexionar profundamente a quién daremos nuestro voto, sin pensar únicamente en nuestros interese personales sino al mismo tiempo en los de toda la sociedad mexicana

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