Los acapulqueños hemos sido omisos y tolerantes de la problemática latente que atrofia la vida pública del puerto y de la decadente imagen turística que proyectamos frente a las potenciales y asiduas corrientes de visitantes.
El crecimiento anárquico del puerto y sus implicaciones se han tornado en situaciones caóticas, que se manifiestan cotidianamente en deficiencias de servicios públicos, inseguridad pública, contaminación ambiental y de las aguas marinas, desorden vial y del transporte público, por solo mencionar algunos.
Por esas razones y otras, seguimos pasmados ante decisiones gubernamentales unilaterales tomadas desde los escritorios en la Ciudad de México, como el caso de la nueva concesión otorgada por el gobierno federal sobre la Zona Federal Marítima Terrestre. Nuevamente nos vuelve a despojar de una parte importante de nuestro territorio para otorgarse a una empresa público-privada y sea administrada durante ¡50 AÑOS!, sin la menor intención que lo evitarán las autoridades locales y la propia sociedad porteña, que ha sus espaldas se ha consumado semejante despojo.
Han sido pocas las voces que se han expresado en diferentes momentos y épocas de manera acertada, como Kay Mendieta; Vivian Heredia, Anahí Gatica y Ramiro Solorio Almazán, cuyos esfuerzos titánicos han resultado vanos y no han fructificado por la indiferencia casi generalizada y la falta de sensibilidad social de los tres niveles de gobierno.
Diversos destinos turísticos del país y allende las fronteras, tienen entre sus principales atractivos, malecones bellísimos que son de fiesta y algarabía, y sitios de reuniones obligadas para propios y extraños; cuando Acapulco podría tener y disfrutar de algo similar, que nos muestre con un rostro renovado y moderno.
En tales condiciones se podría realizar un proyecto de gran magnitud, que contemple desde playa Honda hasta la estatua de “Narciso”, en la playa de Las Hamacas. Correría por la playa Manzanillo, el Paseo del Pescador uniéndose con la playa Tlacopanocha, a través de la zona de mar de la Rotonda de los Hombres Ilustres, que luce sucio, olvidado y convertido en refugio de enfermos mentales y adictos.
El proyecto continuaría con una remodelación total del Malecón con una serie de fascinantes atractivos, incluyendo la recuperación de “El Jardín del Puerto”.
El las instalaciones del ex edificio de estacionamiento de vehículos de exportación, podrían transformarse en un gran Centro Cultural Integral de museos, talleres, exposiciones, conferencias y artes digitales, quedando a salvo la Terminal de Cruceros, para continuar en el “Parque de la Reyna” y seguir por la zona costera hasta concluir en la playa “Las Hamacas”.
A grandes rasgos se trataría de un gran proyecto turístico multidimensional y un nuevo producto que ofrecer a los turistas que nos visitan, además de sol y playa.
Marea Baja.- El atentado a la casa de la alcaldesa morenista de San Jerónimo, Glafira Meraza Prudente, tiene un ominoso mensaje de amedrentamiento de algunos de los reconocidos grupos criminales, asentados en la Costa Grande.
El mensaje no solamente va dirigido a la alcaldesa de Morena, sino también hacia otros presidentes municipales que pretendan la reelección y a otros políticos que buscan esa posición política, sin el visto bueno de estas fuerzas fácticas, que han asumido el control de la región, principalmente la Familia Michoacana.
Marea Alta.- Como siempre sucede y todavía no se aprende la lección, los huracanes por su propia naturaleza causan estragos devastadores con infinidad de daños incuantificables y “Otis”, no sería la excepción.
Los notables esfuerzos de los cuerpos de las fuerzas armadas nunca serán suficientes, sino se cuenta con la plena conciencia de la población de no asentarse a vivir en zonas de alto riesgo e inundables, porque estas áreas son las de mayor peligro.
Los refugios y albergues temporales deben ocuparse preventivamente, antes que las familias más desprotegidas sufran graves afectaciones y las autoridades siempre prestas para brindar auxilio oportuno durante el periodo de la emergencia. Esperemos no se hayan producido mayores inclemencias del mal tiempo.
Maremoto.- La masacre de policías en El Papayo, Coyuca de Benítez, es un hecho que además de lamentable es condenable, por quitar la vida a estos servidores públicos y sobre todo, seres humanos, que dejan en el desamparo a sus familias.
Los sucesos criminales están imparables y al orden del día, sin que haya poder humano que pueda frenarlos, debido al empoderamiento de organizaciones criminales que siguen haciendo de las suyas y ganando más territorios.
Ha quedado al descubierto la inoperancia de la estrategia de seguridad pública “Abrazos, no balazos”, porque no ha cumplido su cometido, cuyos resultados son exiguos o nulos y cada día afecta a más familias mexicanas.
Cada vez resulta más peligrosa la profesión policíaca, y como van las cosas veremos en poco tiempo algunas deserciones o retiro de estos elementos, que preferirán la paz y tranquilidad en sus hogares, que seguir expuestos a la irrefrenable violencia delincuencial.
PD: Esta columna fue escrita el 25 de octubre de 2023, horas antes que desatara su furia el huracán “Otis”, dando prioridad al tema del meteoro. Por no perder actualidad se publica en esta fecha.

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