Pbro. Jorge Amando Vázquez Rodríguez

Es una forma válida para describir el fenómeno del agotamiento en la práctica pastoral y podemos extenderlo a todas las profesiones especialmente a las que se dedican a cuidar a las personas más vulnerables como son los hospitales, psicólogos, sacerdotes o en la Vida consagrada.
El nombre técnico es Burnout (agotamiento) que conviene referirlo al fenómeno ocupacional.

  1. Forma de presentación.
    O sea, cómo se presenta este fenómeno del agotamiento. Habría tres formas de entenderlo con el testimonio que recoge Wenceslao Vial:
  • Carol, es una asistente social, que describe su experiencia comparándose con una tetera llena de agua; después de un tiempo, el agua se ha evaporado, dice, me quedo vacía y sigo quemándome con el riesgo de romperme.
  • Jim, un profesor; se compara con una batería o pila: al principio, los estudiantes toman de él mucha energía, y debe ser recargado…; esta tarea cada día es más difícil y la recarga dura más tiempo, como sucede con los teléfonos. Al final la pila debe ser reemplazada porque está agotada.
  • Jane, por último, es una enfermera que tiene que cuidar cada día a muchas personas que sufren; piensa que es como un cable eléctrico que transporta electricidad; hay tantas conexiones que el circuito eléctrico está sobrecargado y el cable se quema.
    En estos relatos sobresale la palabra: agotado, sobrecargado, quemado, reemplazado y efectivamente así pasa con la persona que tiene excesivas actividades en los campos profesionales y por supuesto pastorales.
    Otra característica propia del burnout es precisamente que se desprende del ámbito ocupacional, con esto queremos decir que este agotamiento no es consecuencia de una jornada de trabajo ordinaria en la cual se desarrollan nuestras actividades sino que es algo que va más al fondo de la persona puesto que se pierdo todo tipo de motivación, y se involucran procesos más intensos como la insatisfacción en lo que se hace, la competitividad, egocentrismo etc., así son tres las dimensiones que lo definen:
  • Sentimientos de disminución de la energía o agotamiento;
  • Aumento de la distancia mental hacia el propio trabajo, o sentimientos negativos y cinismo o desprecio del mismo;
  • Reducción de la eficacia profesional.
    Es cada vez más recurrente en los diferentes puestos de trabajo e incluso dentro del hogar de no encontrarle el sentido a su matrimonio, al sacerdocio, a la actividad profesional.
    El síntoma guía para reconocer la depresión es una disminución del estado de ánimo, un estado de ánimo disfórico, que incluye tristeza, melancolía, desesperación, apatía, falta de iniciativa e irritabilidad, que se prolonga por más de dos semanas.
  1. Personas en riesgo
    Después de una leve descripción de esta enfermedad ahora unas breves líneas dedicamos para hablar de las personas que están más en riesgo.
    Así decimos que puede afectar a cualquier persona que se dedique a ayudar a quienes sufren o tienen dificultades. El factor de riesgo más común es estar en contacto con diferentes problemas y necesidades e involucrarse demasiado emocionalmente.
    Podríamos incluso hacer un retrato robot de estar personas más propensas a enfermar de burnout:
    Los rasgos de personalidad más peligrosos: el perfeccionista, la baja autoestima, la escasa tolerancia a la frustración, la inseguridad, el egocentrismo y las dificultades en las relaciones interpersonales.
    Dadas estas características podremos decir que 2 de cada 5 personas padecen esta enfermedad del burnout o agotamiento, que aquí hemos calificado también como un “infarto del alma”, refiriéndose específicamente al hecho que la persona se olvida de si misma, de su relación con Dios específicamente.
  2. Afrontar y prevenir. Engagement
    Hoy se habla, referido al agotamiento, como una emergencia pastoral. Hay demasiado dentro de nuestra Iglesia y más dentro de nuestra sociedad, puesto que, como hemos explicado tiene que ver con el planteamiento de nuestros objetivos competitivos muy exigentes dentro de nuestra sociedad que ya ha sido definida por Byun-Chul Han como sociedad del cansancio, no estamos midiendo nuestras fuerzas, o sea, ni las propias ni las de nuestros hijos, amén de un párroco con su vicario, un profesor con sus alumnos, o un instructor de lo que sea con sus seguidores.
    Somos seres humanos que no estamos hechos de plastilina sino de carne y hueso
    Para apuntar una posible solución, la cual no sé si alguien quisiera escuchar (lo dudo mucho) sería el concepto llamado: engagement o compromiso. Este concepto viene precisamente del amor que siente, por ejemplo, un novio con su novia, un esposo por su esposa, o un sacerdote que tiene que renovar su amor por su vocación y su parroquia: “Este amor referido al trabajo, a los penitentes, a los enfermos, a quienes necesitan ayuda, es fuete de paz y de sentido pleno, que previene quemarse.
    El amor da energía, nos invita a involucrarnos y nos hace más eficaces.
    Qué cosas facilitan el agotamiento:
  • Sobrecarga de trabajo
  • Falta de control
  • Recompensas insuficientes
  • Problemas en la distribución del trabajo en la comunidad
  • Falta de equidad, de imparcialidad o de lealtad
  • Conflictos de valores.
    Conviene prestarle atención a estas nuevas enfermedades que por lo que observo hay llegado para quedarse y hacer su tienda entre nosotros. Hagamos algo para contra restarlas.
    (Cfr. Wesceslao VIAL, El sacerdote, psicología de una vocación, PALABRA, Madrid 2020, pp.127-156

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