Cada generación es protagonista de su historia.
“Es preciso decir siempre lo que se ve.
Y lo que es más difícil: es preciso ver lo que de verdad se está viendo”.
Charles Péguy
¿Qué es nación? ¿Una sociedad o una comunidad? ¿Qué es la identidad nacional? ¿Un vínculo cultural compartido o un estampillado en el pasaporte?
¿por qué os migrantes culturalmente lejanos sueles rechazar la identidad el país de acogida?
Los datos demuestras que, si bien es posible asimilar a individuos, es casi imposible asimilar a comunidades constituidas como tal. Especialmente si éstas representan más del 20% de la población y se concentran en áreas concretas.
La cuestión consiste entonces en saber qué es lo que define a una nación. Los partidarios de la nación cívica dirán de ésta que consiste en la voluntad de vivir en común, otros pivotan la identidad en torno a valores universales y abstractos.
Los partidarios de una concepción histórica, por su parte, responden que, si bien la voluntad de vivir en común es importante, el zócalo reside en una identidad compartida que hunde sus raíces en la historia y la cultura.
REESCRITURA DE LA HISTORIA. Régimen diversitario
Sabemos desde George Orwell que la reescritura de la historia es signo inconfundible de los regímenes totalitarios. Quien controla el pasado controla el presente; por eso los totalitarismos reinventan la memoria colectiva, destruyen los vestigios incómodos y ajustan el pretérito a los dogmas del día. En este sentido el régimen diversitario es el totalitarismo, y de los peores. (Entendemos que el culto a la diversidad es bueno para los negocios. Erriguel, p.415)
La reescritura diversitaria de la historia tiene un fin: imponer el relato de que la diversidad es el único estado posible de las cosas posible de las cosas, y todo lo que no se adapte a ella debe ser corregido, empezando por el pasado.
De lo que se trata es de provocar una disonancia cognitiva, de conmocionar las mentes y los espíritus, de lanzar el mensaje de que esto es así porque es así, porque así lo queremos y porque podemos hacer que así sea; no hubo, ni hay, ni habrá más realidad que la nuestra, les guste o no.
Así, lo que hoy es estupefacción o motivo de burla mañana será la normalidad para unas generaciones educadas en el régimen diversitario.
Hoy hay una ofensiva emprendida contra los estudios grecorromanos.
Objetivo: romper la supremacía de griegos y romanos para reemplazarlos por el estudio de los pueblos hasta ahora “invisibilizados”. (Erriguel, p.421)
Se trata de una campaña de deshistorización en toda regla. Lo cual responde a un interés: el de “impedir la formación de una consciencia histórica crítica que podría desmitificar su pretensión al carácter natural de su dominación” (Costanzo-Preve)
El régimen diversitario culpabiliza al pasado y promueve la cancel culture; su ideal es el reset, la tabla rasa, el recomienzo desde cero.
CÓMO UNA CIVILIZACIÓN SE DERRUMBA:
1). La Polinesia en la época de Victor Segalen, relataba cómo el día en el que los jefes ya no eran capaces de recitar sus genealogías, en el que las gentes se reían de sus ancestros, en el que odiaban su propia historia y despreciaban a sus muertos, ese día estaban ya maduros para la colonización. Una civilización se derrumba siempre desde dentro. (Erriguel, p.423)
2). Otro signo de totalitarismo: la destrucción de los libros y su reemplazo por el audiovisual. Prohibido hablar de apropiación cultural.
La cultura audiovisual no está concebida para un apacible intercambio de ideas, sino para ser impuestas desde fuera.
¿Cómo será la nueva cultura inclusiva? (Consultar una posible nueva historia diversitaria, (Erriguel, p.423)