ES CIERTO. CON LA MUERTE DEL ALCALDE Alejandro Arcos Catalán, Chilpancingo no solo pierde a un buen hombre, honesto y responsable, sino también de trabajo, de desarrollo y progreso; con visión de gobierno, de gobernabilidad, pero sobre todo, de lograr la paz para los habitantes del municipio.
Eso, creo, es el objetivo de todo gobernante, desde el presidente de la República, los gobernadores de los estados, y los presidentes municipales…
Por eso, bien valdría la pena, y por salud pública, que la investigación sobre el asesinato del alcalde, la atrajera el gobierno federal, o mejor dicho, la Fiscalía General de la República para evitar suspicacia. Con ello, no sólo se tendría confianza sobre la misma investigación, sino que también se resolvería el caso, y en consecuencia, se aplicaría la ley a los responsables, además de haber justicia para los deudos.
Ciertamente castigar a los responsables, de ser el caso, no le devolverá la vida a Alejandro Arcos, como tampoco mitigará el dolor a los familiares, pero quedaría el consuelo, al menos, de que se le haría justicia, y sentaría un precedente de castigo para los homicidas.
Hay que decirlo. En estos momentos de llanto y dolor, de enojo y frustración, de exigencia de justicia y castigo para los responsables, los presuntos culpables sobran, y más cuando nada se sabe de cómo ocurrieron los hechos que llevaron a la muerte del alcalde capitalino, pues se habla, de acuerdo al dirigente estatal del PRD, partido al que pertenecía Alejandro Arcos Catalán, que tenía seguridad, o lo que es lo mismo, que lo protegían policías estatales y federales.
Sí. Fueron miles de ciudadanos los que la tarde de este lunes, acompañaron el cuerpo de quien era la esperanza de Chilpancingo. Tenía tan solo seis días de haber asumido el cargo de presidente municipal cuando le quitaron la vida…
Por eso es que es necesaria una investigación a fondo sobre las causas que lo llevaron a perder la vida, pues la forma en que fue encontrado su cuerpo tiene el sello de la delincuencia organizada, cuando quienes lo trataron y conocieron dan testimonios de que fue un hombre bueno, intachable en su vida y su familia.
Es indudable que Chilpancingo, el estado y todo el país, atraviesa por una situación de inseguridad y violencia en la que parece que nadie está ya seguro, como lo demuestra precisamente la muerte del alcalde, del también secretario general de gobierno municipal, y de quién se perfilaba como titular de la Secretaría de Seguridad Pública local.
En este sentido, no sólo es necesario el que la Fiscalía General de la República atraiga el caso de referencia, a fin de que se resuelva y se aplique la ley, sino que también es más que urgente el que la Secretaría de Seguridad Pública federal se haga cargo de la seguridad pública municipal para garantizar precisamente la integridad de los capitalinos.
Chilpancingo, la capital del estado, los chilpancinguenses, ciertamente están de luto. Pero no solo eso, están lastimados, enojados y exigiendo justicia, que, ciertamente la merecen, y si bien hay una autoridad local, qué mejor el que la garantice y la aplique el gobierno federal.
Alejandro Arcos Catalán, sus familiares y amigos también, pero Chilpancingo como municipio, merece justicia.
Es cierto. La crueldad y la saña con la que le quitaron la vida al alcalde, sin duda lleva un mensaje. Pero, ¿para quién? ¿Acaso para el gobierno municipal? ¿Para todos los alcaldes del estado? ¿O para el gobierno estatal?
¿Era también un mensaje la muerte del secretario de gobierno municipal? Y, ¿de quién?
En fin. El alcalde de Chilpancingo, el presidente municipal de los chilpancinguenses, ya descansa en el seno de la madre tierra. Deja en su pequeño hijo, en su señora esposa, un profundo dolor y un espacio vacío. Deja en sus padres y hermanos, la ausencia del hijo y del hermano, y deja también el llanto y el dolor en todos. En tanto, los capitalinos pierden la esperanza de un Chilpancingo de paz y progreso.
Mientras tanto, urge una investigación a fondo, para saber cómo fue, para aplicar la ley, y para limpiar nombres.
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