Nicaragua: La Revolución que se volvió dictadura

Esta tarde de domingo 27 de junio de 2021, tengo frente a mí, la imagen de los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua (FSLN), en los momentos en que el 19 de julio de 1979, a bordo de un transporte militar hacen su entrada triunfal a Managua, al derrotar al dictador Anastasio Somoza Debayle.

Al fondo la imagen del héroe de la resistencia nicaragüense contra el ejército estadounidense de ocupación, Augusto César Calderón Sandino. En primer plano, el principal combatiente de la lucha insurgente, Humberto Ortega Saavedra. Atrás, en la segunda fila, su hermano Daniel, que nunca se distinguió por ser un guerrillero que empuñara las armas, para enfrentarse a la guardia nacional somocista, como sí lo hiciera el mexicano Víctor Manuel Tirado López, que viajaba a su lado.

Fue a finales de octubre de 1977, cuando tuve la oportunidad de entrar en contacto personal, con quien para entonces era uno de los jefes insurgentes más legendarios del sandinismo y por ende, de los más buscados por el gobierno de la dinastía Somoza, al que Washington había puesto un precio millonario por su captura, vivo o muerto.

Semanas antes de nuestro encuentro en la clandestinidad, recibiría una llamada telefónica en la redacción de EXCELSIOR, en el tercer piso de Reforma 18. Al contestar, escuché una voz femenina que se identificaba como la poetisa Thelma Nava, esposa del también poeta, Efraín Huerta.

-¿En qué puedo serle útil?, le respondí.

– Mario, me dijo, un grupo de amigos y yo tenemos interés de reunirnos contigo para platicar de un tema que seguramente te va a interesar. ¿Podríamos invitar mañana a las ocho de la noche a tomar un café, cerca de tu oficina? ¿Qué te parece el Sanborn’s de La Fragua y Paseo de la Reforma?

–  Por supuesto, le contesté. Ahí nos vemos sin falta.

Al día siguiente llegaría a la cita. Me presentaría a sus acompañantes, cuatro jóvenes, entre ellos una mujer, todos de origen nicaragüense, integrantes del FSLN, que habían viajado a México, para invitarme como reportero del Periódico de la Vida Nacional, a realizar una entrevista exclusiva con uno de los líderes del Frente, en territorio centroamericano, precisando que se trataría de la primera que se concedería para anunciar la reactivación de la lucha armada contra Somoza.

Eran los días en que EXCELSIOR mantenía la posición número uno, entre los periódicos de habla hispana. Les manifesté en principio que si tenía interés, pero que tenía que solicitar autorización a mi director, para poder viajar al punto de reunión, por lo que me comunicaría con doña Thelma Nava, para darle la respuesta.

La autorización fue inmediata y se me asignaría como fotógrafo al extraordinario hombre de la lente, el tabasqueño Antonio Reyes Zurita. Se afinarían todos los detalles, por los riesgos que implicaba la misión que nos llevaría a encontrarnos con quien para entonces se había constituido en uno de los personajes históricos del movimiento guerrillero más importante de América, después del encabezado en Cuba por Fidel Castro Ruz, para echar del poder al dictador Fulgencio Batista, que con la protección de la Casa Blanca convirtiera a la isla en el prostíbulo de Estados Unidos

Llegaríamos a nuestro destino en el istmo latinoamericano. Apenas instalados en la habitación del hotel, sonaría el timbre del teléfono y el primer mensaje en clave:

– Primo, bienvenido. Te saluda la tía, le da mucho gusto que hayas venido a verla. Tiene muchas ganas de verte. Paso por ti para que vayas a cenar a la casa.

A las 10 de la noche, llegaría el contacto. Venía con otro acompañante. Sería hasta ese momento, cuando el vehículo empezó a avanzar para salir de la ciudad, en que se me informaría que la entrevista sería con el comandante Humberto Ortega Saavedra.

Después de transitar durante dos horas por carretera asfaltada, entraríamos a un camino de terracería, por el que avanzamos ya en zona rural, en terreno ascendente de montaña, en una noche sin luna, confiados en que nuestra presencia era desapercibida.

Casi a las tres de la mañana, llegamos a nuestro destino, una casa rústica, que en ese momento tenía como anfitrión al “terrorista” más buscado, según Washington, Humberto Ortega Saavedra, uno de los fundadores del FSLN.

Fuera de la casa, un grupo numeroso de guerrilleros pertrechados con armas largas de alto poder. Todos, cubiertos el rostro con un pañuelo combinado con los colores rojo y negro y las siglas de la organización insurgente.

Dentro de la vivienda, se darían los saludos correspondientes e identificaciones. Humberto, también con la cara cubierta, me agradecería haber aceptado el encuentro.

– Mario, hermano mexicano, me expresaría, para nuestro movimiento tu presencia y el periódico EXCELSIOR, representan una gran oportunidad para dar a conocer al mundo el retorno de la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza.Y así daría comienzo el diálogo que se prolongaría por casi tres horas, en el que hablaría con gran vehemencia de los ideales de la lucha revolucionaria que en el fin de 1977, se reanudaría en toda Nicaragua, bajo la consigna de “Patria Libre o Muerte”.

El objetivo inmediato, quitar del poder al último representante de la Dinastía Somoza, que por más cuatro décadas había gobernado la nación centroamericana, sustentada por el poderío estadounidense, al que brindaba todas las facilidades para la explotación de las riquezas naturales del país y del pueblo, al que mantenía en la miseria.

Implantación, como segunda prioridad, una vez tomado el control del país, de un sistema democrático, pleno de libertades, de un desarrollo económico de beneficio para todos, especialmente los más pobres, de apertura a la libre empresa, a los credos religiosos, con absoluta apertura a las relaciones con todos los países del mundo que decidieran unirse al esfuerzo de crear mejores perspectivas para Nicaragua.

Un abrazo efusivo del comandante Humberto Ortega Saavedra,  selló el principio de una relación entre el periodista y el movimiento guerrillero, el cual permitiría el acceso a información confidencial que EXCELSIOR haría trascender al mundo, en una cobertura completa que nos llevaría hasta estar presentes en el inicio de la Ofensiva Final, en junio de 1979, dirigida por el Frente Sur, en la vecindad con el costarricense Peñas Blancas.

Desde San José, la capital de Costa Rica, pude comunicarme con el entonces líder del Congreso y primo del aún Presidente Anastasio Somoza Debayle, el diputado Luis Pallais Debayle, para solicitarle una entrevista con el mandatario.

Lo conocí y traté durante mi estancia en Managua, en 1977, días después de haber publicado la conversación con Humberto, gracias a la mediación del entonces embajador Ricardo Galán Méndez, por lo que en privado, me ofrecería una comida privada de desagravio, el Club Xiloa, por una foto y nota difamatoria, en la contraportada del periódico Novedades, propiedad de la familia, en el cual fungía como director.

Accedió de inmediato a mi petición. Su respuesta se daría al día siguiente: “El gallo está de acuerdo. Vuelen de San José a San Salvador y ahí tomarán el último avión de Lanica a Managua, que ingresará al espacio nicaragüense”. Así ocurriría. Haría la travesía acompañado de Antonio Reyes Zurita, así como de la reportera Ana Cristina Peláez, del noticiero 24 horas de Jacobo Zabludosky, a quien invité al encuentro con la autorización de Pallais Debayle.

Sostendríamos una amplia charla con Anastasio Somoza Debayle. Días antes del 19 de julio, huiría del país rumbo a Estados Unidos. Ese día, se consumaría la Revolución que tanto anheló su ideólogo, Augusto César Calderón Sandino, asesinado por la dictadura somocista en 1934, a la edad de 39 años.

Vendría la toma del poder mediante la instalación de una Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, bajo el control de la Dirección colegiada del Frente Sandinista, asociado con los integrantes de su brazo político desde 1977, el grupo de Los 12, entre los que destacaban el doctor Carlos Gutiérrez Sotelo, quien es designado como primer embajador en México, así como de Violeta Barrios Torres, viuda del mártir de la libertad de expresión Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director y fundador del periódico La Prensa.

Daniel Ortega Saavedra, ahora con 75 años, se mantendría como coordinador gubernamental, hasta 1985, en que asume como Presidente de la República, del 10 de enero al 24 de abril de 1995, en que es relevado en comicios electorales, por Violeta Barrios Torres, viuda de Chamorro, quien pierde las elecciones frente al conservador Arnoldo Alemán Lacayo, y éste después es derrotado por el empresario Enrique Bolaños Geyer, quien ejerce de 2002 a 2007, en que nuevamente retoma el Poder Ejecutivo el excomandante sandinista, quien reformaría la Constitución para reelegirse dos períodos más, que culminan en enero de 2022.

Es así como este personaje surgido de una Revolución que costaría la vida a 100 mil nicaragüenses, casado con Rosario María Murillo Zambrana, de 70 años de edad, desde 1979 con la ambición y de gran influencia en su gobierno, al grado que ostenta el cargo de vicepresidenta, ha acumulado en total 20 años como Presidente de la República, más seis como coordinador de la Junta de Gobierno, para sumar en el mando 26 años, que con el paso del tiempo, hasta llegar a los días actuales, ha transformado en una férrea dictadura de tintes supuestamente comunistas.

Aferrado al poder omnímodo, pretendiendo continuar con su viejo y desgastado estilo populista y “revolucionario”, que solamente él y su pareja Rosario creen, pretende prolongarse indefinidamente en la Presidencia, no obstante el crecimiento de la inconformidad de la sociedad nicaragüense, que no ha dudado en salir y tomar las calles para exigir elecciones libres.

La violencia extrema

de los cuerpos de seguridad, como forma de respuesta a lo que se ha convertido en una especie de insurgencia, principalmente de jóvenes estudiantes y clases medias, encaminada a luchar por el derrocamiento de esta dictadura de los Ortega-Murillo, hartos del empobrecimiento y la miseria semejantes a los registros mantenidos por la Dinastía Somoza.

Enojo en el que se involucra el exvicepresidente de Ortega Saavedra, el escritor Sergio Ramírez Mercado, quien formara parte del sandinista grupo de Los 12, quien desde Madrid afirma al periódico El País este domingo 27 de junio, que “Nicaragua es hoy una dictadura atroz que encarcela. Daniel Ortega ha traicionado a la Revolución”.

Personaje histórico nicaragüense, de 78 años, que acusa: “La dictadura de Ortega ha transformado mucho la idea romántica que teníamos de la revolución. Yo sigo conservando mi patrimonio sentimental, muy íntimo, de lo que hicimos. Son tiempos dolidos, porque han ocurrido dos cosas: los que defendimos la idea original del sandinismo hemos quedado a la defensiva, porque la gente tiende cada vez más a identificar sandinismo con Daniel Ortega, como si Sandino hubiera sido un bandido, que es lo que le decía Somoza.

“Esto que tenemos hoy es una dictadura atroz que encarcela, persigue, manda a gente al exilio, mete a antiguos compañeros en celdas de aislamiento, no pueden hablar con sus abogados, no pueden recibir comida de sus familiares, nadie los ha vuelto a ver, y es una dictadura que mete presos a los candidatos presidenciales”.

Es la Nicaragua de 2021, donde la Revolución solamente es recuerdo.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.     

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