Por Jorge Octavio Ochoa. Enviado. Valencia, España.

Al mundo dejó de importarle la pandemia. Argentina, Gran Bretaña, Italia, España han vivido la locura en medio de la pandemia.
Algunos le llaman “una caricia para el alma”. Esa libertad, el volver a reunirse. La fiesta, el alcohol, la playa, el futbol, la Eurocopa, Copa América, en un estado demencial de comunión.
Olvidaron por un momento la desgracia de la muerte, poco les duró el gusto. En menos de una semana en España se les disparó la pandemia, luego de que el gobierno anunciara el retiro de “mascarillas”.
Barcelona y Canarias regresaron al tapabocas. Algunas zonas, donde no era problema el virus, como Valencia, han pensado implementar toque de queda luego de que las redadas policiales han sido insuficientes para contener a los jóvenes.

LOS VIAJES ILUSTRAN
Dicen que los viajes ilustran, pero también estresan. Ir y venir por el mundo, en medio de una pandemia, sin saber lo que espera en cada puerto, puede ser una pesadilla.
Algunos jóvenes experimentaron la pesadilla en los hoteles COVID. La soberbia de la juventud les hizo creerse inmunes hasta que el virus los atrapó. Poco a poco, el mundo se vuelve a cerrar.
Las naciones viven a la expectativa, ante nuevas cepas más resistentes y volátiles. Si a ello le añaden una onda de calor superior a los 36 grados, se convierte en el ambiente perfecto para caer en cama.
Las redadas policiales se vuelven rutina de todas las noches; en las playas, bares, los chiringuitos, discotecas, calles; dónde sea, que la muchachada pretenda amanecer con la resaca, la calentura, los fiebrones.
Con o sin pandemia, este es el caldo perfecto. De los de 20 o los 28 grados dentro de locales climatizados, la gente pasa a las calles, a las aceras, a las playas, entre brumas que hierven por encima de los 40 grados.
Pero todos necesitan esa densidad social. Así, el mundo. La pandemia ha destrozados itinerarios y presupuestos de viaje. Y en los próximos días vendrán nuevas medidas para aplacar esas ansias de morir viviendo.

DEL POPULISMO AL POPULARISMO
En España, en tan sólo una semana, se destaparon 9 mil nuevos casos; Argentina no ha vacunado ni a 5 millones de sus 45 millones de habitantes, pero hoy festejan por una victoria pírrica, que pasará a los anales de la historia.
Italia recrudecerá las medidas de control y las cuarentenas, para disminuir el tránsito, sobre todo de paseantes extranjeros, de países latinoamericanos, como México, sin ninguna garantía ni orden de nada.
Se volverán a cerrar fronteras, o se abrirán los espacios para la explotación, para los salarios de miseria y los horarios extenuantes. Porque en medio de la pandemia, sólo hay horas extra o mendicidad.
Los países que viven de los servicios, el turismo, las comidas y todo aquello sin valor agregado, vivirán a expensas de las naciones desarrolladas, que viven de la gran industria tecnológica, farmacéutica, aeroespacial.

LA TRANSFORMACIÓN QUE SE AVECINA
Los gobiernos hablan de abatir la pandemia, las enfermedades, extender los servicios de salud, combatir la pobreza, disminuir la desigualdad y el deterioro social.
El populismo se ha convertido en popularismo. No hay presupuestos que alcancen para cubrir pensiones, salarios imaginarios para los jóvenes. Pero los gobernantes hablan de atender a los pobres, sólo para mantener la popularidad.
Lo cierto es que, con la pandémica, han resurgido los rencores sociales, la división, el discurso sobre la miseria, como pretexto para la toma de medidas gubernamentales que sólo buscan llenar los bolsillos de los políticos.
Profundizar la división es la divisa, sobre todo de regímenes autoritarios, que han basado sus críticas sobre el individualismo, la ambición, el anhelo de amasar riqueza.
Mientras persistan esos odios, vivirán los políticos, aunque todas sus teorías resulten fracasadas.
En México, se destrozó el llamado Seguro Popular, y se creó un instituto, INSABI, que no ha servido gran cosa, y evidentemente no ha funcionado. Es evidente, y el escándalo del fracaso ya es mundial.
México vive una crisis de desabasto de medicinas como nunca antes se había visto. Datos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) indican que el panorama de la cobertura de salud es peor.
Al menos 14 millones de personas se han sumado a la pobreza. El presupuesto para cubrir a la población sin seguridad social es insuficiente. El gasto per cápita para esta población pasó de 3,656 pesos en 2019 a 2,911 en 2021.
Una contracción de 20.3%”, indica el estudio: “De Seguro Popular a Insabi: mayor población con menos atención”, de Judith Senyacen Méndez Méndez, difundido por el CIEP.
Desde enero de 2020 los servicios de salud y la entrega de medicamentos a personas sin seguridad social ha empeorado. Las fallas y conflictos para operar cada vez son más evidentes, y se han agravado con la epidemia.

MEDICINAS VS EL CÁNCER
En medio de la estrategia de división social, la actual administración acusó a distribuidoras de medicamentos de crear monopolios, vetó empresas. Las naciones subdesarrolladas culpan a las potencias de acaparamiento.
No tienen soluciones, sólo quejas. Y se reflejan ante el mundo como los más irresponsables. Eso es lo que se ve de México en el mundo, pero en algunas otras partes del mundo es parecido… o es igual.

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