¿Quién era ese feroz matacochinos?

La noticia salió publicada en todos los periódicos: “UN HOMBRE MATA A OTRO COMO QUIEN DEGÜELLA A UN CERDO”.

La información se refería a un energúmeno que había abierto en canal a su víctima, después de desprenderle la cabeza del tronco. Los datos del crimen, realizado con saña inaudita, eran breves, pero de una crudeza espeluznante. La policía investigó que el asesino, de nombre Faustino López N., era un ex tablajero del rastro de Xochimilco y, dizque por encontrarse casante, esa tarde le había dado por beber más de la cuenta. Luego, como se le terminara el dinero, recordó que en la colonia 20 de noviembre tenía un compadre llamado Crispín Hernández, el cual era propietario de un tendajón donde se expedían bebidas embriagantes.

LA VISITA

Faustino estaba sediento. La tarde calurosa y reseca lo impulsaba a continuar en un estado de alcoholismo que ya rebasaba el séptimo día. Cuando llegó a la miscelánea, el compadre Crispín se encontraba brindando con algunos clientes. Al ver a Faustino le causó mucha alegría y de inmediato lo invitó a que bebiera con ellos.

En el transcurso de la charla, Crispín manifestó que tenía en proyecto matar a uno de sus puercos, nada más esperaba que la puerca terminara de criar a uno de sus lechones. En cuanto Faustino se percató de la oportunidad de matar cerdos, le brillaron los ojos de una insana pasión.

-¿Pa’ qué espera, compadrito? De una güena vez le damos chicharrón. – Opino Faustino frotándose las manos de impaciencia.

Los amigos que los acompañaban aplaudieron la idea. Crispín se resistía:

-Hay que esperar que los cochinitos crezcan.

Pero ante la insistencia de Faustino, no tuvo más remedio que acceder. Por eso ordenó a un mozo que preparara la paila para hervir el agua.

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