El trabajo está sobrevalorado en una sociedad que se rodea de fetiches (En el contexto del comunismo, el “fetiche” se refiere principalmente al “fetichismo de la mercancía”, un concepto central en la teoría marxista. Este fetichismo describe cómo, en una sociedad capitalista, las relaciones sociales entre las personas (como la producción y el intercambio) son percibidas erróneamente como relaciones entre objetos (las mercancías). Por eso todo el tiempo nos pasamos trabajando porque hay que coleccionar objetos y personas (hay que consultar nuestros contactos que antes poníamos en una agenda o en un cuadernillo junto al extinto teléfono de cable.
Por supuesto que trabajar es importante yo diría crucial pero esto acarrea otros problemas que no son sólo daños colaterales como es el sueño más en concreto.
Por eso Charles Péguy, este místico, converso del socialismo hermana al trabajo con el sueño, el uno depende del otro.
“El que duerme bien, vive bien. El que duerme ora.
(También el que trabaja, ora. Pero hay tiempo para todo.
Ya sea el sueño ya el trabajo).
Y el trabajo y el sueño son hermanos los dos. Y ellos se entienden muy bien juntos.
Y el sueño conduce al trabajo y el trabajo conduce al sueño.
El que trabaja bien duerme bien, el que duerme bien trabaja bien.
(Charles Péguy, El misterio de los Santos inocentes, (ENCUENTRO, Madrid 2008, pp.345-346)
Esta sería la idea origen de esta reflexión: el buen sueño implica el buen trabajo.
¿PERO POR QUÉ CADA DÍA MÁS DORMIMOS MAL?
Cuando hago esta pregunta en público hay múltiples respuestas como, usamos mucho las redes sociales, tenemos malos hábitos higiénicos mentales, no tenemos horarios establecidos, hay preocupaciones que superan nuestra capacidad de solucionarlos, problemas económicos, etc., pero, la respuesta de Péguy es sorprendente:
“Hay hombres que no duermen
Yo no amo al que no duerme, dice Dios:
El sueño es el amigo del hombre.
El sueño es el amigo de Dios.
El sueño es quizá mi más bella creación.
Y yo mismo reposé al séptimo día.
El que tiene el corazón puro, duerme. Y el que duerme tiene
el corazón puro.
Es el gran secreto de ser infatigable con un niño.
(Péguy, p.346)
Este argumento es genial: la más bella creación de Dios es el sueño pues hasta Él mismo lo hizo al séptimo día. Y es que la consecuencia lógica del Génesis es que el hombre también tiene que descansar, dormir, reposar después de haber creado. Siendo así que reposar después de crear es una conexión directa con Dios mismo en su actuar, por eso el Sabbath para los judíos, así como el domingo para los cristianos es un acto divino.
Pero la pregunta sigue latente, ¿por qué dormimos mal? Y he aquí una respuesta convincente:
Pero me dicen que hay hombres
Que trabajan bien y que duermen mal.
Que no duermen. Que falta de confianza en mí:
Es casi más grave que si trabajaran mal y durmieran bien.
Que si no trabajaran pero durmieran, porque la pereza
No es un pecado más grande que la inquietud
Y que la desesperación y la falta de confianza en mí. (Péguy, p.356)
He ahí la verdadera cuestión, al hombre de hoy le falta la esperanza, la confianza en Dios que estará con nosotros siempre. El hombre no puede esperar todo de sí mismo, así lo recalca el Salmo 1, “Maldito el hombre que confía en sí mismo”. Y no es broma.
Por eso, todos tenemos que hacer un análisis de nuestra forma de trabajar confiando en Dios y no poner todo nuestro empeño en sólo trabajar, o sea, trabajar mal porque no hemos dormido bien.
“Como el niño se acuesta inocentemente en los brazos de su madre así ellos no se acuestan en absoluto. Inocentes en los brazos de mi Providencia. Tienen el valor de trabajar. No tienen el valor de no tener nada. Tienen la virtud de trabajar. No tienen la virtud de no hacer nada. De relajarse. De reposar. De dormir. Los desdichados no saben lo que es bueno. Dirigen muy bien sus negocios durante el día. Pero no quieren confiarme la dirección durante la noche. Como si no fuera capaz de asegurar la dirección durante una noche.
El que no duerme es infiel a la Esperanza”. (Péguy, p.347)
Hace años Carlos Vallés hablaba de la “Sociedad de las 24 horas”, referido a los negocios y a las personas, es una consecuencia de una sociedad secular que confía sólo en sus fuerzas pero no confía más que en sí mismo por eso, en gran parte de los problemas actuales es por la falta de sueño que no es otra cosa que la falta de confianza en un Dios que dice: “Yo dirijo la creación, quizá es más difícil. Podrían quizá sin gran (des) daño (s) dejarme vuestros negocios, hombres sabios. Soy quizá tan sabio como ustedes mismos”. (Péguy, p.347).

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