¿Ir o no ir? ¿O simplemente romper las boletas? Ahí el dilema
TRAS BAMBALINAS. Por Jorge Octavio Ochoa. La próxima semana, se realizarán las elecciones judiciales, en medio de un ambiente de polarización y división nacional, más profundo y radicalizado de como lo dejó López Obrador.
El asesinato de dos colaboradores cercanísimos de Clara Brugada, la muerte accidental de dos cadetes de la Marina y la reciente humillación a la que sometió Fernández Noroña a un ciudadano, ponen al país en un clima de violencia.
Lo increíble y patético es que, en medio de estas desgracias, no existe una voz con liderazgo, que llame a la reconciliación. Los partidos, de uno y otro bando, sólo se han dedicado a atizar la confrontación.
Cuatro jovencitos murieron en una semana: Ximena Guzmán y José Muñoz Vega, ejecutados brutalmente en la vía pública; América Yamileth Sánchez y Adal Jair Marcos, en un lamentable accidente naviero, y la fotografa Avisack Douglas.
Ella murió bajo la ráfaga de una banda criminal, en unas elecciones municipales de Veracruz. Pero ni Sheinbaum, ni Morena, y en realidad ningún partido, hizo referencia a dicha muerte. Para todos ellos, simplemente fue “una víctima colateral”.
Izquierda y derecha hablan de “mezquindad” y “oportunismo” como si unos y otros estuvieran exentos de pecado. Todos han sido gobierno. Todos están hundidos en el mismo lodo y hoy lo único que tenemos es una clase política altanera.
Así, en medio de esa pugnacidad, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, advirtió algo que ni el mismo Trump había dicho. “La violencia política en México es real”; es decir, no sólo hay amplias zonas dominadas por el narco.
Unos y otros han incentivado, entre reproches mutuos, el odio. El régimen ha permitido abusos de poder, como el cometido contra el ciudadano Carlos Velázquez de León, e incluso actos de censura, contra el periodista Héctor De Mauleón.
Desde lo más alto del poder, Fernández Noroña utilizó al Departamento Jurídico del Senado de la República, para poner contra la pared a un ciudadano, so pena de meterlo a la cárcel, pero la Presidenta dijo que fue un asunto entre “particulares”.
Eso es falso. ¿Cómo puede luchar un civil contra el Estado? Es humillante observar las imágenes y soportar el escarnio que hizo el legislador, de un sujeto que sólo le reclamó su falta de congruencia, por usar una sala VIP de American Express.
Luego vino la desgracia del Buque Escuela Cuauhtémoc, que debe analizarse desde dos puntos de vista: uno es el infortunio en sí, que nadie debiera festinar. El otro, desde la controversia por el uso abusivo de recursos del Estado.
El buque es propiedad de la Secretaría de Marina. La mujer que difundió el video para llamar al voto el 1 de junio es Rosario Martínez Villa, conocida de Noroña y del esposo de Sheinbaum, operadora activa de la organización Morena New York
Hay fotos que comprueban esta afirmación. Además, la desgracia no exime al INE de exigir una aclaración por el uso de instalaciones oficiales, aunque estén en Nueva York. Poner un pie en el barco, implica sujetarse a la jurisdicción mexicana.
Lenia Batres tampoco está exenta de la obligación jurídica y política de informar cuánto pagó por dicho spot. Hasta la fecha, nadie ha respondido esto, incluida la propia Secretaría de Marina.
Morena ha decidido poner en marcha toda su maquinaria política para abultar la votación. El gobernador de Oaxaca, Salomón Jara, se reunió con presidentes municipales de los Valles Centrales, para que llamen a las urnas.
Hay un uso descarado del aparato del Estado, para promover unas elecciones que, de suyo, ya están manchadas. Todos sabemos que una veintena de aspirantes a jueces o ministros, han trabajado o trabajan para el crimen organizado.
También se sabe que al menos 263 mil funcionarios de casilla, renunciaron a ocupar esos puestos. Unos, por miedo; otros, por hastío, desconfianza o desinterés. Millones no quieren saber nada de estas votaciones.
No habrá ciudadanos, ni representantes de partido, que cuiden el levantamiento y traslado de las urnas. Por si fuera poco, no se puede confiar en un proceso, en el que de antemano se sabe que 133 de los candidatos van a ganar, SÍ o SÍ.
Otros 201 aspirantes no tienen ninguna posibilidad y 121 tienen sólo el 6% de probabilidades, según el cálculo matemático del Observatorio Judicial Electoral que revisó las boletas.
En resumen, 439 candidaturas de las 3 mil 202 que aparecen, tienen prácticamente decidido su resultado, debido a la existencia de “errores” en el diseño de las boletas. Será un proceso absolutamente desinformado. La población no entiende nada.
Para rematar, ahora como nunca, la libertad de expresión está seriamente amenazada. Con la nueva Ley de Telecomunicaciones habrá censura, control de datos biométricos de telefonía celular y de internet.
Bajo las actuales circunstancias, el horizonte pinta lúgubre porque, por mucho que lo repita el régimen de la 4T, todo apunta al surgimiento de un Estado autoritario, que todo lo centraliza. Ocultará aquello que no le guste o lo acallará.