La curiosidad natural de leer
Pbro. JORGE AMANDO VÁZQUEZ RODRÍGUEZ
Leer es una fiesta a la cual todos están invitados, pero no todos asisten. Puedo observar que cada vez se lee menos, o se hace por los fines equivocados: obligación, distracción, ambición, o vete tú a saber. Lo ideal sería que se haga por gusto, por el mero hecho de divertirse y el placer de hacerlo.
Muy tarde nos iniciamos en este hábito (habitus: lo tenido) y algunos nunca lo consiguen, o lo que es peor, nunca se lo plantean.
Amélie Nothomb plantea en su novela Los aerostatos el argumento de esta carencia de la lectura especialmente en los adolescentes como el protagonista del libro que se llama Pie (tal vez una variante de Pio que significa santo) que presenta problemas serios con el aprendizaje dentro de la escuela. Su padre que es un cambista (se dedica a los bienes y raíces de la bolsa) contrata a Ange que es una estudiante de filología en la universidad para dar clases de francés a Pie y así aprobar sus exámenes en el liceo.
Pie tiene problemas de dislexia y a eso obedece el programa de lecturas que Ange le obliga a su alumno a leer entre otras obras: Rojo y Negro, La Iliada, La Odisea, La metamorfosis, El demonio en el cuerpo etc. Al sentirse obligado a leer estos libros Pie descubre que hay un mundo imaginario que no conocía y del cual queda fascinado junto con sus otras pasiones como las armas y los aerostatos.
La comparación de la lectura con los Aerostatos es que éstos se elevan por el aire con el hidrógeno que los hace flotar, y así la imaginación de las lecturas te elevan sobre el nivel de la tierra que no es otra cosas de un exceso de realidad, en concreto para el protagonista de sus problemas graves -como se ve al final del libro- con sus padres a los cuales por sus formas de ser se ganan, de parte de su hijo, el calificativo de idiotas, porque el padre todo el tiempo en el trabajo y su madre todo el tiempo (literal: todo el tiempo) comprando y admirando antigüedades por internet.
Me llama la atención la descripción que hace Nothomb de la dislexia, encontrando su fuente en la familia disfuncional y la carencia de la lectura:
“En los últimos tiempos, en los medios se habla mucho de una epidemia de dislexia. Me parecía tener una explicación. Vivimos una época ridícula en la que imponerle a un joven leer una novela entera se considera un atentado contra los derechos humanos. Yo solo tenía tres años más que Pie. ¿Por qué me había librado del naufragio? Mis padres me habían educado con sencillez, sin recurrir a ningún método especial. Para mí, el misterio eran esos adolescentes que no sentían la curiosidad natural de leer. Acusar a internet o a los videojuegos me parecía tan absurdo como atribuir a uno y otro programa de televisión la responsabilidad de su desinterés por el deporte”. (Nothomb, p.35)
Parece, por lo tanto, que hay como un miedo (inducido) a no exigir nada a los hijos, menos la lectura y mucho menos leer un libro entero sin que te cataloguen como abusivo y violador de los derechos humanos, parece una broma de mal gusto.
Otro mito es pensar que el internet “llegó para quedarse y destruir todo”. Nada más alejado de la realidad, así como echarle la culpa de todo a la televisión o a los videojuegos. El problema radica en realidad por la carencia de una educación con sencillez, por la imitación, proponer verdaderos retos a los hijos que los vean en sus padres mismos de como salen adelante a pesar de sus problemas ordinarios.
SUICIDIO. MUERTE
Este libro describe de manera cruda lo que vemos hoy mismo en los adolescentes: la muerte. Es por eso que una de la lectura que hace Pie (de manera obligada) es la obra de Kafka, La metamorfosis, y la describe a la perfección: “Kafka escribió este libro en 1915, durante la guerra que marcó el principio del siglo XX. Desde entonces, ese ha sido el destino reservado a los seres vivos: lo vivo se percibe como un tumulto al que hay que ponerle fin. El siglo XX marca el principio del suicidio del planeta”. (Nothomb, p.72)
Con respecto a este tema observo que muchos padres permanecen indiferentes ante los problemas de salud mental que tienen algunos jóvenes con respecto a la muerte y al suicidio. Los papás no saben o no quieren enterarse del poco aprecio que tienen sus hijos por la vida. Muchos consideran a Kafka como el portavoz de la adolescencia, algo que no corresponde a la realidad pues cada padre de familia tiene que hacer frente directamente de la problemática de sus hijos y no confiar, menos en Kafka que el portavoz de sus hijos en un tema tan delicado como es la muerte.
Podemos suscribir lo que dice Ange al respecto de la obra de Kafka: “El rechazo del padre no es exclusivo de la adolescencia. Lo que odio de mi padre no es su paternidad, sino el destino que me propone: a partir del siglo XX, la herencia que nos deja la generación precedente es la muerte. Ni siquiera una muerte instantánea: se trata de ir arrastrando una larga angustia de cucaracha herida antes de acabar aplastado”. (Nothomb, p.73)
Haber recibido de herencia la muerte es algo verdaderamente complicado y lo más importante sería revertir el trágico destino heredado, un mundo sin futuro real carente de toda esperanza real. Y no me refiero a sólo adornar el discurso del padre con el hijo sino qué es lo que realmente siente con su vida el hijo mismo.
Cómo percibe Pie a su padre partiendo de la obra de Kafka y su propia experiencia con su padre: “Su padre era un pater familias autoritario, mezquino, orgulloso de sus pobres privilegios de padre”. ((Nothomb, p.75)
Me pregunto a cuántos padres en la actualidad se podría aplicar este retrato: autoritario, mezquino, orgulloso. Cada uno de estos términos no son exhaustivos pero si obedecen a una realidad.
No oculto que esta novela es trágica, muy trágica e incompleta, que deja a la imaginación si realmente vale la pena leer pues la lectura es todo menos una escuela de inocuidad.