Jul/8/2025.
BAJO FUEGO
Cambio climático
José Antonio Rivera Rosales
Los huracanes Otis, John y Erick nos dejaron en claro que nos enfrentamos., todos, a una
nueva realidad ambiental, más violenta y destructiva que antaño.
Es el fenómeno que los estudiosos de la atmósfera han dado en llamar Cambio
Climático, pero que en realidad es una emergencia climática global, que afecta a millones
de persomas en el mundo.
En este escenario catastrófico, serán las ciudades costeras las que resultarán
mayormente afectadas por esta emergencia ambiental, pero especialmente miles de
familias que habitan en viviendas precarias. Es decir, como en muchos otros casos,
sufrirán más los más pobres.
El huracán Otis dejó afectaciones parciales o totales en 72 mil viviendas, John hizo lo
propio con 41 mil casas y Erick causó daños en 21 mil estructuras precarias, sin contar con
la pérdida de vidas humanas.
Parece claro que el cambio climático es irreversible dado el daño que le hemos causado
al planeta, tanto a los oceanos como a la cubierta vegetal, que está destruida y se sigue
destruyendo.
En los últimos 30 años, por citar un ejemplo vital, la Amazonia ha perdido un 35 por
ciento de su vegetación por deforestación o degradación. Y este es el principal pulmón del
planeta.
En el caso del estado de Guerrero no existe una cifra oficial de la deforestación, pero
resulta inequívoco que una porción significativa ha sido destruida por la tala legal, por la
agricultura y por otros factores.
Resulta increible que los intereses privados -aunque también en algunos casos de las
estructuras de gobierno- sigan expoliando a la naturaleza para favorecer el lucro, sin
importar el interés general de las mayorías. Esto es una consecuencia del capitalismo
salvaje que nos agobia (¿Recuerdan a la minera en Carrizalillo?).
Para el caso de Guerrero, las ciudades y comunidades del litoral del pacifico son
especialmente vulnerables a los embates de los huracanes. Los especialistas cada vez más
concuerdan en que el grado 5 de un huracán podría ser insuficiente para medir la
turbulencia de esos fenómenos.
Por eso es encomiable el plan gubernamental de construir un protocolo de atención y
respuesta ante desastres naturales, que elabora la Secretaría de Gestión Integral de
Riesgos que encabeza su titular Roberto Arroyo Matus, un especialista en ingeniería
sísmica.
Arroyo Matus, ganador del Premio Estatal en Ciencia y Tecnología 2002 y del Premio
Nacional de Protección Civil en 2009, es quien al parecer está al frente de la construcción
de dicho protocolo, el primero de su tipo en el país, que permitirá ofrecer una respuesta
preventiva y reactiva ante la ocurrencia de cada huracán y, presumiblemente, en otros
casos como deslizamientos y sismos.
Pero ese protocolo de actuación deberá incluir, también, acciones de la sociedad como
parte de un todo integral para actuar de una manera organizada antes, durante y después
de cada embate, con el fin de minimizar en lo posible los daños, especialmente porque
somos una sociedad mayoritariamente precaria que vive al día en viviendas endebles.
Un primer paso para la comunidad guerrerense -gigantesco paso- sería una campaña de
reforestación a gran escala para arborizar espacios muy localizados en los que se han
talado muchísimos árboles y plantas que han sido arrancados para permiir el avance de la
mancha urbana o negocios relacionados con el uso de la tierra.
Algunos puntos para ese plan de prevención pueden ser los siguientes:
- Organizar y capacitar brigadas de autoprotección sobre todo en las comunidades
costeras, encargadas de la prevención y la mitigación de daños particularmente en
casos de temporales o de un sismo de gran magnitud. Se trata de organizar a la
comunidad. - Lanzar un prorama de arborización, con apoyo de las comunidades, en amplias
porciones de la Sierra Madre del Sur, cuya riqueza forestal ha sido explotada por los
traficantes de madera. La deforestación y contaminzación de cuerpos de agua
constituyen una amenaza real para la vida de los seres humanos. - En el caso de Acapulco, el objetivo principal debiera ser el Parque Nacional El
Veladero, que contaba inicialmente con cuatro mil hectáreas pero ha sido reducido
drásticamente por invasores que lo han depredado. Ello debe estar acompañado con
acciones legales contra los líderes partidistas que promueven esas invasiones en aras
de un lucro económico y/o político.
Hace un par de semanas la gobernadora Evelyn Salgado emitió una declaratoria de
desastre que incluyó ocho municipios con daños severos en la región de la Costa Chica.
El decreto fue rechazado por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien argumentó que ya
no es necesaria esa medida porque los recursos están disponibles para ayudar a la
poblacion afectada. La mandataria dijo que esta semana comenzarían a pagar a los
afectados por las lluvias torrencioales.
Pues sí, pero el estado carece de recursos para solventar las necesidades de un total de
33 municipios afectados por el fenómeno, sobre todo en la mencionada Costa Chica,
pero también en La Montaña, donde golpeó con furia a miles de familias pobres de
extración indígena.
Así que la propuesta del protocolo de prevención y mitigación será un buen
instrumento para atender a futuro estos meteoros peligrosos que atentan contra la
integridad de miles de familias guerrerenses. Esperemos pronto conocer ese
instrumento, que deberá ser sometido al Congreso para que adquiera rango de ley. Sin
duda será bienvenido por la comunidad.
Pero por de pronto hay que señalar otro gran riesgo que constituye una amenaza
latente contra la población: el de un sismo de gran magnitud que se espera en la región
de Costa Grande, en la zona conocida como Brecha de Guerrero, donde no se han
producido sismos fuertes en 100 años, razón por la cual se espera un movimiento
telúrico de gran magnitud. El otro punto de riesgo es en la Costa Chica, a la altura de
Copala, donde también se espera una ruptura que podría causar mucho daño.
Esto es una previsión que debe estar en la agenda de riesgos de los gobiernos federal y
estatal. Si esa amenaza se hace realidad, que Dios nos asista.