Serena desesperación es un término acuñado por George Steiner en su libro Errata, al referirse a esa desesperación que todos sentimos por estar rodeados de impunidad, o sea, que quien tiene que hacer justicia no lo hace, quien tiene que poner orden no lo hace, y quien tiene que vigilar y cuidar, más bien, no quieres ser vigilados y cuidarnos de ellos.

Y por otra parte nadie quiere decir nada en un silencio cómplice alarmante. Steiner se refiere al caso, no único, de la política del país donde vive: Estado Unidos. Y lo dice de la siguiente forma: “Esta desesperación se torna hoy más llamativa e impaciente. Nunca ha tenido ni el impulso ni el valor necesarios para entrar en política. En términos aristotélicos, semejante abstención equivale a necedad. Confiere a los matones, a los corruptos y a los mediocres incentivos y posibilidades de imponerse. Mi política puede resumirse en el intento de apoyar a cualquier orden social capaz de reducir, siquiera marginalmente, la cantidad de odio y de dolor en la existencia humana. De garantizar la intimidad y el espacio para la excelencia. Me considero un anarquista platónico. No una papeleta electoral”. George Steiner, Errata. El examen de una vida, SIRUELA Madrid 2020, pp.153-154.
Suscribo todas y cada una de las palabras de Steiner empezando por la necedad, pues ser necio es algo que me caracteriza creo que desde nací. La necedad equivale a decir que sería una tarea, presentarse a elecciones, yo y muchos más, como un algo innecesario e inútil, por no decir descabellado.
Pero esto ha dado pie a que matones, a los corruptos y a los mediocres el imponerse y los resultados están ahí, claramente a ojos vistos de estancamiento y una política errática, al garete y de pronóstico reservado. Tal vez usted se ha preguntado en manos de quién estamos aunque lo correcto sería en qué pies estamos.
LA RELIGIÓN DEL FÚTBOL Y LA MÚSICA
También entiendo que podemos estar de lado de cualquier política –inexistente- que procure el orden social, reducir marginalmente el odio y el dolor de la existencia humana, pero, a dónde regresar los ojos, en dónde se encuentra ese Dorado fuente de felicidad, quién se atrevería a tanto y perecer en el intento.
Abonar al orden social no está en la agenda de nadie y a ojos visto que no. No hay un abono a tal tarea y así nos lo narra Steiner: “La religión universal de la mayoría de los Homo sapiens-sapiens no es otra que el fútbol. La música para bailar o el rock exaltan, emocionan, consuelan a cientos de millones de personas para quienes una sonata de Beethoven es sinónimo de aburrimiento. Si tuvieran la posibilidad de elegir libremente, la pluralidad de mis semejantes preferiría una telenovela o un teleconcurso a Esquilo, el bingo al ajedrez. Y es precisamente esta libertad de elección, aun cuando las opciones estén previamente seleccionadas y envasadas por el predominio económico de los medios de comunicación de masas y mercado de las masas, lo que resulta esencialmente acorde con los ideales y las instituciones de la democracia”. (Steiner, p.149)
¿Alguien podría objetar estas palabras sin negar la realidad? No dudo ni por un instante que muchos crees que si, que esto no es real, pues primero el fútbol y la música o sino ¿con qué nos quedamos?, por todos lados se habla de lo mismo: fútbol y música, sólo hay que consultar las plataforma de Spotify y sus millones de canciones así como las demás plataformas de amplio consumo popular. De manera enfática Steiner afirma: “los fanáticos del fútbol de hoy, podrían convertirse en los guerrilleros de mañana”.
VIDA TULLIDA
¿Dónde ha quedado la formación humanística? La respuesta es: En el cubo de la basura ahí descansa en paz esperando ser echada al carro de la basura que pasará pronto a recogerla.
Hoy predomina pues la formación basura: “Cuando intuye que las humanidades no humanizan, que las ciencias, incluso la filosofía, pueden estar al servicio de la peor de las políticas, ¿qué justificación tengo, al margen del gusto o de la vanidad personal, para enfrentarme, como don Quijote y sus molinos de viento, a la cultura popular y a lo que de un modo tan manifiesto mejorará la vida de otro modo grises o tullida? Sobre una base pragmático-democrática, sobre la base de la justicia social, la respuesta es: ninguna” (Steiner, p.150)
Hace tiempo que las humanidades no humanizan sólo basta recorrer las calles donde Ud., viva y me dará la razón, no importa que vaya caminando en su coche o en el servicio público, todas las personas (todas) ventilan su vida tullida y más si le toca ver una manifestación de cualquier cosa ahí las cosas empeoran.
Es un clamor popular el reclamo de la justicia social más allá de la ética particular, cuándo empezaremos a ver un mínimo interés por los demás, y no me refiero a la política repartidores de dádivas o limosna, sino al hombre de a pie, o sea Ud., y yo.
Y nos seguimos preguntando al respecto de la falta de humanización: “¿cuántos hombres y mujeres escriben libros, cuántos los leen?” (Steiner, p.153)
Gran parte de la educación humanística, pese a quien le pese, pasa por la lectura de buenos libros, por doble partida: escribirlos (o publicarlos) y leerlos. Hay muchas voces que dicen que la lectura abona a la disminución de la violencia y soy un firme convencido que así es, así que por lo visto, esto de la violencia va para largo pues algunas personas ni regalado quieren un libro, tal vez lo agradecen si se lo regalas pero pasará al cementerio de su librero (si es que tiene, otro mueble en extinción) donde dormirá el sueño de los justos por toda la eternidad, aunque alguien decía que el destino de los libros es la hoguera (Irene Vallejo lo comenta en su libro El infinito en un junco).
Cuando alguien está tullido va al quiropráctico para ejercitarse o a tomar una terapia de rehabilitación, pero cuando lo que está tullida es tu vida, ¿a dónde me dirijo o con quien trato mi enfermedad? Quién desentullirá al tullido?
El que desentulla al tullido buen desentullidor será. Amén.

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