De pronto Faustino le arrojo la piedra de una pregunta: ¿Quién es usté?Volviendo el rostro al petate, respondió el interpelado: -Un revolucionario..

Como para el niño aquello era una maraña desentrañable.

Indagó:

-¿Y que es?

-¡Caray!…Pos un hombre que lucha por la mejoría del pueblo.

-¿Y usté cómo lucha?

-Pos con la carabina ¡caray! –señalo la Winchester .44 que colgaba de un palo en el jacal.

Después de un rato de silencio, el niño aventuro la pregunta que le cosquillaba los labios:

-¿Por qué tiene usté la cara así?

El desconocido se estremeció, como bajo la quemadura de un hierro candente. Reflexiono unos instantes y se levanto. Su robusta figura cubrió la entrada de la choza, llenándola de tinieblas el ambiente. Enseguida alzo la diestra en dirección a la Winchester. Frente a esa amenaza, los ojos de Faustino se desorbitaron de susto. Angustiado siguió los movimientos de la mano, la cual luego de rozar el arma descolgó del techo un enorme calabazo.

La tranquilidad volvió al infantil espíritu, junto con la luz de la estancia. Pues el desconocido se aproximó hasta él y en cuclillas le ofreció un jarro rebosante del liquido blanquecino servido del calabazo.

-¡Toma! –le dijo-. Es leche de cabra. Con ella te has alimentao estos días.

El niño bebió ávidamente; tenia la garganta reseca de tantas emociones.

-¿Quieres más?

-Si.

El hombre empinó el calabazo y gorgoreo sobre el jarro la fresca leche. Y sin miedo, Faustino lo miro con agradecimiento.

-¡Muchas gracias! –dijo.

A continuación añadió confianzudo: ¿Cómo te llamas?

A través  de una bocanada de humo , el desconocido mostro con agrado los blancos y disparejos dientes contesto:

-Pancracio Silva.

-Pos yo me llamo Faustino .-exclamo el niño, a tiempo que se sentaba en el lecho.

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