La fuente se movilizó, tocaron las puertas de Victoria Adato, la procuradora, Jorge Unzueta comunicador social, anunció la presentación de Alfredo Ríos Galeana en la dirección de la Policía Judicial.

El detenido dijo que robaba para ayudar a los pobres, que les repartía hasta 50 mil pesos y que envió medio millón a los damnificados de san Juan Ixhuatepec, otros informantes escribieron que declaró que se volvería a escapar.

Ríos Galeana confesó su responsabilidad en varios atracos bancarios por más de mil millones de pesos; que tenía siete hermosas casas, y que promovió la evasión de reos en Tlalnepantla, Pachuca e Hidalgo, y otros más.

Estaban con Ríos Galeana varios de sus cómplices, como Leobardo Montiel Ruiz, quien el 26 de octubre de 1985 se fugó del Reclusorio Oriente, Salvador Ornelas, Eduardo Rosey Lira, quien se había evadido del Reclusorio y Yadira Berber Ocampo, amante y cómplice del peligroso hampón.

Las cámaras fotográficas centelleaban para imprimir todos los ángulos del rostro y movimientos del peligroso delincuente, él hasta parecía que gozaba con ser el centro de atracción de los reporteros.

La astucia y vivacidad de Ríos Galeana quedó demostrada, al igual que su inteligencia, tal vez la falta de orientación, la nula educación en su adolescencia o sencillamente el ambiente en el que se desenvolvió, lo inclinaron hacia los actos delictivos para mantener de cabeza a la policía. Murió en diciembre 2020. Libro de Arturo Ríos y Ramón Tinoco.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *